CAP 09

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Federico se giró para mirar a Cristina

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Federico se giró para mirar a Cristina. Él había sentido su vacilación, y casi le dio un ataque sólo de pensar que ella podía huir y dejarlo plantado allí. Él había sonreído en un intento de animarla y al que parece su sonrisa había tenido un efecto positivo porque ella había aceptado y ahora, por fin, estaban casados.

Jue: ¡Yo os declaro marido y mujer!

El juez les hizo un gesto indicando a los novios que intercambiasen los anillos. La mano de Cristina temblaba y Federico la apretó con cariño, pasándole confianza.

Jue: Ahora el novio ya puede besar a la novia.

Federico se inclinó buscando la boca de su mujer y encontró unos labios receptivos y ansiosos.

Cristina envolvió sus brazos alrededor de su cuello, acercándolo más. Unió su lengua a la de él, saboreando la boca de su marido mientras él la apretaba fuerte en la cintura. Ambos ansiaban ese beso, pasaron todo el día sin verse y ahora se entregaron al momento, sintiendo el sabor uno del otro.

Pegada a ese cuerpo grande y varonil ella olvidó de los invitados y del mundo alrededor. Y si no fuera Federico terminar el beso, ella no habría tenido fuerzas para hacerlo. Sentía el aire atrapado en los pulmones, sofocándola, no podía respirar. Estaban tan cerca que podía sentir el aliento fresco de él contra su boca.

Con un tremendo esfuerzo ella se separó de su marido y se inclinó para firmar los papeles que el juez le indicaba.
Cristina Rivero…
Ahora pertenecía a Federico...

¡Oh cielos!!!! (…)

Por supuesto que no – ella pensaba - Sólo su nombre había cambiado. Ella seguiría siendo la misma de siempre, sin dejarse ser dominada por un hombre. Incluso estando enamorada de él, no pensaba mostrar debilidad como lo había hecho momentos antes, cuando correspondió con locura al beso que él le dio.

Dejó la pluma sobre la mesa y fue el turno de Federico firmar los papeles.

Después de las formalidades, Cristina se alejó. Federico quiso ir tras ella, pero Severiano hizo un gesto con la mano para que él se acercara.

Sev: Quiero que lleve a mi hija a pasar la luna de miel en Villa Hermosa - le entregó una llave. – No hay nadie en la casa, sólo estarán los dos. Pero no se preocupe, ya había dado órdenes para que los empleados dejaran todo en orden.

F: ¡Gracias Severiano, qué bonito regalo! - le cogió las llaves y las puso en el bolsillo del pantalón. - ¿Cristina lo sabe?

Sev: No. Pero ya he mandado preparar su maleta. Y dentro de poco un peón irá a llevar dos. Tú no sabes la dirección.

F: No... No... Cristina puede mostrarme la dirección y voy conduciendo.

Sev: Ah, ya sé… estás loco para estar a solas con mi hija…

DOMANDO A LA FIERA Where stories live. Discover now