Necesito escapar

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Capítulo 28

Merle

Turnos de noche en una cafetería llena de hombres ebrios y sujetos escondiéndose de algo, un pueblo lleno de secretos el típico lugar donde criminales y drogadictos llegan en busca de aceptación junto a protección.

— ¡Apresúrate las órdenes no se tomarán solas! — grita desde la cocina

— ¿Qué desea ordenar? — me acerco a una pareja que está sentada en una de las mesas

— Yo quiero el desayuno especial — dice el castaño

— Yo quiero avena — se limita a decir la pelinegra

Parecen ser normales, pero algo antipáticos y distanciados de los demás, la pelinegra lleva un traje negro pegado al cuerpo mientras él viste más casual, pero siempre de negro. Me daba la sensación de que si los seguía viendo ella iba a clavarme el tenedor en la mano.

— ¿Desean algo más? — digo desviando mi vista de ellos

— Una orden de tocino — dice con emoción.

— Vamos Cassian, no pidas esa basura si no quieres verme vomitar — ella rueda los ojos — Dos tazas de café por favor y un jugo de naranja para él.

— Anotado — esbozo una sonrisa

Dejo la nota en el mostrador para que puedan comenzar a cocinar su pedido y sirvo café a todos, tomó dos tazas junto al vaso de jugo y me dirijo a donde ellos están.

— Gracias — dice la pelinegra

— Tu jugo — le doy el vaso

— No creas que soy un niño, solo que si tomo café me da sueño.

— Tranquilo, el jugo de naranja es mejor — esbozo una sonrisa

Me dirijo nuevamente al mostrador en donde limpio el área y espero las ordenes, estaba cansada, siento que si llego a cerrar los ojos no los volveré a abrir con facilidad. Tal vez esta no es la vida que me merezco, pero si la que me tocó, no todo era malo al menos ahora podía darle dinero a mamá, aunque todo se lo gastaba en alcohol y drogas que la dejan inconsciente por días.

— Disculpa — levanto la vista y me encuentro con la pelinegra

— ¿Sí?, tu orden está por salir — esbozo una sonrisa

— No, no es eso — hace una pausa y vuelve sus manos un puño — Es su cumpleaños ¿tienen algún pastel o una vela para ponerla en el jugo?

— ¿Una vela en el jugo? — pregunto confundida

— Yo que sé, solamente sé que soplan una vela y cantan a un pastel, por cierto, no le encuentro sentido alguno — rueda los ojos

— Tenemos pasteles y puedo conseguir una vela — sonrío y observo el alivio en su rostro

— ¿Es de chocolate?

— Así es — digo con una sonrisa

— Gracias, cualquier cosa no le digas que yo te envié por favor, dile que es cortesía o algo — extiende un billete de cien dólares y comienza a caminar a su mesa

— ¡Espera! — alzó un poco la voz para que logre escucharme

— ¿Si?

— El pastel cuesta cinco dólares, ahorita te doy tu cambio.

— No importa, quédatelo.

— Gracias — esbozo una sonrisa, pero ella sigue con una expresión fría.

En la penumbra +21Where stories live. Discover now