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Habían pasado media hora desde que Kakashi hizo que Obito se sentará en su habitación para esperarlo. El Uchiha bebía pequeños sorbos de té frío mientras se preguntaba si el Hatake se había escapado. Estaba a punto de salir a buscar al otro cuando la puerta de la habitación se abrió y ella entró. Cabellos oscuros caían lacios y largos, pestañas largas parpadeaban un par de ojos azules pálidos decorados con un vago tinte de maquillaje azulado, labios gruesos de un rosa brilloso, fracciones delicadas con un toque de enfermedad en las oscuras marcas debajo de sus ojos, dándole una apariencia débil a su cuerpo curvilíneo y delgado. Obito la miró por un largo rato antes de fruncir el ceño.  La preciosa figura frente a él acomodó distraídamente las mangas largas de su largo traje azul claro con bordados de olas suaves. 

—No te ves enfermo —sentenció finalmente. 

—¿Huh? —Kakashi frunció el ceño con voz femenina, aclaró su garganta para luego espetar—, ¿acaso quieres que me vea en un lecho de muerte? 

—Mírate en un espejo Kakashi, ¿quieres inspirar pena o lujuria? 

—Los dos. 

Obito lo miró en silencio por un largo rato, suspirando rendido. Cedió ante la presión de su amigo, dejándose ser maquillado a una persona completamente diferente. Con movimientos fluidos, Kakashi cambiaba los gestos del Uchiha. Agregaba unas piezas con textura similar a la piel para modificar la nariz y mejillas del otro. Con sus habilidades de disfraz y maquillaje, cortesía de Kushina, era imposible reconocer al otro como Obito Uchiha. A la hora de vestirlo, Kakashi pidió que usará unos zapatos con suela gruesa y ropa gruesa para que su estatura pareciera más alta. 

—Sabes que puedo usar una transformación, ¿cierto? —inquirió Obito al notar las suelas de los zapatos al ponérselos. 

—Con la energía que te queda, no podrás sostener la transformación por mucho tiempo —comentó frunciendo su ceño, su tono acelerándose un poco—, si hubieras podido transformarte, ¿crees que yo tomaría la forma de una mujer, idiota? Vístete de una vez, te espero en el techo. 

Kakashi enderezó su cuerpo del suelo, estirándose con algo de pereza antes de abrir la ventana de su habitación y trepar hacia el techo sin mucho esfuerzo. Obito miró por un momento las prendas verde claro que le fueron dadas, pensaba en que, después de tantos años, Kakashi seguía siendo un terco con sus sentimientos, pero a pesar de eso, agradecía tenerlo como amigo. A pesar de que pareciera indiferente y distante, sabía bien en su corazón que siempre estaría a su lado. 

—Apúrate o te cobraré el doble —escuchó la voz de Kakashi filtrándose perezosamente hasta llegar a sus oídos. 

Obito maldijo en bajo al otro, olvidándose por completo de sus anteriores pensamientos. 

Teme's TextWhere stories live. Discover now