¿Qué te atormenta?

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Capítulo 22

Hace dos años

— Las heridas están sanando ¿te duele el brazo?

— No me duele nada Samuel, después de tanto deberías saberlo.

— Pero esta vez no fue lo mismo, casi mueres — dice con preocupación

— ¿Y qué? No es como que tenga algo mejor que hacer.

Mi brazo está quebrado, mi abdomen rasguñado y mis pies quemados.

Dolía, no lo iba a negar no tenía consuelo alguno, no podía ni levantarme sin sentir que mi cuerpo quiere expulsar toda la sangre que llevo dentro.

Samuel me cuidaba era su trabajo algunas veces hasta llego a pensar que realmente se preocupa por mi bienestar.

— Samuel, déjanos a solas con mi hija por favor — ordena mamá quien está entrando a la habitación

— Con permiso señora — baja la mirada y sale del lugar

Mamá inspecciona las cortinas de la habitación, las ventanas y le da una vista rápida al techo.

Era como si estuviera buscando algo y estuviera frustrada por no encontrarlo.

— ¿Dónde está? — dice con enojo

— ¿De qué demonios hablas?

Ella saca un arma la cual apunta directamente a mi cabeza, su expresión es fría y su mirada fija como si no hubiera nada dentro de ella más que maldad.

Hubo un momento en el que me convencía de agradecer a mis padres por entrenarme y enseñarme todo lo que se hasta que me di cuenta de la realidad, ellos no querían un hijo querían un arma, alguien que pudiera enviar para terminar sus negocios sin necesitar de ensuciar sus manos.

Cobardes, eso eran cualquiera que arrebata la vida de alguien y no mucha sus manos con la sangre de su víctima es un cobarde.

— No estoy para juegos Fanett.

— Y yo estoy ansiosa por jugar — esbozo una sonrisa

— ¡Donde está él!

— Que no sé de quién demonios hablas maldición, ¿piensas matarme? Adelante me vale morir o vivir es la misma mierda.

— No me retes Fanett.

— ¿O qué? Madre — resaltó la palabra

— Ese maldito nos va hacer la vida miserable por tu culpa Fanett.

— ¿Y a mi qué? Soy un fantasma, no existo, morí a mis siete años según los registros.

Ella me da un golpe en el rostro con el mango de la pistola haciendo que mi nariz sangre al igual que mi labio.

— Deberían comenzar a buscarlo antes de que escape y no seguir torturando a alguien que no recuerda ni su nombre.

Estaba drogada, no por elección, pero lo estaba, tal vez demasiado y por eso hice una de las mayores estupideces de mi vida, ayudar a un ser humano.

Era un joven rubio, tenía el rostro destrozado ya que la mitad estaba completamente quemada, me topé con él de casualidad no tenía que estar en ese lugar ni en ese momento, pero lo estuve.

— Por favor ayúdame.

— ¿Me hablas a mí? — pregunto confundida

— Eres la única que está aquí — esboza una sonrisa — Ayúdame por favor.

En la penumbra +21Where stories live. Discover now