Capítulo VI

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—Es imposible que lo derrotes, Roronoa.

—¿Tan poca fe le tienes a tu aprendiz, Ojos de Halcón? —Shanks lo miró desafiante, frunciendo sus labios de manera burlesca.

—No es eso. Yo no he podido derrotarte, y como Roronoa no ha podido derrotarme a mi...

—... Por ello lo debería de intentar —. Interrumpió, amenazándolo con la mirada. Cosa que Mihawk mantuvo sin pudor alguno.

Shanks, al ver aquella situación, decidió llevar a Zoro al patio lo más pronto posible antes de algún encuentro indeseado.

Se ganaron uno al frente del otro en el patio del castillo, paralelo al gran ventanal de la habitación de Mihawk que se encontraba en lo alto. Mihawk se sentó en una piedra cercana para ver el duelo.

—Quiero ver lo que es capaz el vice-capitán de los "Sombrero de Paja".

—Entonces prepárate, Akagami.

Zoro desvainó su Wado Ichimonji, colocándola en su boca, mientras mantenía sus otras dos katanas en cada mano.

Shanks sólo tomó con su único brazo aquella espada que llevaba en su lado derecho.

El primero en atacar fue Zoro, quien realizó su ataque más destructivo. Los babuinos que se encontraban alrededor corrieron a un lugar seguro al ver como una ráfaga de viento corría por toda la isla muerta.

Shanks sonrió y esquivó aquel ataque con ayuda de su haki, para luego correr y enfrentarse mano a mano con Zoro.

Estuvieron empatados en aquella batalla, hasta que Shanks descubrió su debilidad. Logró esquivar otro ataque de Zoro, corriendo por su lado y atacándole en su espalda.

No había alcanzado a darse la vuelta cuando un corte chocó con su dorso, dejando una herida profunda y dolorosa.

Shanks sonrió victoriosamente cuando vio a Zoro caer al suelo, adolorido.

—¡Gané!

Zoro sólo sonrió en el suelo, causando que sus labios se impregnaran de tierra y de suciedad.

—Maldición... ¿tendré que estar a tu mando durante todo este día?

—Absolutamente —. Rió, colocando su espada en su lugar correspondiente.

Ayudó a Zoro levantarse del suelo, sacando todo el rastro de tierra que estaba impregnado en su camisa, ya no, blanca.

—Lo lamento, te dejé bastante herido —. Vio como sangraba aquella herida en su espalda, dejando rastros de sangre y tierra en su camisa.

—Digamos que ya estoy acostumbrado —. Miró a Mihawk de reojo, en una especie de indirecta que Shanks captó de inmediato, causándole una gran carcajada. 

—Tu lema de "Una herida en la espalda es una vergüenza para un espadachín" llegó hasta aquí, Roronoa —. Zoro solo bufó en respuesta, mirando a Shanks para que le de una orden rápido y esperar que pase el día.

—¡Bien! Primera orden: Deberás ir a ese árbol y darle un beso.

—¡¿Ah?! —Zoro miró aquel árbol de corteza negra, incrédulo por la petición. Shanks solo se limitó por reír.

—Es mi orden, y tú, como perdedor, deberás cumplirla.

Zoro se cruzó de brazos mientras caminaba hacia ese pequeño árbol, avergonzado por lo que iba a hacer, mientras escuchaba al pelirrojo reír sin parar.

—Te comportas como un niño de cinco años —. Le gritó, cuando estuvo al frente del árbol.

Encontraba la orden completamente estúpida y sin sentido, pero el cumplía su palabra así que no tenía otra opción que acatar aquella orden.  Juntó sus labios lentamente e inclinó un poco su cabeza al lado derecho, dejando un pequeño beso en la corteza del árbol sin vida.  

Estaba completamente sonrojado y avergonzado, mirando a Shanks reír sin parar.

No se dio cuenta que Mihawk no se había reído. Este solo entreabrió sus labios e inclino un poco la cabeza al lado izquierdo.

 ¨¨

Eran las diez de la mañana cuando Shanks se fue de la isla. Dejando un gran alivio en Zoro, ya que no lo iba a obligar más en cumplir ordenes estúpidas e infantiles.

Le había hecho quitarse la camisa y actuar como gallina, comerse un huevo crudo, robarle el sombrero a Mihawk (éste le pegó en la cabeza por la falta de respeto), tratar a Shanks como si fuera un rey, llevándole todo lo que él pedía, y un montón de cosas más.

Mihawk cerró la puerta del castillo y se sentó en su sillón y se dispuso a leer otro libro, Zoro solo lo miró y su curiosidad le hizo sentarse cerca.

Cuando Zoro se sentó, Mihawk lo miró esperando alguna petición o aviso, pero comenzó a confundirse cuando Zoro no le dijo nada.

—¿Cómo conociste a Shanks? —Éste ya había centrado sus ojos en el libro, pero tras la pregunta, lo miró nuevamente.

—Lo conocí cuando tenía diecisiete años, él estaba en el barco de Roger y yo estaba comenzando mi vida de pirata. Nos cruzamos y tuvimos un duelo, y por primera vez había perdido. No lo vi hasta dos años más, cuando ejecutaron a Roger, desde ahí que nos hemos hecho amigos. —Centró nuevamente su mirada en el libro, pero esta vez sin leerlo, ya que había recordado el momento en que había visto al pelirrojo por primera vez.

Éste llevaba su sombrero de paja intacto, con su pelo rojo alisado al rededor de su cabeza redonda. Vestía una camisa blanca de líneas negras y unos pantalones de cuero café, junto con unas sandalias y una espada en su lado derecho.

Él solo llevaba una capa de color rojo puro sobre sus hombros, dejando su pecho al descubierto, solo con una cruz que ocultaba una daga. Junto con unos pantalones de tela negra y unas botas negras a juego.

Su duelo duró aproximadamente diez minutos, y había sido en el barco "Oro Jackson" del Rey de los Piratas, y como público toda la tripulación.

Pestañeó cuando recordó que estaba sentado en su sillón con su aprendiz al frente, por lo que siguió leyendo como si no hubiese pasado nada. 

Zoro se levantó del sillón sorprendido por la reacción de su maestro, y como este no dudó en contarle su historia. Se dirigió a la cocina, sacando una olla y un paquete de fideos para preparar el almuerzo.

Por primera vez había visto una mirada diferente a las demás en Mihawk. Suspiró y salió de la cocina.

—¿Qué quieres para almorzar?

El mejor espadachín -MiZoWhere stories live. Discover now