Capitulo 4.

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"Maní y uvas no es comida, tu cuerpo necesita proteínas, carbohidratos y más calorías."

"Te gustan los helados de chocolate, en el gran comedor los sirven, come."

"El agua no te alimenta."

Esas tres notas habían estado llegando a mi mesita durante esta semana. No le había preguntado a Pansy sobre ellas porque no quería que ella también se diera cuenta de mi falta de alimentación.

Todos esos días había tenido un pensamiento frecuente. ¿Y si en realidad no se trataba de un chico si no de una chica? A ver, yo no tenía muchos pretendientes. Había estado cenando con Cedric estas noches pasadas pero él ni siquiera podría entrar a la sala común.

Draco...

Ay por Merlín, obviamente él no.

Tenía las tres notas delante de mi en la cama, ya las había olido y no olían ni en lo más mínimo al suave perfume de Cedric, al de Pansy ni... al Sauvage de Dior que usaba Malfoy. Las pequeñas hojas sólo olían a papel.

Me estresaba no saber de quien se trataba, me frustraba muchísimo sentirme observada constantemente y sin saber por quien. A veces incluso era turbio pensarlo.

—Oye, Mack, te busca Cedric.

Habló Parkinson entrando a nuestra habitación en pijamas, era de noche y ella venía del dormitorio de Blaise y Nott.

—¿Para qué?

—No lo sé, ¿por qué no vas a preguntárselo? —me regaló una sonrisa ladina enarcando sus cejas con picardía. Entendí la indirecta y me levanté de la cama.

No tenía ánimos de arreglarme, así que solo me pase las manos por mi corto cabello y baje a la sala común. Al salir de ahí lo vi, todavía con su uniforme.

Me hizo un escáner de arriba abajo con sus ojos y arrugó un poco el ceño. Genial, dándole mala impresión y a penas voy saliendo.

—Pensé que tendría que esperar que te arreglaras. —no supe cómo tomarme eso, si como un cumplido o una exigencia.

—Bueno... supuse que solo querrías decirme algo y luego irte, es que dentro de unos minutos empezarán a vigilar el lugar los prefectos.

—Los prefectos de Hufflepuff son mis amigos, no tendré problemas.

¡Bien por ti, amigote! ¿Pero yo qué?

—Ah, bueno, ¿y qué quieres hacer?

—Caminar un rato, ¿aceptas?

Asentí y ambos empezamos a caminar por los oscuros pasillos del lugar. Mi camisa de pijama de tirantes no me otorgaba mucha protección ante el frío pero no quería decirle nada, estaba muy concentrado hablándome de cómo fue su entrenamiento para el torneo del año pasado.

Después de un rato nos sentamos en las escaleras que daban hacía la torre de astronomía, no subimos porque él no quiso y tampoco quise insistir.

—¡Fue increíble salvar a Cho aquella vez! Me sentía tan rápido y poderoso dentro del agua.

Volteó a mirarme y le sonreí, el tema me incomodaba bastante ya que yo no le tome mucha importancia a esa competencia el año pasado. Estaba bastante aburrida.

Noté como el silencio reino y el ambiente se tornó bastante incómodo. Alguien tenía que inmutarse para librarse de él clima tan embarazoso que nos encerraba.

—¿Te puedo contar un chiste? —esperaba que eso nos hiciera reír y cortar el mal momento.

—Claro.

𝐄𝐧𝐬𝐞́𝐧̃𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐫𝐞𝐫𝐦𝐞. (Pausada)Where stories live. Discover now