CAPÍTULO TREINTA Y CINCO - VÁSTAGO

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Eleora

La vida se ha encargado de ponerme constantemente en situaciones de riesgo, de peligro y de alto nivel de estrés llevándome a tomar decisiones de las que he podido salir ilesa por la manera de proceder y son esas mismas decisiones que me han dado la sabiduría de cómo proceder en la situación actual.

Amar tanto a una persona que me pide que le entregue una muestra de amor tan poderosa como sacar de mi vientre lo que he ansiado toda la vida ha sido de las peores situaciones en las que he podido estar ya que tal cosa no es más que una muestra de cobardía más que de amor, pero una vez más me toca ser la valiente que se aferra a lo que llevo dentro de mí con uñas y dientes.

Porque si de demostrarle mi amor se trata traer a su hijo al mundo es la mayor muestra de amor que puedo tener hacia él, aunque eso signifique mantenerlo alejado de su padre y de todos los que están a su alrededor para mantenerlo a salvo y excluido del mal que abunda en este mundo llamado mafia, aferrándome a la idea de ser la madre de ese bebé, pese a que eso me cueste dejar a todos atrás.

Mihail sigue en mi espalda susurrándome sus lamentos por hacerme pasar por una situación como esta, cuando entiende que quiero ser madre, su mano no ha dejado de acariciar mi vientre y realmente es doloroso escuchar sus palabras de amor hacia nuestro hijo cuando aún está dentro de mí.

Escuchar cómo le repite una y otra vez que lo ama me rompe en pedazos, pero es un maldito cobarde y como él es fiel a su cobardía yo seré fiel a mi valentía. Me muevo entre sus brazos, que no quieren soltarme, uno mi mirada con la suya en medio de la oscuridad viendo en ella lo devastado que está, no sé qué tan grave es lo que padece para llamar a nuestro hijo demonio.

Sé que tiene una enfermedad mental relacionada con las emociones, pero no puede ser tan peligroso como para prohibirse traer un hijo al mundo.

—Perdón — se mueve levantando mi camiseta besando mi vientre—. Lo siento tanto — se aferra a mi vientre.

Acaricio su cabello pensando en cómo proceder, no puedo quedarme aquí no puedo seguir un minuto más en esta casa no después que obligué al médico hacer el expediente sobre el procedimiento mientras apuntaba su cabeza y no después de obligarlo a que programara su correo para que ese mismo expediente le llegara a Mihail porque sé lo meticuloso que es y no quiero que por nada en el mundo se entere de la existencia de mi hijo, solo mío porque él ya perdió su derecho con el solo hecho de querer sacarlo de mí.

Me despierto en la mañana entrando al baño y encerrándome en lugar vomitando una vez más intentando no hacer mucho ruido no sé cómo mierda controlaré las náuseas hasta que logre irme de aquí, pero tengo que hacer mi mayor esfuerzo para que no descubra mi decisión.

Me doy una ducha caliente odiando la fragancia del gel de baño, pero lo hago rápido para evitar vomitar más, salgo envuelta en una toalla, lo veo con una de mis bragas con una toalla femenina, me la pasa abrazándome y besa mi cabeza haciendo que esa acción siga teniendo efecto en mi por su cuidado hacia mí.

Noto como sus ojos están rojos «Pasó la toda la noche lamentándose» se aleja encerrándose en el baño y me visto con la prenda. Termino de arreglarme ocultando el incipiente asomo de vientre que no sé por qué está visible porque según el médico tengo apenas siete semanas, pero el feto tiene un tamaño como si fuera de dieciocho «Será un bebé muy grande».

Sujeto mi cabello en una cola alta dejando mi frente libre, ya que el flequillo despareció, ajusto mis botas y preparo el equipaje de mano para emprender el viaje a Italia porque para poder irme de aquí primero tengo que esperar por lo menos ver a mi hermano y a Angelo.

Mihail sale junto a mí aguardando sus palabras, vestido de negro, lo cual lo hace ver muy sombrío y con sus gafas oscuras, manteniéndose erguido con sus labios fruncido, aunque con su mano sujetando la mía como si temiera que fuera en cualquier momento de su lado, por ello, agradezco que no esté afectuoso porque su olor a perfume me pone fatal.

ÉXTASISWhere stories live. Discover now