19 - 'La puerta final' (Parte dos)

205K 28.7K 140K
                                    

19 - LA PUERTA FINAL

Parte dos

El recuerdo se desvanece mientras yo me quedo mirándolo fijamente, sin respirar.

Ni siquiera he podido asumir nada cuando una nueva imagen aparece. Es la chica. Está sentada en un tren, mirando por la ventana. Ramson está a su lado. Él la mira de reojo, esboza una pequeña sonrisa y vuelve a girarse hacia delante.

De alguna forma, sé que es el día en que ella se ha marchado. Sin avisar a nadie. Sin decir nada. Simplemente, se ha ido con él. Porque esa mañana, al despertarse, lo único que quería era él. Lo único en lo que podía pensar era él. Nada más. Nadie más.

Cuando lo mira, siente que el mundo entero se desvanece y se acerca para apoyar la cabeza en su hombro. Un extraño sentimiento de satisfacción se instala en su pecho.

No me doy cuenta de que tengo los puños apretados de rabia hasta que la imagen se desvanece y es sustituida por otra distinta. Parece una habitación de hotel de algún país cualquiera. La chica está sentada junto a la ventana. Han pasado meses. Tiene un anillo —el que le dio Ramson en esa primera fiesta— en el anular y, aunque es feliz, está agotada.

De hecho, está sumamente delgada, tiene ojeras bajo los ojos y la piel se le ha vuelto sumamente pálida, casi enfermiza. No puede beber sangre. Foster era quien se la daba... y él ya no está.

Cuando siente que la cabeza se le queda un momento en blanco, se gira hacia el escritorio. Ramson está sentado escribiendo una carta.

—Ramson —murmura, agotada—, necesito...

—La sangre está en el armario.

Ella sacude la cabeza, exhausta.

—Necesito... necesito la sangre de Foster.

Como siempre que menciona su nombre, él se queda muy quieto y aprieta la pluma con los dedos hasta el punto en que parece que va a hacerla estallar. Pero ella ya no puede estar asustada. No le quedan fuerzas.

—No —se limita a decir Ramson.

—Por favor, la neces...

—Tienes sangre en el armario.

—¡Me estoy muriendo! ¿Es que no lo ves?

Él aprieta la mandíbula y sacude la cabeza. Sigue negándose a aceptar la realidad.

—Mañana llegaremos a Braemar —le dice en voz baja—. Es lo que llevas pidiéndome años. Lo que necesitas... es llegar, tener tu propio hogar. Y te encontrarás mejor.

Ella sacude la cabeza, pero ya ha dejado de prestarle atención.

El recuerdo se sustituye. Ramson vuelve a estar con Barislav. Han pasado varios meses. Parece desesperado.

—La sangre —repite Barislav, enarcando una ceja.

—Necesito que la... la cambies. Que la que necesite sea la mía. Y que la suya sea la que yo necesito.

—Eso no será barato, chico.

—¡Me da igual! ¡Hazlo!

Barislav hace una pausa, observándolo, y se pone de pie lentamente. Mientras se mueve hacia él, Ramson se tensa de pies a cabeza.

—Puedo hacerlo... pero quiero algo a cambio. Dinero, preferiblemente —aclara, mirándolo—. Y, si no lo cumples, esta vez no seré tan indulgente.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Si no lo cumples, le pondré una maldición a tu... vampirita —sonríe—. He oído que eres muy celoso, Ramson. Sería una pena que la maldición estuviera relacionada con tu vampirita atrayendo a todo el mundo, ¿no?

La reina de las espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora