Capítulo XXV: La casa de los Keynes.

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Había pasado un par de días cuando Bella tocó mi puerta.

-Hally, te buscan abajo.- Dijo Bella al otro lado de.

Arrugue la frente. Nunca nadie me buscaba en casa. Al menos que fuera...

-Mierda.- Masculle. O era Daniel o era Elliot. -Bajo en seguida.- Respondí mientras me bajaba de un salto y me ponía unos tenis.

Había salido de ducharme antes de que Bella tocará la puerta. Así que estaba presentable.

Corrí escaleras abajo y se me fue el aire de golpe cuando vi a la madre de Daniel en la sala.

-Hally- Saludó ella en cuanto me vió.- Que gusto volver a verte.- Dijo esbozando una pequeña sonrisa.

-Señora Keynes.- Dije apenas sonriendo.- ¿Cómo está Daniel?- Pregunté acercandome a la sala.

-Él se está recuperando. Poco a poco.- Dijo ella poniéndose de pie.- Quería pedirte un favor linda...- Dijo mirándome esperanzada.

-Claro.- Dije de inmediato.

-Daniel quiere verte. Me ha dicho que ha pasado muchos días sin saber de ti y me pidió de favor que te llevara a casa. Yo no había podido venir a buscarte pero entenderás que no puedo dejar sólo a Daniel. Me gustaría que aceptarás venir un rato, tengo que salir durante una hora y creo que eres la persona perfecta para quedarse con él.- Dijo la madre de Daniel sin dejar de mirarme.

-Así que, ¿aceptas?- Preguntó después de un breve momento de silencio.

Frunci los labios. Deseaba con todas mis fuerzas volver a mirarlo, estar con él aunque fuera un segundo, pero me había propuesto mantenerme al margen. De todas formas era una simple visita. ¿Qué podía pasar? Acepte.

-Claro ¿Por qué no?- Dije después de un par de segundos.

Ella sonrió aliviada.

-Vamos te llevaré a casa.- Dijo antes de caminar hacía la puerta.

Tomé mis llaves y le grité a Bella que regresaba pronto.

Me subí al auto un poco incómoda y nos dirigimos a casa de los Keynes.

Al llegar ahí me arrepentí de no haber traído alguna sudadera. Hacia un frío tremendo. Castañee los dientes y me abrigue con mis brazos.

Ya dentro de la casa, un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-Los dejaré sólos. La habitación de Daniel está arriba. Es la penúltima puerta.- Dijo la señora Keynes con un leve astillo de sonrisa.- Regresaré pronto.- Se despidió y yo me quedé ahí, sola.

Subí con timidez, no sabía como iba a reaccionar yo cuando viera a Daniel de nuevo

Al llegar arriba, me percaté de una habitación al final del pasillo. No sé por qué pero me quedé mirándola por más de un minuto.

La voz de Daniel interrumpió mis pensamientos.

-¿Mamá? ¿Eres tú?- Preguntó Daniel desde otra habitación.

Sacudi la cabeza rápidamente y caminé hacía donde provenía la voz de Daniel.

-¡Hally!- Jadeo al verme. Su sonrisa se ensanchó más cuando entré de lleno a la habitación.

Le dediqué una sonrisa sincera.

-¿Cómo estás?- Pregunté con un hilo de voz.

Por un momento creí que no iba a poder escuchar su respuesta. Los latidos de mi corazón eran demasiado fuertes. Creí no poder escuchar alguna palabra que él dijera.

-En realidad estoy mejor por qué tú estás aquí.- Respondió sonriendo con ternura. De repente su rostro se tornó en preocupación.- Hally, ¿Por qué lloras?- Preguntó alarmado.

Me llevé las manos a la cara y efectivamente estaba llorando.

-Oh no es nada Daniel.- Dije sentandome a su lado.

-Dime por qué lloras.- Insistió él limpiando el resto de mis lágrimas con las yemas de sus dedos.

-Son tantas cosas...- Dije casi en un susurro.

-Me gustaría escucharlas.- Dijo él pacientemente.

Respiré profundamente.

-Me alegra haber venido pero creo que no debí de haberlo hecho.- Dije con voz ronca.

-¿Por qué?- Dijo Daniel con la tristeza escrita en su rostro acariciando mi mejilla.

-No podemos estar juntos Daniel. No debemos.- Dije levantandome de la cama.

-Pero Hally. Yo estoy enamorado de ti. Yo... Te amo- Me confesó con sus ojos llenos de lágrimas.- Por favor no digas que no podemos estar juntos.- Dijo con un hilo de voz.

Mi corazón se cayó.

Cerré los ojos con fuerza sintiendo como mis lágrimas caían por mi rostro.

También amaba a Daniel, lo sabía. ¿A quién quería engañar? Pero también estaba Elliot y no podía simplemente tener a ambos en mi vida de esa manera.

Iba a explicarle a Daniel las cosas, iba a confesarle el por qué no podíamos estar juntos. Iba a decirle el motivo del por qué no podía entregarle mi corazón por completo cuando una fotografía en la mesita de noche llamó mi atención.

-No puede ser.- Murmuré caminando incrédula hacía la foto.

-¿Qué sucede?- Escuché decir a Daniel.

Tomé la fotografía entre mis manos temblorosas.

-Elliot.- Susurré.

DesconocidoWhere stories live. Discover now