Capítulo 18

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La mujer se abalanzó a abrazar a Dean, con lágrimas rodando por su rostro.

—Lo siento tanto, lo siento –repetía.

Dean estaba atado, de modo que no pudo devolverle el abrazo, pero de todas formas, probablemente no lo hubiera hecho, estaba en shock por la reacción de su captora.

—¿Qué te pasa? –le preguntó, y justo cuando lo dijo se percató del poco tacto que había tenido al pronunciar esas palabras, pero es que era cierto, todo esta escena había sido de lo más desconcertante viniendo de parte de una concejal villana que segundos antes había amenazado con destruirlo.

—Dean –la mujer escrutaba el rostro un poco herido del chico que tenía en frente—, te dieron un lindo nombre...

—¿Gracias? ¿Cuál es el tuyo? ¿Y quién sos?

La mujer se secó las lágrimas.

—Lo siento. Mi nombre es Maya, y yo, Dean, soy tu madre.

Dean se quedó quieto sin decir nada por unos momentos. No. Ella no era su madre. Su madre era aquella mujer que lo había criado y cuidado, a quien había visto morir en sus brazos por culpa de una invasión villana a su pueblo.

—¿Te refieres a que eres mi madre biológica? –le preguntó, para quitarle el título de "madre" que solo tenía una persona para él.

La villana asintió.

—Todos los días me persigue la culpa de haberte abandonado, abandoné a mi familia.

De repente, Dean se sintió incómodo por primera vez en años, sin saber qué hacer, atado, frente a una mujer que lloraba angustiada.

—Pero aquí estas –Maya volvió a mirarlo y a secarse las lágrimas—, lo siento tanto.

—Si te arrepentías tanto, ¿por qué me diste en adopción? –le preguntó Dean, curioso, él no era nadie para juzgar las decisiones de las otras personas, las suyas propias habían sido, en su opinión, las peores. Pero sentía curiosidad por conocer la razón.

—Yo era muy joven, Dean. Y era una prodigio con mis poderes, mis padres planeaban un futuro brillante para mí. Si me hubiera quedado contigo, jamás hubiera podido ser lo que soy hoy, una concejal villana, el puesto más alto de la nación.

—Entiendo –respondió él. Pensó por unos momentos en lo diferente que hubiera sido su vida: jamás habría conocido a Rash, pero tampoco a Diana. Habría sido un villano, en vez del alma libre que era ahora—. ¿Y qué hay de mi padre biológico? ¿Quién es?

Maya se puso seria.

—No lo sé, solo sé que era alguien capaz de cambiar de forma, y probablemente también podía copiar poderes, como tú. Me engañó, pensé que era otra persona.

—Ya veo –Dean pareció comprender—. Tengo otra pregunta, ¿por qué me llevaron a Araucis? ¿No debía estar en un centro de adopción villano?

—No lo sé –respondió sinceramente ella—, supongo que tenemos mucha población en la Nación, y en Araucis necesitaban niños para adoptar. No lo sé, una vez que te dejé en el centro de adopción me hicieron firmar papeles para asegurarse de que ya no reclamaría nada sobre ti. Pero, ¿qué te pasó allá? ¿Cómo es que tú, Dean, mi hijo, terminó siendo un aliado de Killcide? ¿Un temible mercenario?

Las cejas de Dean se angularon hacia arriba de sus ojos azules. Esa pregunta. Muy similar a una que años atrás le hubiera hecho Diana... ¿cómo es que había terminado siendo un temible guerrero?

—Pasaron muchas cosas. –La verdad era que nada había sido fácil para él.

—Entiendo... —Maya se quedó mirando un punto fijo por unos segundos, y después volvió a mirar a su nuevo hijo a los ojos—. ¡Pero ahora todo puede cambiar! ¡Ven conmigo! –Se apresuró a desatarlo.

—¿Qué?

—Eres mi hijo, Dean. Eres el hijo de una concejal villana, tendrás todo lo que quieras y más. ¡Tienes una familia! Tienes que conocerlos.

—¿Una familia? –¿La vida le estaría dando, acaso, otra oportunidad?

—¡Sí! –exclamó Maya—. Tienes abuelos, tíos, primos, mucha gente. ¡Y estarán encantados de conocerte! Pero debes frenar esta locura –Maya lo miró a los ojos, seria—. Tienes que dejar de apoyar a Killcide, sin ti, caerá muy pronto.

—¿Traicionarlo? Eso no está en mis opciones, lo siento. Me ha pagado, es mi jefe ahora, hasta que se termine el contrato.

—No, traicionarlo sería que te unieras a nosotros. Lo que te pido es diferente, solo no hagas nada, por favor. Te llevaré a casa, pero no interfieras. ¿Cuánto te ha pagado? Tengo mucho dinero, le pagaremos el doble si te deja en paz.

¿Dejarlo en paz? No es como si Killcide fuera Rash, Dean había ido voluntariamente a buscarlo, habían firmado un contrato.

—Entiendo que lo veas como un trabajo –habló entonces la villana, al notar el silencio de Dean—, pero piensa como en lo que es realmente: matanza sin sentido. En nuestro próximo enfrentamiento, ¿quién sabe qué pasará? Puedo ser quizá, la próxima en morir. ¿Te das cuenta? Killcide tiene que ser frenado.

Dean la observó unos momentos. Ella tenía un punto, pero entonces, él debía elegir, entre su honor de mercenario y una familia... 

DeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora