Capítulo 14

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Ya llevaba dos años de su carrera como mercenario. Ya era un temido muchacho de 18 años, y ahora invocaba 20 clones. Cada vez que había un enfrentamiento, los ejércitos rogaban porque el otro no hubiera contratado a Dean. Y él, a su manera, lo disfrutaba.

Una noche, en una guerra, Dean sintió poderes de camuflaje. Asombrado, se camufló instantáneamente. Eran iguales a los de Diana. Pero no podía ser, ella no podía estar viva ¿o sí?

—¡¡Diana!! —gritó con todas sus fuerzas. Pero no logró nada más que revelar su posición. Sus clones seguían luchando contra los enemigos de su contratador, pero él, por primera vez, paró la lucha y se dedicó a buscar. ¿De dónde provenían esos poderes?

Su desilusión fue enorme cuando lo vio: era un hombre de unos 25-30 años el que poseía esos poderes. Se quedó mirándolo un rato. No era común ver a alguien así, jamás había visto a nadie con esos poderes que no fuera Diana. Otra cosa extraña que notó tras observar al sujeto era que no tenía puesto ningún uniforme de ningún ejército. Llevaba un sombrero negro, un sobretodo largo e igualmente negro y unas botas que se veían pesadas. Usaba una escopeta a veces, y otras veces simplemente mataba con su otro poder de levantar la mano, sujetaba a la gente, y luego al cerrarla, la víctima simplemente caía al suelo escupiendo sangre, la mayoría de las veces: muerta.

Dean y sus clones comenzaron a experimentar usar esos poderes. Y se sentían muy bien. Era como si estuvieran diseñados específicamente para matar. Telequinesis y el camuflaje, su querido camuflaje, lo ayudaba a engañar el enemigo desapareciendo frente a sus ojos. Había extrañado eso.

Esa batalla fue una de las más divertidas que había vivido en toda su carrera de mercenario. Le hizo recordar viejos tiempos, y hasta se descubrió hablándole a Diana, como si ella estuviera allí con él.

—¡Jaja! ¡Le dimos, no se lo esperaba! —le dijo a su amiga y se puso serio al instante. El camuflaje lo había confundido, siempre que él lo usaba era porque ella estaba cerca, y en batalla normalmente no la veía, pero ella estaba y le contestaba. Solo que esta vez no obtuvo respuesta. Nadie le contestó. Borró los pensamientos de su cabeza y volvió a concentrarse en la lucha.

Cuando todo terminó se dedicó a buscar a ese hombre. Les preguntó a todos los que pudo si lo habían visto, por lo que se asombraron, Dean no solía hablarles, y menos para preguntar por alguien. Pero no obtuvo mucha información: quienes lo habían visto, no lo conocían y no sabían a dónde podría haber ido.

No pudo encontrarlo. Seguro había huido apenas terminó la guerra.

***

Sin embargo, por suerte para Dean, aproximadamente un mes después, volvió a verlo en otra batalla. Estaba vestido exactamente igual que la otra vez y asesinaba sin piedad a tanto a miembros de un bando, como del otro. Entonces no lo dudó y se le acercó.

—¡Ey! —le gritó. Se dio cuenta tarde de lo poco precavido que había sido, porque el hombre lo sujetó con su mano y Dean sintió apretado el corazón, de modo que eso era lo que agarraba, el corazón. Pero no se asustó, porque estaba acostumbrado a que nadie pudiera contra él. Se camufló, el hombre lo miró confuso, y un clon le disparó con otro poder de otra persona, y tuvo que soltarlo.

El hombre rodó por el suelo y se levantó rápidamente. Dean se había hecho visible y se le acercaba. El hombre le apuntó con su escopeta, Dean rápidamente lo tomó del corazón.

—A vos no voy a matarte —le dijo— ¿Quién sos?

El hombre rió.

—Como si pudieras matarme, niño.

—No tenés idea de quién soy ¿no?

—Un copia poderes, por lo visto –le respondió el hombre, en forma despectiva-. Ya puedes bajarme, si no vas a cerrar tu mano.

—Soy el mercenario más temido —le contó Dean con arrogancia.

—Felicidades, mocoso —le respondió sarcástico el hombre—. Ahora déjame seguir con lo mío.

—Mi nombre es Dean —continuó él seriamente— y no soy un simple copia poderes. —Hizo que todos sus clones aparecieran junto a él y todos se camuflaran a la vez

—Ya veo —murmuró el hombre.

—Y no solo eso. Puedo copiar los poderes de todas las personas a mi alrededor en un rango de aproximadamente un poco más de una cuadra. —Entonces notó en el hombre que algo cambiaba, ahora lo miraba con avaricia y tentación. Perfecto, era la mirada que buscaba.

—Quizás puedas serme útil —le respondió—. Mi nombre es Killcide. Te voy a contactar cuando termine de divertirme aquí.

Dean lo soltó, eso quería escuchar. Y Killcide continuó asesinando personas. Él volvió a lo suyo: matar a los soldados enemigos. Pero no dejó de pensar en aquel hombre.

DeanWhere stories live. Discover now