CAPÍTULO VEINTIOCHO - SECRETOS A VOCES

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Narrador omnisciente

Todos tenemos secretos, secretos que van acompañados de verdades que si se llegan a saber podrían poner en peligro no solo los planes diseñados hace años sino también acabar con las personas que más se aprecian en el mundo.

En Las Vegas Eleora Martinelli clava sus uñas en las palmas de las manos ansiosa por las ganas de arrancarle la cabeza a Emmett Golden, solo escuchar como su amiga le confesó lo que había pasado en su niñez la motivó a repetir lo que le hizo a sus violadores pero ahora debía ser cautelosa por que no estaba tratando con personas comunes y corrientes sino con los Golden, militares de renombres en Estados Unidos y lo complicado no era matar a Emmett sino también matar a los padres de Ellie Golden por que para ella todos debían pagar por no creer en la palabra de su amiga, porque Eleora no tenía a nadie a quien apoyarse pero su amiga tenía a sus padres y al final ellos no cumplieron con su rol de proteger y velar por el bienestar de su hija.

Macon la observa sin creer lo que sale de la boca de esa mujer que a simple vista parece una tierna, indefensa e ingenua fémina de curvas atrayentes y mirada encantadora pero al final no es más que una asesina implacable con aires de importante.

Entendía lo de ir por el ex general pero no entendía por qué ir detrás de sus suegros sabiendo que estos eran las personas más importantes en la vida de su ahora pareja.

—Iremos por él en la noche — demanda Eleora—, solo iremos tu y yo porque esto es una venganza personal — aclara—. Espero que dejes demostrado por que eres el hombre de confianza de mi hombre — sonríe —, porque he adoptado una nueva manera de torturar y me ha empezado a gustar así que espero no tener que cortarte las pelotas si no llegamos a salir con las cabezas de los Golden en nuestras manos — Macon se endereza.

—Veré como consigo quitarme a Evangelina de arriba hoy— habla.

— ¿Porque la llamas con su segundo nombre?— cuestiona la pelinegra sonriendo.

—Me gusta más ese que Ellie — aclara —, iré a reportarme con Mikhailov para que no note mi ausencia — demanda.

Eleora observa ahora su despacho a solas donde hará nuevos tratos, necesita reconstruir el esqueleto donde solo los fuertes deben permanecer, se sienta en el gran sillón negro girando la silla dejando su vista pegada al gran ventanal donde se logra ver la gran ciudad de Las Vegas a su disposición.

El sonido de la puerta abrirse la hace enderezarse creyendo que los pasos que empiezan acercarse son los del ruso que por más ganas de querer destruirlo su amor por él la hace aguantarse las ganas.

—Eleora — empieza el rubio de ojos verdes—, debo viajar para resolver unos asuntos con el consejo — sigue.

— ¿Hasta cuándo? — cuestiona Eleora quitando el seguro de su arma sin perder tiempo —¿Hasta cuándo seguirás fingiendo, Dante? — se gira en la silla apuntando a su consejero — Te dije una vez que una cosa es que me haga la estúpida y otra que realmente lo sea — el hombre se tensa —. Tú no vas a ver a ningún consejo...

—Yo no sé lo que dices — habla el hombre—, sé que estos días has estado tensa pero no empieces a desconfiar de lo que hemos estado contigo desde siempre — se defiende.

—No desconfío si no me das razones para desconfiar — se cruza de piernas dejando el arma en el escritorio— ¿Por qué haces viajes a no sé dónde sin justificación? — cuestiona — ¿Qué es eso tan importante que te hace viajar con documentos falsos y en vuelos comerciales? — deja su vista sobre el rubio.

—Una mujer — se sincera—, desconoce lo que hago y por eso hago mis viajes como un ser humano con un empleo normal— explica—. No todos somos como tú, Eleora — afirma—. No todos disfrutamos de este mundo como tú lo haces y debemos de valernos de artimañas para darnos un respiro en esta vida de mierda.

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