Capitulo 14.

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—... estas muy distraída, Mack, ¿ocurre algo?

Pues la verdad es que si, Draco lleva dos semanas sin hablarme pero controlando mis comidas como siempre. El desconocido que deja notas anónimas en la mesita al lado de mi cama me ha dejado cartitas alentadoras sobre lo bien que me veo por mi dieta y me preocupa no saber quién es. Y llevo dos semanas sin salir a correr porque el rubio geocéntrico que salía conmigo ya no lo hace. ¿Como podría no estar distraída?

—Si, Cedric, solo me distraje.

—¿Que te parece si vienes esta noche a cenar conmigo a la mesa de Hufflepuff? Así me haces compañía.

—Claro, no hay problema.

Claro que había problema, el chico de los ojos grises que siempre dejaba un plato de comida con los nutrientes minuciosamente calculados para mi salud para luego sentarse lejos de mi se iba a enojar. Aunque era obvio pensar que ya lo estaba.

Empezó a alejarse desde hace dos semanas cuando empecé a hablar de nuevo con Cedric. Lo espere toda una mañana en el horario de siempre y nunca llegó y cuando le pedí explicaciones solo me ignoró, ¿que le pasa? ¿Quien cree que soy?

Cedric era lindo conmigo, solía traerme girasoles y me los entregaba durante los desayunos. Muy tierno, sin duda alguna un chico sencillo.
No como Malfoy que se aleja y se acerca a mi cuando le da la gana.

—¡MACK TE ESTOY HABLANDO!

Voltee rápidamente hacia Diggory saliendo de mis cavilaciones. Asentí varias veces como si hubiera escuchado lo que había dicho cuando en realidad todo dentro de mi cabeza hacía muchísimo más ruido.

—Lo siento, pero es que si te estoy escuchando.

—¿Podrías hacerme mínimo un resumen de lo que te dije?

Eso me molesto. No la pregunta en si, sino la manera en la que la hizo, se notaba por encima de sus poros que estaba empezando a enojarse. Cosa que me causo conflicto porque Draco nunca reaccionaba así cuando lo ignoraba por estar leyendo, jamás perdió la paciencia conmigo o al menos eso intentaba.

¿Cual es la necesidad de compararlos, Mackelincita? ¿Te gusta el rubio acaso? *insertando carita coquetona*

¡No! Es un idiota.

—Está bien, admito que no te escuché pero...

—¿Sabes que, Mack? Ahórratelo. Búscame cuando tú cerebro vuelva a funcionar como es debido. —me interrumpió con hastío para luego darse la vuelta y caminó hacia su siguiente clase.

Yo me quedé para en medio del pasillo, analizando el valor de mi existencia y cuando recordé que debía ir a clases saqué el pedazo de papel todo arrugado que guardaba en mi mochila. Era mi horario, tenía que ir a pociones con Snape.

###

Al llegar la hora de la cena me vi en un debate interno en donde mis neuronas discutían la idea de si ir a sentarme con Cedric o a la mesa de Slytherin.

Al cruzar la puerta del gran comedor y encontrarme con el par de ojos centelleantes de Diggory supe que debía ir con él, lo había hecho enojar esa tarde y no lo culpaba por su reacción. Cualquiera le enojaría ser ignorado.

Caminé en su dirección y al sentarme a su lado el castaño plantó un tierno beso en mi mejilla que me hizo sonrojarme al instante.

Pero todo ese color carmesí se esfumó cuando vi lo que había frente a nosotros.

¡Pizza! Cedric y sus amigos la habían traído para comer, mi boca se hizo agua al instante y en tanto me ofrecieron un poco de ella empecé a devorarla como si no hubiera un mañana.

Estaba feliz comiendo, en ese momento no me preocupaba mi dieta, ni las calorías que contenía... solo su sabor. Cuando iba por el tercer pedazo sentí una mano posarse en mi hombro, Cedric.

—Oye, ¿no te parece suficiente? Esto contiene mucha grasa y seguramente no quieres engordar, ¿o si?

Posé mis ojos en los suyos manteniendo el incómodo contacto visual, la manera en la que lo dijo fue lo que me causó conflicto. Fue como si me estuviera advirtiendo que algo muy malo iba a pasar si seguía comiendo.

«¿Qué es lo peor que puede pasarte? ¿Engordar? Por favor. Has hecho muy bien tu dieta, te mereces un descanso.»

Me tensé al instante en donde aquella voz resonó en mi cabeza como un segundo subconsciente.

Era Malfoy, después de semanas sin dirigirme una palabra me habló mentalmente. Por instinto dirigí mi vista a su dirección y lo encontré mirándome fijamente mientras comía... un helado de chocolate. Estaba ahí, en la mesa de serpientes rodeado de gente pero aún así se veía tan solo, comiendo un sabor de helado que ni siquiera le agradaba.

Esto tiene mucha grasa, además, ya no tengo hambre.

«Déjate de mierdas y come ese pedazo de pizza, no le hagas caso a ese imbecil.»

Quise obedecerlo, de verdad lo desee. Pero no pude, pensar en toda la grasa que estaba consumiendo solo hizo que mi estomago se revolviera en una sensación desagradable.

—Tienes razón, igual no iba a comerla, no soy así de glotona.

Volví a mirar hacia donde se encontraba el chico de ojos grises y lo hallé en el mismo asiento pero con una expresión de disgusto bastante notable. No le agradó mi decisión, entendible.

𝐄𝐧𝐬𝐞́𝐧̃𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐫𝐞𝐫𝐦𝐞. (Pausada)Where stories live. Discover now