Capítulo XXXI: Te amo.

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Elliot no apareció en días. Y en la escuela evité a Daniel todo el tiempo. Sabía que no iba a dejar por alto las cosas. Así que para hacerlo más fácil me inventé una enfermedad para faltar a clases un par de días. Isabella me preguntó que era lo que pasaba, en está ocasión no quise contarle nada. Me limité a no salir de mi habitación más que para comer.

Un sábado después de cumplir con mi turno de trabajo, cerraba la tienda sin ánimos de mover un dedo.

-¿Es cierto lo que dijiste?- Preguntó Daniel en cuanto di la vuelta para irme.

Dí un brinco del susto.

-¿Realmente ya no sientes nada por mí?- Preguntó un Daniel dolido.

Me mordi las mejillas fuertemente.

-Daniel tengo que irme.-Dije esquivandolo.

Daniel me detuvo con un brazo sobre la cintura.

-Sólo te pido que me digas la verdad.- Musito Daniel recagando su frente sobre mi cabeza, hablando a mi oído.

Sentí hormigas recorrer mi cuerpo otra vez.

El toque de su cálida piel con la mía, sus labios al filo de mi oreja...

Daniel colocó su mano sobre mi mejilla volviendo mi rostro hacía él.

Lo miré. Y mi cuerpo prendió fuego. El repentinamente me miro con alivio.

-Lo veo en tú mirada, aún estás enamorada de mí.- Dijo Daniel besando la parte alta de mi cabeza.

Sacudí rápidamente la cabeza junto con cualquier tipo de pensamientos que me hicieran desvariar.

-No Daniel.- Respiré hondo antes de hablar.- No confundas las cosas. Yo ya... Yo ya no te quiero. Lo único que quiero es que te alejes de mi.- Dije lo más serena que pude.

El corazón me dolía.

-Te amo Hally por favor entiendelo.- Dijo Daniel casi desesperado.

Yo sabía que Daniel iba a insistir hoy, mañana, y al día siguiente y al siguiente. Lo sabía por qué yo también estaba enamorada y lo haría por él sí estuviera en mis manos. También lo haría por Elliot aunque últimamente estaba confundida en que realmente sentía por él.

Tenía que hacer algo por el bien de Daniel, no era justa está situación. Así que preferí que doliera un rato a estar mirando esa expresión de dolor cada día en su rostro.

Recé para que no me odiara.

-¿Y sabes lo que yo quiero que entiendas?- Dije cerrando los ojos con fuerza. No iba a ser capaz de mirarlo a la cara.- ¡Que me molesta tu presencia! ¡Que sólo quiero que salgas de mi vida!- Gritonee.- Joder, sólo déjame en paz.- Musite entre dientes y abrí los ojos.

Daniel estaba conteniendo las lágrimas. Así como yo. Lo había herido, pero sabía que esa herida cerraría rápido. Quizás nunca me perdonaría, pero era lo mejor para él. Alejarlo de mí para su propio bien fue mí prueba de amor.

Lo miré por última vez, esos ojos azul cielo... Te amo le dije mentalmente y corrí lejos de él sin mirar atrás.

Me detuve cerca de un lago, estaba nublado por lo tanto el lugar tenía un aspecto que te ponía la piel de gallina. La neblina comenzaba a bajar, pero mis pies suplicaban un descanso. Me senté a orilla del lago.

Tal vez había cometido un error, quizá no fue sólo uno. Quizá fueron varios.

El mejor tipo amor es el que no duele. Eso pensé después de haber elegido a Elliot.

Pero sí dolía era por qué era real, por qué existía, por qué te hacía sentir...

Tal vez nunca debí haber tomado una decisión.

Me quedé un rato sentada mirando hacía la nada. Minutos después me levanté y camine a casa.

Tomé un ducha al llegar, y me acosté en la cama. Me sentía fatal.

-Todo estará bien.- Murmuró Elliot de repente a mi espalda. No me volví para verlo.- Sólo será cuestión de tiempo. Estaré a tu lado. No te dejaré.- Dijo abrazandome por la espalda. Yo suspire, cerré los ojos y con lágrimas silenciosas cayendo sobre mi rostro me quedé dormida.

DesconocidoWhere stories live. Discover now