25| Viernes 22 de febrero del 2002

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Querido diario:

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Querido diario:

Había regresado a la escuela hace poco pero hoy no fui ya que me sentía mal del estómago.

Quien diría que el manos de axila volvería a intentar matarme...

Amelia ha vuelto a la escuela.

Luego de recuperarse por la llegada de una nueva alergia en su vida, los demás niños mantienen su distancia de ella luego del susto del otro día.

A la pequeña se la nota desanimada porque ya no podrá comer malvaviscos. Y aunque su padre le prometió que tampoco lo comería eso no le quita la tristeza de que no podrá volver a probar uno o de nuevo terminaría en el hospital.

Luego del receso regresa a su carpeta con los mismos ánimos abajo. Los niños no querían jugar con ella y eso la hizo sentir peor. Grande fue su sorpresa al ver una montaña de dulces sobre su libro. Ni se pregunta de quienes son los dulces y los devora con gusto.

Al día siguiente ocurre lo mismo, una montaña similar de dulces que Amelia devora hasta que debe ir a casa.

Así pasan los días hasta llegar el jueves por la noche que la pequeña no consigue dormir por un fuerte dolor de estómago. Les confiesa a sus padres que ha estado comiendo dulces que le regalaban y el viernes por la mañana la madre la acompaña al doctor.

Le dan medicina y le indican que debe guardar reposo por unos días, y sobre todo no debe volver a comer dulces por un tiempo.

Amelia se queda en casa aún más desanimada que antes porque ahora no solo no puede comer malvaviscos, tampoco puede comer ningún otro de sus dulces favoritos.

Por la tarde reciben una visita inesperada. Max y su padre.

El pequeño se preocupó por no ver a Amelia en la escuela y le trajo las tareas que dejaron. Los padre de la pequeña, conmovidos por su amabilidad, le dejan subir a donde Amelia está descansando para que le entregue él mismo los libros.

Max la encuentra recostada sobre su cama con la cabeza colgando en el borde.

—¿Qué haces aquí? —Amelia se levanta y queda sentada sobre el edredón— ¿Cómo entraste?

—Tu papá nos abrió. —Permanece en el marco de la puerta, es la primera vez que está en su habitación y no se atreve a entrar.

Amelia nota que permanece quieto pero igual no aguanta la curiosidad y revisa lo que hay dentro.

—Y... has venido para... ¿ver mi cuarto? —Eleva las cejas ya que le resulta extraño que se quede ahí.

Max deja de fisgonear y agacha la mirada como si acabara de ser descubierto realizando un crimen.

—La profesora me pidió que te trajera las tareas pendientes —murmura bajito.

—¿Qué dijiste? —Se levanta de la cama y se acerca unos cuantos pasos—. No te escuché bien.

—La profesora... —eleva su voz—. Mepidióquetetrajeralastareaspendientes —balbucea.

—¿La profesora qué? —Se sigue acercando.

El pequeño mantiene la mirada baja mientras estira los brazos y le enseña los libros como si fueran una ofrenda.

—Las tareas.

—Ah... gracias. —Recibe los libros y Max se tensa, desearía que su padre estuviera ahí para sujetarse a él y conseguir un poco más de valentía—. Aún con dolor de panza debo hacer tareas. —Suspira dramáticamente.

—¿Te duele el estómago? —El pequeño se atreve a elevar la mirada hacia ella, olvidándose todo el tema de la timidez.

—Sí, por comer muchos dulces, tal vez no debí comerlos todos. —Vuelve a suspirar al recordar su sabor—. Ahora no podré comerlos por quien sabe cuánto tiempo.

—Lo siento. —Max vuelve a agachar su cabeza—. Yo... fui quien te dejó los dulces.—¿Tú? —Amelia se sorprende—. Nunca lo habría imaginado.

—Como ya no puedes comer malvaviscos pensé que si encontrabas otro dulce que fuera tu favorito ya no te desanimaría tanto lo otro. Lo siento.

—Eso explica que cada día encontraba dulces distintos. —Asiente al unir los puntos sueltos que recién nota que lo estaban ya que ella solo se comía los dulces sin sospechar nada.

—Lo sien...

—¡Eso es brillante! —Sonríe de oreja a oreja— ¿Cómo no se me ocurrió?

A Max le extraña su cambio repentino y la mira.

—Si consigo un dulce favorito que reemplace los malvaviscos ya no me sentiré tan desanimada porque no podré comerlos. ¡A la carga! —Sujeta del brazo al pequeño con la mano libre.

—¿A dónde?

—A buscar el reemplazo de los malvaviscos.


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Hola :3

Se me complicó actualizar ayer u.u aún no me recupero del todo y antes de darme cuenta ya era tarde T.T

Les comento que ando preparando cositas referentes a la saga, y las estaré comentando tanto en mis redes como en "Valectores", si te gustaría sabes de qué trata te invito a que te pases por allá e.e

Gracias por darle la oportunidad a esta pequeña Amelia y al manos de axila :3


PRÓXIMO CAPÍTULO: 6 de julio

Vale rie*

Vale rie*

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¿Me van a dejar? [Pasado MVDH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora