Capítulo X

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Bajó rápidamente las escaleras, solo con su ropa interior cubriéndolo.

No pensaba quedarse con las ganas, eso sí era algo que odiaba con todo su ser. Se fijó que Mihawk se encontraba en su sillón sentando leyendo un libro con una copa de vino en la mesa.

Infló sus mejillas y caminó hacia la biblioteca en un paso rápido, causando que Mihawk sonriera al sentir su desesperación en su caminar.

No se movió ni tampoco lo miró, siguió leyendo su libro hasta que Zoro lo tomó y lo tiró lejos de la biblioteca, mientras se sentaba encima de él y lo besaba nuevamente.

Tocó su espalda y se fijó que estaba igual que antes, no se había colocado nada de ropa, haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Inclinó su cabeza para romper el contacto y mirar al menor.

—¿Tan desesperado estás, Roronoa?

—No molestes...

Bajó sus manos hasta sus muslos, apretándolo suavemente mientras lo besaba otra vez.

Sintió unas manos pasar sobre su camisa a su abdomen, recorriendo cada parte de este hasta su pecho y clavículas, levantando su camisa junto con sus brazos.

Zoro rompió el beso para disponerse a besar su cuello, dejando algunas mordidas en algunas partes; mordidas que dentro de unas horas serán moradas.

—No me gusta que jueguen conmigo... Si comienzas algo, debes de terminarlo —. Lo amenazó, sacando una sonrisa burlona en el mayor. —Me encantas.

Estaban completamente excitados, la única diferencia era que a Zoro se le notaba más debido a la delgada tela que lo cubría.

Permitió que le sacara la camisa para que lo siguiera besando, parando en sus pezones y lamiéndolos con ferocidad.

Lo único que podía hacer era de disfrutar de aquella nuestra de cariño que estaba recibiendo, mirando cómo cada parte de su cuerpo se movía en torno a él en busca de más fricción. Hasta qué unas manos en su pantalón lo sacaron de quicio.

Vio como sus manos sacaban su cinturón rápidamente. A ese punto Zoro se encontraba entre medio de sus piernas, por lo que tenía libre acceso a hacer lo que quisiera.

Bajó el cierre y despojó sus pantalones completamente luego de quitarle los zapatos, tirándolo junto con la demás ropa.

Ahora tenía a Mihawk semidesnudo en frente suyo, listo para hacer lo que se le diera la gana.

Besó su entrepierna sobre la tela, lamiendo algunas partes para humedecer la zona. Mihawk comenzó a sentir como su miembro comenzaba de despertar de nuevo.

Se sonrojó completamente, y colocó una mano en el cabello de Zoro, controlando la velocidad de sus movimientos.

Éste se entretuvo bastantes minutos chupando y lamiendo su entrepierna sobre la tela de su ropa interior, hasta que Mihawk se desesperó por la falta de placer.

Tomó su cabello y en un gesto brusco lo separó de se su miembro, obligándolo a que le despojara su ropa interior rápidamente antes de que enloqueciera.

Apenas tiró aquel bóxer, su ingle chocó contra su mejilla ferozmente, por lo que Zoro se apresuró en lamerlo.

Sus lamidas eran rápidas y fuertes, y después pasaban a ser suaves y lentas, variando los movimientos y caricias.

Descansó su mano en su entrepierna y la masturbó, haciendo que Mihawk se resbalara en el sillón y gimiera.

Besó la punta que se encontraba llena de líquido pre-seminal y la corrió a lo largo de toda su ingle, haciendo que estuviera más resbaladiza y fácil de masturbar.

La introdujo en su boca y movió su lengua al rededor, para luego dar estocadas rápidas, haciendo que Mihawk gimiera más fuerte por el placer.

Tomó su cabello y la separó de zona baja, para levantarlo y hacer que se sentara sobre él.

Lo besó y con ayuda de sus manos levantó sus glúteos, para introducir lentamente su entrepierna.

Una gota de sudor bajó por la mejilla de Zoro al sentir algo duro entre sus glúteos, introduciéndose poco a poco causando un ardor en su entrada.

Apretó su puño en el hombro de Mihawk, comunicándole que le dolía, por lo que suavizó sus movimientos y lo acarició para que olvidara el dolor.

Besó su mejilla, cuello y hombros mientras movía la punta de su ingle dentro de él, causando que el ardor pasara a ser placer abrumante.

Besó nuevamente sus labios rojos ferozmente, introduciendo más profundo su entrepierna dentro de él, para luego comenzar a moverse en círculos.

Tomó su entrepierna y la comenzó a masturbar, sin dejar a Zoro gemir por aquel beso que seguía estando el como dominante.

Luego de unos minutos ya estaba completamente dentro de él, por lo que comenzó a dar estocadas fuertes, rápidas y profundas, permitiéndole causar mucho más placer a su acompañante y a sí mismo.

Besó su hombro e introdujo su entrepierna a lo más profundo de su entrada, haciendo que Zoro gimiera más fuerte y apretara más fuerte el hombro de Mihawk.

En esa profundidad comenzó a dar estocadas, hasta hallar el punto G de Zoro. Éste jadeó cuando la punta chocó con aquel punto de placer, haciendo sonreír a Mihawk por su hallazgo.

Dió tres estocadas para que Zoro se corriera en su abdomen, gimiendo en el proceso. Y sólo siete estocadas fuertes y profundas le bastaron a Mihawk para correrse en su interior.

Los dos yacían en el sillón jadeantes, separados y sudados. Después de cinco minutos, Zoro se levantó avergonzado y subió las escaleras sin decir nada, para luego adentrarse a su habitación.

Mihawk miró el desastre que había y se dispuso a ordenar y limpiar, después de colocarse su pantalón.

Quitó el rastro de sudor en su frente y dejó el libro en su lugar correspondiente, para luego subir las escaleras y adentrarse al baño para darse una ducha.

Zoro estaba de pecho en su cama con un dolor entre sus glúteos rojos y maltratados luego de aquel encuentro apasionado, contando todas las punzadas en su cuerpo.

Fijó su mirada en su cuerpo. Marcas rojas en sus zonas íntimas, moretones en su abdomen y piernas, y por último, marcas de uñas en su espalda y muslos.

Esa noche Zoro juró su venganza contra el mayor.

El mejor espadachín -MiZoWhere stories live. Discover now