CAPÍTULO DOCE - LA LIEBRE DETRÁS EL CAZADOR

6.8K 406 342
                                    

Eleora

Vivir, esa sensación de frescura, paz y plenitud que se debe sentir cada vez que se abre los ojos para darnos cuenta que aún seguimos con vida debería llenar el corazón de regocijo dándole la gracias al ser supremo que nos permitió iniciar una nueva mañana con vida, pero en mi caso no es así. Cada día de estos meses han sido la peor pesadilla que he podido tener incluso más que soportar lo que me hicieron, me lastima más despertar dándome cuenta en lo que me he convertido.

Cada día ideo la manera de apagar lo que me mantiene con vida, apagar el interruptor poniéndole fin a lo que me tiene sujeta a una vida que no quiero, no tengo motivos para seguir viviendo por eso llevaré a cabo lo que apagará los jadeos, quejidos y gemidos de los bastardos que me poseyeron, los escucho a cada instante cuando estoy a solas, solo quiero apagar las voces, sus manos sobre mi cuerpo y como mi interior se comprime cada vez que recuerdo como me penetraron.

Mihail no me quita la mirada de arriba, me cela hasta con mi sombra, no deja que nadie me toque, me vea o que piense en mi porque borra esa idea jalando el arma, se ha convertido en el protector que nunca pedí porque nunca lo he necesitado, solo quiero a alguien que me haga sentir segura, libre y en paz no un ser que trata de ocultar todo eso haciéndose el despiadado sin poder aceptar lo que lo quema por dentro al igual que me quema a mí.

No se lo diré, no le daré más derecho del que ya tiene desde que me entregué a él en Esmirna porque quien ama pierde; siempre lo he tenido claro y aunque eso me calcina cada célula de mi cuerpo cuando lo tengo cerca no puedo perder frente a un ser como él que nació para apoderarse, someter y destruir ya que solo dejo que me consuma e intente matar los monstruos de mi cabeza, pero ni siquiera él con sus palabras o con las canciones que susurra en mi oído puede matarlos.

Durante el tiempo en la clínica escuchaba todo lo que me decía, como me limpiaba haciéndome sentir peor de como ya estaba porque a pesar de estar sedada su voz entraba por mis oídos haciéndome temblar con cada toque, pero que al escucharlo mi cuerpo cedía a cada caricia tranquilizándome el corazón.

Lo sentía siempre tocando mi muñeca para tomarme el pulso, acariciar mi brazo, cantarme mientras veía no sé qué en el celular, pero que al parecer lo calmaba, siempre sentía sus pasos moviéndose por toda la habitación sacando la ira de su interior con palabras en ruso y haciéndome enojar por tener un hombre como él cuidando de una mujer como yo cuando no tiene razones para hacerlo.

Aunque el día que susurró en mi oído que me tenía un regalo; que no estaba seguro en dármelo porque eso lo haría parecer estúpido, sonreí internamente. Me contó que acababa de comprarme una estrella que sería la que lo guiara si algún día me arrebataban de sus brazos y seria la que buscaría cada noche en el cielo recordándole que yo fui suya.

Me pongo en pie aun con cierto dolor en mi abdomen, la cicatriz de la operación desapareció gracias al láser, pero aún al verme en el espejo se notan los tréboles, aunque con la primera sesión del láser algunas han empezado a desaparecer.

Me acerco a la puerta que repararon percatándome de que Mihail no esté cerca, pero lo siento, percibo su energía cerca de mi haciendo que las lágrimas se adueñen de mis ojos por tenerlo a él vigilando todo lo que hago porque nunca recibí ese tipo de atención, de protección y de seguridad, pero nada de eso aparta lo que llevo clavado en la mente y en el tórax.

Me agacho frente a la cama intentado encontrar un arma, debo ponerle fin a esto con algo que no me vuelva a la vida porque no quiero darle la oportunidad de que me despierte y me traiga de vuelta a la pesadilla de estar muerta en vida.

Toco con una mano el borde interno de la base de la cama mientras que con la otra; que ya le retiraron la escayola, me toco el costado, palmeo todo el borde hasta que encuentro lo que busco, tomo el arma entre mis manos enderezándome y quito el seguro llevando el frio hierro a mi sien.

ÉXTASISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora