Capitulo 2.

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Habían pasado 3 días desde que me encontraron junto a Malfoy en aquel pasillo. Era raro, era raro el hecho de que no nos hubieran castigado. Bueno... a mi no, no sé a él porque desde ese entonces no le volví a hablar.

En ese momento del día caminaba junto a Pansy por uno de los pasillos ya que el horario de clases había terminado, íbamos camino al gran comedor y volvía a empezar mi guerra.

Ir a lugares y saber que había comida que se me antojaba pero no era sana me carcomía. Todo eran calorías alborotadas en cada platillo, como una fiesta de grasa para adolescentes... no me gustaba bajar a comer, no me gustaba ver a otros comer tan a gusto y saber que yo aunque quisiera no podía.

—¿Hola? Tierra llamando a Mackeline —frente a mis ojos pasó una mano masculina sacándome de mi transe.

Subí mi vista para identificarlo y cuando vi de quien se trataba mis nervios se afilaron.

Ay. Dios. Mío. ¡Es Cedric Diggory!

Me tensé al instante y volteé a mi lado para ver a Pansy pero no estaba. Ella se encontraba esperando me a lo lejos con una sonrisa divertida en los labios.

Ni Judas fue tan traicionero, Parkinson, ¡NI JUDAS!

Devolví mi vista al lindo castaño frente a mi y este volvió a hablar.

—¿Me escuchas?

—Si, si, solo fue Pansy que me distrajo.

—Bueno, me preguntaba si quizás te gustaría pasarte a la mesa de los Hufflepuff ahora para cenar, ya sabes, también para platicar un poco.

Ay no, ¿comida? No, comida no, no quiero.

—Claro, me encantaría. —esbocé una de las sonrisas más hipócritas que pude haber dado en mi vida y él me devolvió el gesto con sinceridad.

—Perfecto, entonces nos vemos allá. —se fue no sin antes plantarme un beso en las mejillas que me las enrojeció al instante.

Seguí caminando con una sonrisa vacilante en el rostro mientras elaboraba en mi mente una mentira lo suficientemente creíble para no comer tantas calorías delante del chico. Si, tenía hambre pero pensar en comer todo aquello solo me llenaba de culpa.

Una mano fría congeló mis pensamientos al jalarme por una de mis muñecas hacia un salón vacío. Todo fue tan rápido que ni siquiera note quien había sido.

—¿Diggory? Vaya gustos de mierda, ¿eh? Pero quien soy yo para juzgar. —Malfoy, no tenía nada que hablar conmigo, solo me metió a ese lugar para molestar.

—Él es lindo y mucho más caballero que tú. Él no le hubiera mentido a Filch diciéndole que lo invité a besarse conmigo en un pasillo, como alguien que conozco. —solté aquella indirecta bastante directa.

—Tienes razón, él no habría mentido porque él sí habría invitado a una chica a hacer eso, pero —resaltó esa última palabra buscando mi atención —la invitada no habrías sido tú.

Lo mire indignada de arriba a bajo, traía su uniforme cubriéndose con su bata de Slytherin. Jugaba con su varita entre sus dedos apoyando su cuerpo en una de las mesas del aula.

—Eres un grosero. —me crucé de brazos tratando de tomar una postura más intimidante y segura pero era ridículo.

—Uy si, ¿que otro insulto tienes? Un: "¡Recorcholis!
¡Rayos y centellas! o ¡Por las tangas de Merlin!" —hizo su voz un hilo tratando de imitar de manera burlona la mía.

Volqué los ojos con hastío para volver a hablarle.

—Eres tan irritante. ¿Por qué me molestas?

𝐄𝐧𝐬𝐞́𝐧̃𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐫𝐞𝐫𝐦𝐞. (Pausada)Where stories live. Discover now