CAPÍTULO DOS - DISPÁREME O FÓLLEME

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Mihail

Las gotas de agua bajan por mi cuerpo quitándome el rastro de sangre de un insignificante ser, el cual se negaba a decirme a quien le había entregado información íntima de las personas que concurren las mesas de juegos privadas en mi casino Scorpion.

La cabeza la tengo con un persistente dolor que se intensifica por la imagen imperante de una pitonisa que quiere llevarme a la hoguera con sus deducciones de las inducciones que he provocado las veces que ultimé que era necesario, pero que dirige mi dolencia a la persistente tiesura que nace entre mis piernas por la excitante y hechizadora figura que posee.

Si bien, mi presencia en mi negocio privilegiado que, más que un negocio es como una deidad que me preside por lo que significa para todo lo que he logrado como hombre, ya que la magnitud de su relevancia no está relacionada a su importancia en una ciudad como Las Vegas, Nevada, más bien, con el infierno que se oculta debajo de sus suelos, insta a los que quieren verme destruido a obstaculizar lo que legalmente se realiza en ese sitio.

Por eso cada vez que me entero de la intromisión de personas con una fachada equívoca no pierdo mi tiempo en averiguar sus motivos de asistencia, acarreando mis reconcomios a torturas apasionantes con fines estrictamente relacionados al cumplimiento de mis tres únicas reglas; no pensar, no ver y no tocar todo lo que proclame mio, por consiguiente, nadie más que yo puede entrometerse en mis asuntos, ya que por la simplicidad de ser míos quedan prohibidos para los demás.

El cabello se pega a mi frente cuando agacho mi cabeza para ver como la sangre se escurre de mis manos, las cuales he manchado en innumerables momentos con inimaginables torturas, aunque en esta ocasión sostener un órgano en tanto que deslizaba el filo de una cuchilla me tiene el falo erecto porque hacer daño siempre será mi estimulación sexual predilecta.

«Soy un perro desenfocado a la mesura por el calor que vive en mí, si bien, amansado a la fogosidad que me ofrezca una ama en celos con ganas de follar»

Terceo mi mirada porque el vapor que se libera de mi cuerpo me traslada la mano a la extensión de mi pene y lo envuelvo percibiendo en mi palma su grosor tallado de venas gordas, las cuales se pierden en el glande.

La exaltación propia de un ser escrupuloso como yo demora el derrame del hilo lechoso que espero recibir en la mano, aunque mis percepciones adiestradas me detienen los movimientos cuando la respiración de religiosidad de Agatha Volkova hacia mi cuerpo desnudo colisiona con mi espalda.

—Me quedé esperando a que me llamaras para ir a recogerte a la pista de Apus — comenta dejando besos en tanto que acaricia mis brazos tatuados —. ¿Cómo te fue en tu viaje de Asia?

Mi respuesta se queda atascada por las reglas que la clausura, ya que me impido encarecidamente en pensar sobre lo que yo mismo tengo prohibido porque mis reglas para exigirlas debo cumplirlas yo primero, por lo tanto, en este momento en el que los latidos de mi corazón se apresuran en palpitar por el humo que se forma de las memorias que se queman me niego rotundamente en cavilar todo lo que hice en ese continente que me tiene encadenado a un esfinge femíneo por su aletargante existencia en la mía.

—Acabas de llegar de viaje, pero atendiste una tortura primero que verme a mí —me dice insistiendo en entablar una conversación conmigo.

—Prioridades —susurro lamiendo mis colmillos.

A pesar de que me llegara una invitación de los miembros del consejo de la Cosa Nostra, mafia italiana; la mafia siciliana, me tensa todos los músculos del cuerpo y me cuestiono incesantemente sobre el motivo verdadero de una fiesta en la que la presencia del líder de la mafia rusa, Bratva; la mafia roja, sea requerida para un evento en el que estarán todos los líderes de mafias que conforman la estructura más alabada del mundo criminal «The skeleton, Lo scheletro, Squelette, Skelet»; El esqueleto.

ÉXTASISWhere stories live. Discover now