CAP 27

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F: Cristina, no es lo que estás pensando - dijo Federico tratando de explicar la situación mientras  rápidamente se libraba del bolso, dejándolo en un rincón cualquier.

C: Ah - exclamó moviendo los brazos furiosa - ¿Ahora resulta que ya sabes hasta lo que pienso?

F: ¡Yo puedo explicar, Cristina!

C: ¡No quiero oír tus explicaciones! ¿Qué me dirás, eh? ¿Me contarás los sórdidos detalles de tu traición? - Preguntó retándolo con la mirada. - Ahórrate. No me importa saber cómo has estado revolcándote con ella.

F: ¡Ya basta! - Gritó. - Déjame hablar. Estás saltando a conclusiones, las cosas no son como piensas.

C: ¿Ahora resulta que los rumores que están circulando en el pueblo son apenas conclusiones?? - Preguntó sarcásticamente. - Federico, cuando la gente habla es porque hay algo de verdad...

F: Pero las cosas no son como tú piensas... ¿Vas a creer en un montón de gente que no tiene nada que hacer y está siempre hablando de la vida de los demás, o en mí que soy tu marido?

C: ¡Ya no eres mi marido! Quiero que te vayas de la hacienda - señaló la puerta con el dedo. - ¡Vete!

F: Muy bien, si quieres puedo irme, pero antes me vas a escuchar - Fue hacia la puerta y la cerró. - No saldremos de aquí hasta esclarecer la cuestión.

C: ¡Abre la puerta! - ordenó caminando hacia él. - ¡No me puedes mantener encerrada en mi propia casa!

F: ¡Basta Cristina! Yo no tengo nada con esta mujer. Créeme...

C: ¡Mentiroso! - dijo ya muy cerca de él golpeándolo con los puños cerrados, Federico sólo  se esquivaba - ¿Acaso ella es más guapa que yo?

F: ¡Para ya Cristina! - él trató de agarrarla, pero ella estaba como loca. - Si sigues así te vas a lastimar.

C: Por supuesto que ella debe ser hermosa. También debe tener un cuerpo maravilloso y no está llena como un balón como yo.

Federico finalmente logró contenerla sosteniendo las dos manos e hizo lo único que sabía para hacerla callar: le dio un beso. Un beso voraz y exigente. Cristina hasta que trató de resistirse, pero su cuerpo traicionero comenzó a excitarse, luego abrió su boca y recibió la lengua de su marido en una pelea para ver quién tenía el poder sobre el otro.

Federico la apretó en la cintura y tropezando con ella, llegó a la mesa de la oficina. Con una mano rápidamente lanzó al suelo todo lo que había  en la superficie de la mesa y la puso sentada.

F: No estás llena como un balón - explicó entre besos cortos pero intensos. Cristina estaba respirando pesadamente, con las piernas alrededor del cuerpo de Federico. - Sólo estás esperando el fruto de nuestro amor...

C: Eres un mentiroso - ella replicó mientras seguía besándolo.

F: Y no,  ella no es más hermosa - siguió explicando, esta vez perdido en la delicada piel de su cuello. Cristina echó la cabeza hacia atrás recibiendo con gusto las caricias que sólo hacían la humedad entre sus piernas aumentar aún más. - Eres la única mujer hermosa para mí. Todo en ti es perfecto.

C: ¡Adulador! Si yo soy todo eso, ¿qué hacías con ella? - Preguntó mientras él le descubrió los pechos, dejándolos expuestos a su hambrienta mirada.

F: Yo... Hmm - no pudo seguir hablando porque mordisqueó un pezón rosado y luego empezó a succionarlo con fuerza.

C: Ahhhh.... - a pesar del intenso placer que sentía, Cristina logró tirar de él por el pelo y lo miró. - Contesta a mi pregunta o no tendrás derecho a nada de eso aquí - ella  lo desafió mirándolo fijamente y luego bajó la mirada seductora a sus senos.

DOMANDO A LA FIERA Onde as histórias ganham vida. Descobre agora