CAPÍTULO DIECIOCHO - PERDEDORES

4.6K 347 182
                                    


Eleora

Admitir lo que sentimos por una persona suele ser algo difícil, a veces por temor a que la otra persona no sienta lo mismo y otras veces por no darle el poder a la otra persona de saber lo que significa para ti para que no lo utilice en tu contra. En mi caso ninguna de las dos opciones es válidas, ya que sé lo que siente Mikhailov por mi mucho antes de yo sentirlo por él y porque, aunque le diga lo que siento estoy preparada para defenderme de lo que sea que quiera hacerme en base a eso.

Me remuevo entre sus brazos que siempre me impiden salir, cada vez que duermo con él despierto con dolor en todo el cuerpo y no solo por el sexo sino también porque paso toda la noche en una misma posición apretada sin oportunidad de moverme.

Nos hemos pasado el día en Seattle, nos alimentamos y nos devoramos todo el día, pero necesito salir a disfrutar de una cena normal con él.

— ¡Suficiente! — exclamo para que se despierte — Cachorrito quiero salir a cenar porque necesito aire fresco.

—Ahí afuera hay mucho aire, dile a tus hombres que preparen el lugar para cenar en el jardín — habla con los ojos cerrados —, además no sé por qué mierda no me estas follando.

—Pensé que a ti nadie te follaba — bromeo imitando su voz.

—Ay Eleora — abre los ojos —, y a pesar de eso no te das como me traes.

— ¿Cómo te traigo? — alejo mi cabeza para ver mejor su rostro.

Se mueve dejándome debajo de su cuerpo y empieza a lametear mi cara como un perro.

—Me traes como un maldito perro faldero — empieza a gruñir en mi oído como si estuviera rabioso.

—Sácame a cenar — demando —, nos hemos pasado el día en la cama y necesito disfrutar los últimos días de otoño — me acaricia con su barba.

— Está bien — dice —, pero yo elijo el lugar — asiento

Me libera de su agarre y lo veo escabullirse en el baño, arreglo mi aspecto saliendo al pasillo para informarles a los chicos que se preparen.

Camino dejándome guiar del ruido que provocan los hombres al parecer viendo algún partido.

Veo a Fabrizio caminar con vasos en las manos y uno en su boca, repara mi aspecto y rodea los ojos. Lo sigo percatándome del salón que han montado, el volumen está bastante alto haciendo que mi voz sea inaudible cuando los llamo y Fabrizio se me acerca.

— ¿Ya podemos bajar el volumen? — susurra en mi oído—Porque con el zoológico que tenían ahí arriba no nos quedó de otra que buscar altavoces alternos para evitar imaginar a nuestros jefes en esa situación — habla sonriendo.

—Sí, ya terminamos —informo —. Saldremos en una hora así que vístanse con ropa casual porque no quiero que llamen la atención.

«Como si eso sirviera de algo con los altos, musculosos y atractivos que son» Me hace un saludo militar como señal de que entendió lo que le dije, subo las escaleras nuevamente para empezar a arreglarme, entro a la habitación y no veo a Mihail en ninguna parte.

Me ducho y seco mi cabello mientras que el móvil vibra indicándome un mensaje entrante, lo reviso y sonrío.

«Te espero abajo y si, es una maldita cita»

Termino de arreglarme ahora con más esmero por saber que Mihail ve nuestra salida como una cita.

—¡Joder! — chillo cuando el delineado en mis ojos no sale como quiero por lo nerviosa que estoy — Cálmate Eleora, es solo una cita con Mihail Mikhailov.

ÉXTASISWhere stories live. Discover now