Capítulo XXIV: Alucinación.

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Entré a casa y mi madre estaba sentada en el sofá leyendo un libro. Ni siquera alzó la vista cuando entré, saludé y parecía inmersa en sus pensamientos.

Corrí escaleras arriba y llegué a mi habitación. Me cambié la ropa mojada y me tumbe en la cama.

Me había puesto nerviosa el hecho de que Daniel me había querido presentar como su novia. Lo cual no era así. Y ya no sería nunca más. Me deprimió bastante la idea.

Desearía con todas mis fuerzas poder estar con Daniel, sólo sí Elliot no existiera. Y desearía con todas mis fuerza poder estar Elliot sólo sí Daniel no existiera. Esto iba a terminar matandome. Lo que menos deseaba era lastimarlos así que sí me tenía que alejar de ambos por su bien lo haría... Aunque los latidos de mi corazón se detuvieran.

Me dormí profundamente. Estaba agotada. Después de un par de horas, desperté, miré el reloj y aún era de madrugada. Mi casa estaba en un total silencio y la oscuridad de mi cuarto ponía la piel de gallina.

La habitación estaba helada, miré al ventanal y estaba abierto. Fruncí el ceño. Yo nunca lo toqué. Me puse de pie y el contacto de mis pies con el piso hizo que me estremeciera. Me puse las pantuflas que estaban a un costado de mi cama y caminé hacía el ventanal.

Miré mi reflejo en ella. Tenía un aspecto horrible. Mi pelo enredado y una bata blanca no ayudaban mucho.

Me acerqué a la ventana y miré al jardín antes de cerrarla.

El jardín de la casa estaba solitario. Cerré la ventana colocando está vez el seguro y me volví para regresar a mi cama.

Di un grito ahogado al ver a Elliot al pie de mi cama.

Elliot sonrió de lado... Pero esa sonrisa asustaba.

Me acerqué a él aturdida y dejándome guiar por mi parte irracional.

Cuando estuve lo suficiente cerca para decir algo... Elliot desapareció.

Me quedé petrificada. Mis manos se pusieron heladas. Tenía un espejo frente a mi y pude ver lo pálida que me había puesto. Tenía los ojos fuera de sus órbitas y mi corazón me iba a matar por la fuerza en que latía.

Sacudi la cabeza rápidamente. Sabía que eso sólo había sido una alucinación pero parecía tan real que hasta daba miedo.

Arrastré de nuevo los pies a la cama. La cabeza me daba vueltas. No lograba conciliar el sueño. Mi corazón latía apresuradamente.

Pastillas para conciliar el sueño recordé.

Mi madre tenía que haberlas puesto en algún lado.

Salí de mi habitación caminando tratando de hacer el menor ruido posible. Bajé a la cocina y busque en el almacén donde guardaba todo tipo de medicamentos.

Jadee al ver la cantidad de medicamentos que teníamos. Esto era para sedar a la población entera. Busqué entre cada bote y al fin las encontré. Saqué una y me bebí un vaso con agua. Regresé a mi habitación.

La pastilla hizo efecto minutos después y caí en un estado inconsciente hasta el día siguiente.

Después de aquél día, las cosas fueron diferentes.

Tuve que apartarme de todo, tanto en casa como en la escuela.

Todo volvió a ser como era antes.

En casa ya no veía a Isabella. Ella ahora se la pasaba todo el día con Tom. Ni siquiera había podido contarle lo que había pasado después de la cita aquél día.

La escuela se había vuelto una tortura. Daniel aún no se había presentado y no sabía cuanto tiempo más iba a estar ausente tanto en el colegio como en mí vida.

Y Elliot... De él no supe nada en días. Por un momento... Creí que había desaparecido para siempre.

DesconocidoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz