XXXV: El lugar secreto.

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Los días pasaron, y un día simplemente desperté y tomé una decisión.

Elliot se había ausentado estos días, era reconfortable saber que de alguna manera había desaparecido sin que yo se lo hubiese pedido.

Por primera vez después de mucho, sonreí.

Llegué nerviosa al colegio y esperé paciente que terminará la primera hora.

Sabía que después de esa hora Daniel se encontaría en el campo de entrenamiento.

Daniel había dejado de jugar desde el accidente pero después de volver a la escuela no faltaba a un sólo entrenamiento tan sólo para observar.

Los nervios comenzaban a apoderarse de mí, temía que Daniel no me escuchara, temía que Daniel me rechazara.

Caminé hacía el campo y al llegar lo vi sentado en una banca observando a sus compañeros entrenar.

Cuando sus ojos me distinguieron al otro lado del campo me dedicó una de esas miradas que se habían hecho costumbre. Dolor y tristeza en esos ojos azul cielo. Me miró un segundo más y regresó su mirada al entrenamiento.

Respiré hondo un par de veces y me arme de valor para dirigirme a él.

-¿Podemos hablar?- Murmuré una vez que estuve junto a él.

El rostro de Daniel se tenso al escucharme pero no se volvió a verme. Me ignoró.

-Daniel, por favor. Tengo que decirte algo.- Insistí con un hilo de voz.

Daniel no dijo nada. Se puso de pie y se dirigió al entrenador.

Sentí como mi corazón se encogió.

Una punzada de dolor recorrió mi cuerpo por el rechazo de Daniel.

Me lo merecía.

Me di la vuelta y caminé resignada. Que tonta había sido al pensar que simplemente él iba a querer escucharme.

-Mínimo podrías esperarme ¿No lo crees?- Dijo Daniel corriendo detrás mío.

Mi corazón se ensancho y las ganas de sonreír repentinamente me estaban matando.

No me volví a verlo. Sabía a donde nos dirigíamos.

Caminamos en silencio hacía el lugar donde siempre nos escondíamos para hablar cuando nos salíamos de clases.

Era como nuestro lugar secreto.

Al llegar ahí reinó el silencio. No me atrevía a mirar a Daniel a la cara. Sabía que me estaba mirando con esa mirada que lo decía todo. Tragué  saliva.

- Y bien... ¿Qué era lo que querías decirme?- Habló Daniel por vez primera rompiendo el silencio.

Me mordí el labio.

-Yo... Yo no sé... Yo no sé por donde comenzar.- Dije tartamudeando.

Daniel rió sin gracia.

-Solamente dilo.- Mascullo. Pude detectar el dolor en su voz.

-Te mentí.- Dije por fin. Y por primera vez desde que habíamos llegado lo miré a la cara.

Me mordí fuertemente las mejillas, los ojos comenzaban a arder y no quería comenzar a llorar en esté momento.

-Lo sé.- Dijo Daniel menos tenso.- Pero me lastimaste y mucho. Aún me dueles.- Agregó con un hilo de voz.

-Lo lamento Daniel.- Rompí en un sollozo.- Estaba equivocada, confundida y aterrada. Creí que eso era lo mejor en aquél momento.- Dije sin aliento.

Daniel esperó unos segundos antes de hablar.

-Está bien Hally, pero el daño está hecho.- Murmuró Daniel bajando la mirada.- Me pediste que te dejará en paz y eso intentó.- Agregó cerrando sus ojos con fuerza.

Me acerqué a él y tomé su rostro entre mis manos.

-Pues no quiero que lo hagas. Sé que mentí. Mentí en pedirte que te alejaras de mi. En lo que único que fui sincera fue al decirte que ya no sentía lo mismo por ti.- Musité en voz baja.

Daniel abrió los ojos de golpe y me miró con más dolor que antes.

-Hally no tienes que recordarme que ya no significo nada par...- Decía Daniel retrocediendo un paso.

-Me di cuenta que te amaba más. Más de lo que te ame antes. Más que a cualquier persona.- Me apresuré a decir.-  Estar sin ti ha sido el vivo infierno. Estar sin ti ha sido una maldita locura.- Dije en un sollozo.- Me has hecho falta Daniel. Me has hecho terriblemente falta.- Dije lo último en un susurro, me había quedado sin voz y había roto en un llanto silencioso.

Bajé la vista para que Daniel no me viera llorar y cerré los ojos. Por lo tanto, no me percaté cuando Daniel cruzó la distancia que nos separaba.

-Te he extrañado como un loco.- Murmuró y después de esto presionó sus labios sobre los míos.

Volví a la vida.

Acaricie su cabello con mis dedos jalandolo más cerca de mi. Él me tomó de la cintura y me pegó a él.

Todo era perfecto. Todo era jodidamente perfecto.

El frío comenzó a hacerse presente en el lugar y de repente alguien comenzó a aplaudir con descaro.

DesconocidoWhere stories live. Discover now