Capítulo 16

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La revolución villana que planeaba Killcide, fue todo un caos. Killcide decía que así debía ser, que había que tener paciencia, que siempre las grandes revoluciones habían empezado con caos, pero que al final habían terminado en un gran bien para el mundo.

Dean ayudó fielmente a su jefe, aunque no lo disfrutó como pensaba que haría. No fue para nada fácil, pero habían tomado control del Concejo de Villanos. Killcide, Dean y su equipo ahora estaban dentro de ese edificio, y los villanos de altos mandos habían sido desalojados. La Nación Villana estaba bajo una anarquía total.

Pero a Dean poco le preocupaba el destino de esa nación. Aunque tuvieron que librar batallas día y noche, contra villanos, contra grupos mafiosos, contra seyrens, que aprovechaban el caos reinante y atacaban para llevarse todo lo que pudieran. En fin, Dean estaba exhausto. Pero una noche, cuando el equipo de Killcide y él eran atacados nuevamente por los concejales villanos que venían a recuperar su edificio de control, Dean abrió los ojos con sorpresa al notar que una de las villanas se duplicaba igual que él, y podía producir mucha más cantidad de clones que él, diez veces más, al menos. Claro, que sin copiar poderes, ¡pero de todas formas! Dean jamás había conocido a alguien que también se clonara. Observó a la mujer y evitó hacerle daño durante la batalla, tenía el pelo negro lacio y largo, y los ojos azules... como él. ¿Sería acaso...?

Cuando terminaron el combate, Killcide y su grupo festejaban otra victoria en el poder, pero Dean decidió seguir a los villanos, especialmente a aquella mujer. ¿Quién era? ¿Por qué podía duplicarse como él? ¿Por qué era tan parecida físicamente?

La vio entrar en una de las carpas donde estaban acampando para volver a atacar a Killcide muy pronto. Eran las carpas más grandes y elegantes que Dean había visto en su vida, y eso que él había acampado con ejércitos muchas veces. Todos tenían el uniforme rojo y negro que Dean ya reconocía e identificaba con los villanos, gracias a Rash. El uniforme que él mismo había usado tantos años en su juventud.

En cuanto notó que la mujer se quedó sola en una carpa, Dean la interceptó.

—Ey.

—¡Ay! –gritó ella, y de inmediato se multiplicó tantas veces como fue posible dentro de ese espacio reducido.

—Tranquila –Dean elevó las palmas de sus manos, en señal de que venía en son de paz—, solo quiero hablar.

—¿Quién rayos eres? ¿Estás con el chiflado de Killcide, cierto?

—Sí, pero no vengo por eso.

—Estás loco entonces si vienes por otra razón, lo único importante es recuperar lo que es nuestro y que ustedes nos han arrebatado. Si no te vas ahora mismo, voy a tener que atacarte, y pedir refuerzos para terminar con tu amenaza de una vez por todas.

Dean bajó la mirada, claro, que tonto había sido. ¿Qué importaba si esa mujer era su familiar biológica? No era su familia realmente, evidentemente era más importante la lucha que estaba llevándose a cabo afuera. ¿En qué estaba pensando? Sus estúpidos sentimientos no debían interponerse en el trabajo, Rash le había enseñado eso y había tenido razón. Si no hubiera sido tan impulsivo aquella vez y no hubiera querido vengarse de Rash, nada malo le hubiera pasado a Diana... Esto era un error, otro de sus errores impulsivos, sería mejor marcharse.

—De acuerdo, lo siento –le respondió el chico.

La mujer observó la espalda de Dean mientras se retiraba, era Dean, claro estaba, la mejor arma de Killcide, y era el original. En batalla nunca podían encontrar al original y sus clones no recibían daño. Ella, como una clonadora, sabía cuál sería el punto débil de Dean: su versión original. Y estaba ahí, dándole la espalda, indefenso. La clave para terminar de una vez por todas esta locura y sacar a Killcide del poder. Estaba al alcance de un simple disparo.

DeanWhere stories live. Discover now