CAP 26

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D: Cálmate Raquela - Deborah bromeó. - Muy pronto le vas a quitar esa deuda. Ahora no te estreses, tenemos mucho que hacer por la noche.

Raquela asintió a regañadientes. Ella y Deborah se fueron a un tipo de camerino que estaba del otro lado de la sala. Había piezas y más piezas de ropa diminutas y sexys, plumas, objetos sexuales y un tocador con un espejo ovalado y un montón de maquillaje y productos de belleza.

Ambos eran prostitutas en un burdel.

Después de de dejar la hacienda,  Raquela se fue a un pueblo cercano, no tenía trabajo y cuando el dinero se acabó había tratado de conseguir un trabajo, pero sin éxito. Vagando por las calles se le acercó un hombre que vio a su situación, trató de llevarla al cabaret.
Comenzó a ejercer la prostitución para mantenerse a sí misma. Allí ella conoció a Deborah Falcón, una joven prostituta. No llegaron a tornarse grandes amigas, pero ambos dividían sus problemas entre sí.

Y así, Raquela tuvo una idea de vengarse de Cristina.
Y pensó que su plan parecía iba a funcionar cuando, después de tres meses, el dueño del burdel se mudó de la ciudad y llevó junto a las chicas para un nuevo burdel, esta vez en un pueblo que estaba más cerca de la hacienda de Cristina.

Raquela planeaba hacer Deborah acercarse a Federico,  cosa que la chica no rechazó después de ver una fotografía del guapo. Ella pensaba que así se crearía una crisis en el matrimonio de los dos y sería más fácil de deshacerse del bebé  que ahora Cristina esperaba.

Raquela quería verla destruida, con lo peor de los sufrimientos.

Era tan grande su odio por Cristina que incluso la propia prostituta no sabía exactamente el por qué de este sentimiento.

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Por la noche, Cristina se acostó temprano. Estaba tan cansada así que durmió tan pronto se había acostado.

Más tarde Federico subió a la habitación, había estado en  el despacho perdido en sus pensamientos y finalmente llegó a la conclusión de que había sido una tontería no haber tenido relaciones con su esposa.

Entró en silencio, se acercó a la cama.

El colchón cedió con el peso de Federico, haciendo el cuerpo de Cristina se acercar más a él.
Su respiración ni siquiera cambió cuando él la abrazó por los hombros.

Tres meses sin sexo completo...

Parte de la formación del bebé ya estaba bien desarrollada, no había riesgos. Había hablado con Ángel Luis, y éste había dicho que era paranoia de Federico, no había razón para no tener relaciones sexuales.

Por temor a dañar al bebé, se había negado a hacer el amor con su mujer, pero ahora había superado sus miedos. No podía pasar una noche más sin su fiera.

Cristina se agitó en la cama, volviéndose hacia él y presionando la cara contra su pecho.
De repente, en un gesto inconsciente, tal vez por costumbre de tantos meses juntos, la mano de Cristina descansó en el pecho fuerte de Federico.

Sin resistir más, Federico sostuvo su barbilla y levantando su rostro, tomó posesión de la boca tentadora. Su deseo por ella era más grande que nunca. La llama que ya estaba ardiendo en su cuerpo se convirtió en un fuego ardiente que amenazaba con consumirlo por completo.

Impaciente, sus manos rasgaron la tela del camisón, dejando al descubierto los pechos llenos por el embarazo. Perdiendo la poca paciencia que todavía tenía con la ropa, Federico rasgó la prenda de arriba a abajo.

DOMANDO A LA FIERA Onde as histórias ganham vida. Descobre agora