346

580 57 35
                                    

Para alguien cuyos huesos han sido destruidos con relámpagos fríos, el leve dolor de un veneno no era mucho que soportar. Pero sus labios estaban algo pálidos y tenía leves tics nervios en sus brazos de vez en cuando. Aparte de eso, Naruto continuaba caminando como si nada hubiera ocurrido. Sasuke no dejaba de mirar a sus lados, su mano diestra lista para empuñar su arma si se necesitaba pero muy en el fondo de su corazón, sabía que no era necesario pues el rubio se lanzaría a protegerlo de lo que fuera sin pensarlo dos veces. Su corazón se estremeció ante la idea de que Naruto resultará herido de nuevo por su culpa.

—Alguien viene —escuchó a Naruto justo antes de sentir la calidez de la otra mano envolver la suya. Sasuke lo miró alzando una ceja, recibiendo una risa menos brillante como respuesta y un gesto con la cabeza para que mirará frente a él. Sasuke no tuvo que enfocarse mucho para sentir una presencia acercarse, una superior a él, por lo que supuso que sería alguien que conocía por lo menos de libros.

Entre los árboles de hojas marrones, emergió una figura alta vestida con un sencillo traje verde caña, sus cabellos rubios atados en una coleta alta con unos mechones rebeldes acariciando su rostro con unos gentiles ojos esmeralda.

—Líder Yamanaka, gracias por recibirnos —Naruto esbozó la más sincera sonrisa que pudo mientras hacía una reverencia hacia su mayor, quien imitó el gesto y se acercó a ambos jóvenes con una suave sonrisa.

—Príncipe Heredero Uzumaki, Príncipe Heredero Uchiha, gracias por honrarme con su presencia —saludó con un tono cordial, pero no sumiso.

—Líder Yamanaka, es un placer conocerlo —Sasuke hizo también una reverencia, sin esbozar sonrisa en su rostro pero con respeto en sus acciones.

Inoichi Yamanaka aceptó el gesto con una sonrisa complacida. No atrasó más el viaje y guió a ambos por el bosque de árboles secos hasta llegar a una aldea a los bordes del territorio Yamanaka. Usaron un camino menos concurrido para no llamar tanto la atención y antes del anochecer, llegaron a la residencia Quxian, hogar de la familia Yamanaka.

Por modales, Ichoichi Yamanaka los invitó a sentarse un rato en el salón principal. No pudieron rechazarlo, por lo que estuvieron una media hora hablando sobre cómo estuvo su viaje y cosas banales de menor importancia. Finalmente, Inoichi decidió que no tenía más que comentar y dijo;

—Los sirvientes los guiarán a sus habitaciones, si necesitan algo, siéntanse libres de avisarme.

—Una habitación es suficiente, Líder Yamanaka —Sasuke esperó a que terminará de hablar para decir. No notó la mirada extraña que recibió, sus pensamientos estaban demasiado perdidos en cómo el veneno se estaba esparciendo por el cuerpo de Naruto.

—Entiendo —Inoichi asintió finalmente, pasándole la orden a un sirviente antes de despedirse diciendo que tenía asuntos que atender e irse luego de las despedidas.

〖 〄 〗

—Ahora el mundo entero sabe de nuestro amor incondicional —Naruto comentó con tono burlón, seguido con un gruñido placentero cuando su espalda tronó al estirar su cuerpo. Caminaba al lado de Sasuke, quien le dedicó una sonrisa cómplice.

—Romperemos tantos corazones cuando la noticia se extienda.

—Pft —Naruto apretó sus labios para reprimir su risa, sus largos dedos acariciaron juguetón los cabellos azabaches antes de cerrar la puerta de su habitación.

—¿Y exactamente quién estaría enamorado de mí si no he salido desde que nací? —el rubio rodó sus ojos, hablando en lo que llegaba a la cama y se sentaba en esta, cruzando sus piernas.

Sasuke estuvo un momento de pie antes de girarse hacia la puerta de nuevo, su mano fue a empuñar su arma solo para detenerse a medio camino cuando las puertas se abrieron y vio entrar a dos personas con prisa. A pesar de que nunca las había visto antes, sus auras eran definitivamente familiares. Las puertas fueron cerradas en silencio, como si nada ni nadie hubiera pasado. Naruto no se movió ni un centímetro, pero sus nueves colas se congelaron en alerta solo para después sacudirse con emoción.

De las personas que entraron, uno era un hombre alto con una barba corta y ojos pequeños marrones, con un largo cabello atado a una coleta. La otra era una mujer de aspecto encantador, aunque enfermo, lo cual le daba un toque lamentable a su figura.

—Yo, Naruto —la mujer encantadora lo saludó con una voz para nada femenina junto con un gesto de mano.

—Sasuke —una voz familiar llamó al Uchiha, dándole un pequeño jalón en su oreja—, ¿qué planeas está vez, pequeña sabandija?

—Tío Obito- no planeo hacer nada, solo pensábamos en tomar una vacaciones, ¿verdad? —Sasuke contestó con sinceridad, haciendo un gesto hacia Naruto.

Naturalmente, los tres pares de ojos se enfocaron en Naruto. El rubio cerró sus ojos con una sonrisa solo para comentar;

—Creo que es un poco egoísta que nos acusen cuando ustedes dos andan falsificando sus identidades.

—Por lo menos, nosotros no hemos quemado una aldea hasta sus cimientos por un estúpido- —encaró Kakashi rodando sus ojos a través de su disfraz, solo para ser interrumpido por Obito.

—Salvo a una contadas ocasiones.

—Obito, nunca hemos quemado una aldea —el Hatake se giró para encarar a su compañero, quien se cruzó de brazos frunciendo el ceño.

—Ajá, se quemaron solas. Todas y cada una de ellas.

—Nadie murió.

—Pero sus propiedades fueron destruidas.

—Lo compensamos con oro.

—El oro no compra recuerdos.

—Pero si compra una mejor casa y vida.

—No me refería a eso, idiota.

—Intenta vivir un día sin gastar dinero, a ver si puedes sobrevivir con tus recuerdos.

—Oigan, parejita cariñosita, a diferencia de ustedes, estoy severamente envenenado y agradecería que se callarán para poder desintoxicarme sin sangrar hasta mi muerte.

—No me interrumpas mocoso- espera, ¿cómo que envenenado? Kushina me va a matar.

Teme's TextKde žijí příběhy. Začni objevovat