Capítulo I

4K 213 2
                                    

Suspiró.

Caminaba de un lado a otro en el barco, algo nervioso y preocupado por sus compañeros, quienes, trás ir a buscar provisiones, no regresaban de aquel bosque frondoso de la isla que acababan de llegar.

Zoro había quedado como guardia del Thousand Sunny a petición de Nami, la navegadora, con intención de eludir tener que estar detrás de él para que no se perdiera. Este no se quejó, prefirió quedarse durmiendo en la proa o simplemente estar sentado bebiendo una buena cerveza.

Pero habían pasado ya dos horas. Ninguno de sus compañeros había regresado todavía ni mostrado alguna señal de vida, a pesar de que acordaron encontrarse en el barco dentro de una hora.

Zoro tomó aquella cerveza y bebió lo restante de golpe, para después salir del barco e ir a buscar a los demás tripulantes.

Decidió marcar cada árbol con su katana para evitar perderse como de costumbre, colocando una "x" en los troncos hasta formar una linea hacia el centro de aquella isla gigantezca.

Maldecía una y otra vez haber desembarcado en una isla no poblada. Se le haría más fácil encontrar a sus compañeros simplemente preguntando a los poblerinos.

Llevaba quince minutos caminando y gritando todos los nombres de sus compañeros, pero nadie respondía de vuelta, colocándole mucho más inquieto de lo que estaba.

—¡Luffy! ¡Nami! ¡Robin! —Miró a cada lado, atento a cualquier ruido que le diera una pista del paradero de los demás, pero lo único que se escuchaba era el cantar de los pájaros y las hojas de los árboles chocar entre si.

—¡Brook! ¡Franky! ¡Usopp! —Siguió caminando hasta parar en una roca gigante. La escaló con ayuda de su katana y en la cima tomó una gran cantidad de aire.

—¡Chopper! ¡Cocinero! —Miró nuevamente a cada lado, teniendo de vista las copas de los árboles verdes y frondosos de aquel bosque túpido y viviente.

—Demonios —. Zoro bajó rápidamente y comenzó a recorrer el mismo camino que tomó el primer grupo compuesto por Luffy, Nami y Robin.

Cuando vio un charco de sangre en el suelo comenzó a correr desesperadamente más preocupado que nunca.

Tras correr durante varios minutos logró divisar dos siluetas de mujeres sentadas en una roca, y al frente de ellas un hombre pequeño, quien se encontraba sujetándose el hombro. Corrió algo más aliviado hasta llegar al lugar.

—¡¿Qué demonios ha pasado?!

—¿Eh?... ¡Oh! Zoro. —Sonrió la navegante, algo asustada por el grito. —No ha pasado nada. Nos hemos cruzado con un Almirante, pero Luffy y Robin se encargaron —. Nami apuntó el camino en donde se había ido aquel sujeto. Este frunció las cejas.

—¿Y que demonios hacía un Almirante aquí?

—Quien sabe —. Respondió Robin, parándose de la roca. —Generalmente los Almirantes suelen visitar islas deshabitadas para descansar o leer información confidencial sin preocuparse de que alguien más lo esté vigilando... o quizás vino a asesinar a alguien...

—¡Robin! —La pelinaranja comenzó a temblar con tan solo imaginarse aquella escena perturbadora.

—¡Hola Zoro! ¿Cómo llegaste aquí sin perderte? —Luffy sonrió contento, con un pedazo de carne preparada por Sanji horas antes en su boca.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo después de cruzarte con alguien de la marina? —Zoro se cruzó de brazos, molesto por la normal actitud despreocupada de su capitán.

—¡Bah! No importa. ¿Has visto a los demás?

—No, vine acá primero porque me preocupé por aquella mancha de sangre.

—¿Sangre?

—Si...

—¡Es salsa! Que estúpido eres Zoro. —Rió Luffy, burlándose del espadachín, junto con las dos mujeres del grupo. Zoro solo suspiró aliviado por haberlos encontrado, y volvió por el camino seguido de aquel afamado trio.

—Tendremos que buscar a los demás para poder volver al barco. Muero de hambre.

—Si... —Nami dirigió su mirada por el camino donde fue el Almirante. —Zoro, Luffy, vuelvan ustedes al barco y quédense ahí, Robin y yo iremos por los demás.

—Bien. —Dijeron los dos al mismo tiempo, con la única diferencia de la mala pronunciación de Luffy por aquel pedazo de carne en su boca.

···

—¡Zoro! ¡Estoy aburrido!

—¡¿Eh?! Acabamos de llegar Luffy, ve a buscar algo a la cocina o no sé. —Zoro subió al barco somnoliento, dejando sus katanas en el suelo, al lado de donde él se sentaría. Definitivamente aquella búsqueda agotó todas sus energías.

Luffy no quitó su mirada de Zoro, miraba expectante cada acción que el realizaba.

—¿Puedo preguntarte algo? —Luffy se sentó a su lado con otro pedazo de carne en la boca, paralelo de sus katanas. Fijó su mirada en una en específico, Wado Ichimonji.

—Debes estar muy aburrido como para sentarte sin hacer nada más que comer.

—¿Por qué siempre andas con esa katana? —Preguntó, ignorando lo que Zoro había dicho hace unos instantes.

—¿A qué te refieres con "siempre ando con esa katana" soy un espadachín, es obvio que ne-...

—...Me refiero que esa blanca es la única que no haz cambiado.

Zoro miró su Wado.

—Cada vez que se te ha roto una katana la cambias —. Continuó a pesar del silencio del otro. —Pero cuando se te rompe esa específicamente la arreglas. ¿Por qué? —Masticó otro pedazo de carne, mirando a su compañero, quien se encontraba algo dudoso de contar su historia.

Meditó unos segundos sin quitar la vista de su katana blanca, para suspirar y fijar su mirada en su preciado capitán.

—Te contaré esto solo porque eres mi amigo. —Luffy sonrió y río a causa de su victoria, causando una mueca en el rostro de Zoro.

—Cuando era niño, tenía una amiga... se llamaba Kuina —. Recordó con alegría.
—Ella era la hija de mi sensei Koshirō, ella fue la primera persona que no le logré ganar en un duelo... 

—Me propuse superarla. —Continuó luego de unos segundos. —Entrené dos años; todos los días... todo el día, pero nunca pude derrotarla. En la batalla número dos mil, prometimos que uno de los dos sería el mejor espadachín.

Zoro tomó la Wado y la colocó en su regazo, mirándola con cariño.

—Al día siguiente, comencé mi rutina normal de entrenamiento, pero me llegó la noticia de que Kuina había muerto —. Luffy abrió sus ojos sorprendido y dejó de masticar su comida, pero Zoro lo tranquilizó con una sonrisa despreocupada.

—Días después de su funeral, le pedí la katana a su padre, y me la dio. Esa katana era esta... Wado Ichimonji. —Tomó la katana con sus dos manos y se la mostró con orgullo.

—¡Ah! Es la katana de tu amiga ¡pensaba que se la habías robado a alguien! —Luffy río por su estúpido pensamiento. —No sabía que tú sueño se basaba en una promesa.

—Solo mi sensei lo sabe... bueno, ahora tú también.

—¡Prometo no contarle a nadie! —Levantó su mano, después de darle un mordisco gigante al pedazo de carne. —Gracias por contarme, Zoro.

Zoro suspiró.

—Ahí vienen los demás.

El mejor espadachín -MiZoWhere stories live. Discover now