Capítulo 9

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Dean se unió al ejército del señor Len, y los ayudó a ganar varias batallas. Gracias a él, los araucis recuperaron algunos territorios que habían perdido contra los villanos. Por otra parte, Murt les contó a sus amigos de lo que Dean era capaz, y no volvió a ser molestado.

Ahora era feliz. Recuperar a Diana había logrado un vuelco en su vida. Tenía a su compañera de juegos otra vez.

El duro entrenamiento de Rash le sirvió bastante, y continuó asesinando a los enemigos, pero ahora, a los enemigos del padre de Diana. A cambio él también le daba techo y comida, pero era mucho mejor que en el cuartel. Donde dormía no era mejor ni peor que el resto de sus compañeros, hasta el mismo general Len dormía en las mismas condiciones; la comida nunca le faltaba, por más que perdieran la batalla; lo trataban con cariño y no con indiferencia, lo trataban como a una persona, y no como a un arma; pero lo mejor de todo, es que Diana estaba con él. Dean fue realmente feliz todo ese tiempo.

Ya habían pasado dos años, y Diana y Dean tenían 16 años. El ejército de Len se había vuelto casi tan reconocido como el de Rash, el cual ahora había bajado bastante su reputación y no tenía tantas victorias seguidas como el de Len.

Dean ya era capaz de crear un máximo de 15 clones, y Diana había mejorado muchísimo con respecto a sus dagas y cuchillos, juntos eran prácticamente invencibles.

***

Una tarde de verano, Diana y Dean salieron a caminar y a charlar como lo hacían todas las tardes, pero esa tarde fue diferente.

Estaban acampando en una pradera llena de flores silvestres, y cercana a una laguna, de donde bombeaban agua para el ejército.

Los dos amigos se habían retado a una carrera hacia la laguna. Riendo llegaron hasta allí, y Diana fue la primera en llegar, Dean no tuvo tiempo de frenar y sin querer, la empujó al agua. Ella desde allí lo salpicó en venganza, salió de la laguna y corrió a perseguirlo para empujarlo también. Finalmente lo logró y chapotearon en el agua riendo hasta que se cansaron.

Ambos habían crecido y ya no parecían niños, pero cuando estaban juntos, no podían evitar ser infantiles. Lo cual era un contraste interesante para ver, tierno y extraño a la vez, ya que en batalla, ambos inspiraban temor en el enemigo, y hasta a veces en los mismos compañeros. Los mismos que eran considerados unos asesinos muy eficaces, se encontraban en ese momento jugando, riendo y empujándose como dos inocentes niños.

Después de jugar en el agua se tiraron en las flores a descansar al sol, para secarse un poco además.

—Ya sé que ya te lo dije —comenzó a hablar Dean—, pero te quiero mucho.

—No me canso de escucharlo —rió ella—. Todavía sigo pensando que es un milagro que estemos juntos.

Él se acomodó para tenerla más cerca y cortó una florcita.

—Para usted, mi reina —le dijo, haciendo una voz más grave.

—Muchas gracias, mi caballero —bromeó ella, siguiéndole el juego, y tomó la flor y la colocó en su cabello— ¿Sabe? He notado que no puedo separarme de usted caballero.

Dean rió.

—Es normal, mi reina, a todas las reinas les pasa.

—¡Ey! —se quejó ella y le golpeó despacio el hombro— ¿Cómo es eso de que hay otras reinas?

Dean volvió a reir.

—Es broma, no las hay. Sos única Diana —y se quedaron mirándose con ternura un ratito. Ella le acarició el cabello, como había tomado por costumbre hacer siempre, y él se recostó en el pasto junto a ella, de verdad le hacían muy bien esas caricias—. ¿Habría algo de raro...— comenzó la pregunta él— si yo le preguntara a su majestad... si ella deseara, que un caballero se convirtiera en rey?

Diana rió nuevamente.

—¿En rey? ¿Un caballero? Pues depende de qué caballero.

—No sé, yo por ejemplo.

Diana lo miró, su amigo estaba un poco ruborizado, temiendo porque ella no hubiera entendido su juego, pero ella si lo había entendido, y a la perfección.

—¿Y por qué querrías convertirte en rey?

—Por el poder, el oro, los caballos, por lo que todos quieren ser rey —le sonrió, Diana lo miró incrédula—. Es broma —continuó sonriéndole él— Es porque amo a la reina.

No necesitó decir nada más, porque Diana se le acercó despacio, le sujetó el rostro con suavidad, y lo besó. Fue el primer beso para ambos. Se habían querido besar hacía mucho tiempo. Y por fin lo habían conseguido. Dean se sentía perfectamente feliz, todo lo que necesitaba se resumía a eso, un tierno beso de la chica que amaba. Por su lado Diana también se sintió completa, no sólo había recuperado a su querido Dean, sino que ahora estaba besándolo.

—Perdón si beso mal —le sonrió ella— no lo había hecho antes.

—No te preocupes, podemos aprender con la práctica —le devolvió la sonrisa él— Entonces, ¿novios oficiales?

—Novios oficiales —sonrió ella, y volvieron a besarse.

***

En otra parte, lejos de allí, Rash ya sabía dónde se encontraba Dean.

—El ejército de Len, esos malditos araucis —les decía a sus soldados en una reunión—. ¿No les parece raro que tengan tantas victorias consecutivas desde los últimos dos años? —No esperó respuesta y continuó— Nos han robado ese día que planeaban emboscarnos. Me han robado mi arma, un arma que tanto me costó conseguir y mejorar: Dean —se oyeron murmullos— Me esforcé para entrenarlo, yo perdí mi tiempo en él, yo lo rescaté de la muerte aquel día, ¿y todo para qué? ¿Para que otro se lleve el crédito? No vamos a permitirlo, seguro Dean fue engañado o manipulado, las causas no importan. Pero Len pagará las consecuencias, no me gusta que me roben, y mucho menos si se trata de mi pase a la victoria. He estado esperando esto. Mañana se enfrentarán a un poderoso ejército de los seyrens, yo propongo que los embosquemos, (no van a poder contra dos ejércitos), y que no nos retiremos hasta recuperar lo que es nuestro: el muchacho.

—Pero, general —lo interrumpió un soldado—, Dean es muy poderoso, no podremos contra él.

—Tiene un punto débil: los enemigos sin poderes, no puede ni generar clones frente a ellos, ya que sus poderes se basan en la copia. Pero debemos tener cuidado por si sus compañeros tienen poderes que él puede copiar y clonar. Debemos alejarlo de sus compañeros.

—Aunque lo traigamos con nosotros —dijo otro—, ya no es un niño pequeño fácil de engañar, ¿cómo vamos a hacer para retenerlo si él no quiere estar acá?

—Bien pensado, pues tiene que entender que me pertenece, es mío por derecho, yo lo encontré y yo lo entrené. Ya encontraremos la forma de extorsionarlo. Tiene una amiguita, no creo que le guste la idea de verla sufrir en nuestras manos. Sé que ella tiene el poder de camuflarse, veremos qué podemos hacer contra eso. Peleará para nosotros, eso es lo de menos, el problema ahora es encontrarlo y traerlo de regreso.

DeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora