Capitulo 11.

1.6K 153 172
                                    


—¿Te la jalaste por primera vez a los doce? A esa edad yo me preocupaba porque una pluma no me volaba con el Wingardium Leviosa.

—Pansy, las hormonas femeninas no trabajan de la misma manera que las masculinas.

—En realidad... el sistema hormonal de ambos sexos trabaja de la misma manera, incluso se ha llegado a decir que las mujeres pueden llegar a ser incluso más "calientes" que los hombres pero solo que estas si lo saben disimular. —interferí en voz baja en el pequeño debate que estaban teniendo el moreno y la pelinegra en medio del juego.

Sentí una mirada clavada sobre mi y cuando subí mi vista la identifiqué.

—¿Y tú cómo sabes eso?

Porque también tengo hormonas, tampoco soy un tronco seco sin emociones ni sensaciones, animal.

—Leo mucho. —me encogí de hombros reincorporándome y todos los demás hicieron lo mismo.

Continuaron las rondas y gracias a Merlín en ninguna de ellas la botella me apuntó a mi. Cuando creí que el destino estaba de mi lado la punta de asquerosa botella me apuntó a mi y del otro lado a Malfoy.

—Solo te dire una cosa, Mack, esta vez no te daremos el privilegio de elegir verdad porque ya tenemos que irnos a nuestras habitaciones y no quiero terminar esta partida con un final aburrido. —habló Pansy.

—Según la ley constitucional de la magia tengo mi total y intacto derecho a la elección. Estamos en un sumido en la pura democracia y por lo tanto...—y como era de esperarse el rubio no me dejó terminar de hablar.

—Ya, ya, cállate. Tu voz me atormenta y no me deja pensar.

Amanecimos bravas, eh.

—Pero yo no quier...

—Llevamos una hora de juego y ni siquiera has dicho una verdad de tu vida. Al menos deja que todos nos vayamos con un reto cumplido de tu parte.

No me quedó mas que acceder. Asentí con mi cabeza para que ya decidiera qué reto ponerme pero comenzaba a hacerme pequeñita en mi lugar ya que su mirada no se despegaba de mí y llevaba a ser intimidante.

Supuse que no iba a hablar pero de un momento a otro se levantó y dio unos pasos hacia mi poniéndose de cuclillas.

Acercó su cara de manera peligrosa a la mía para luego acercar sus labios a mi oreja.

—Te diré lo que tienes que hacer luego, cuando estemos solos. —susurró con una voz hipnótica acompañada de ese aliento mentolado que lograba erizarme la piel.

Mis mejillas se enrojecieron a niveles estratosféricos, noté que los demás se dieron cuenta y me enrojecí aún más al no poder ocultar mi sonrojo.

—Greengrass y Parkinson, váyanse. Zabini y Nott, quédense, esta habitación es suya. —se puso de pie y yo me quedé sentada en el suelo con las piernas cruzadas tratando de controlar mi corazón, ya que por alguna razón estaba nerviosa.

—Queremos esperar a Collingwood. —respondió Daphne con la sonrisa más cínica que alguna vez vi en mi vida.

—Entonces sigue queriendo. Ella se queda conmigo hasta que yo la acompañe.

La chica rubia se fue refunfuñando junto a Pansy dejándome con los tres chicos dentro del dormitorio y los nervios de punta. Malfoy y Theo compartieron una mirada que me hizo saber que se dijeron algo que solo ellos podían entender.

¿Hay que aprender código morse contando los pestañeos para entender o cómo?

Después de eso me tomó de una de mis muñecas sacándome de la habitación sin dejar que siquiera me despidiera de los chicos. Un paso de él eran como tres pasitos míos.

𝐄𝐧𝐬𝐞́𝐧̃𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐫𝐞𝐫𝐦𝐞. (Pausada)Where stories live. Discover now