Capítulo 11

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Al anochecer, llegaron a donde se encontraba el ejército de los seyrens y se prepararon para emboscarlos. Inmediatamente, ellos salieron en su defensa y la batalla comenzó. Dean y Diana se adelantaron como de costumbre, a asesinar unos cuantos al principio de la batalla. Los clones se beneficiaban del camuflaje de Diana, además de los poderes de los adversarios; y ella aprovechaba para asesinar delicadamente con sus cuchillos sin correr ningún peligro, refugiada tras su camuflaje.

—¡Tenemos que llegar a la torre! —le gritó Diana, y Dean intentó divisarla, estaba más lejos de lo que imaginaba. Ambos tenían una bomba cada uno por las dudas de que no pudieran llegar juntos, que en efecto fue lo que sucedió.

No habían pasado ni unos pocos minutos desde que la batalla comenzó, que el ejército de Rash apareció por la derecha, con sus uniformes rojos y negros que Dean reconoció al instante. Parecían estar del lado de los seyrens, y eso, aunque muy extraño tratándose de villanos, no era nada favorable para el ejército de Len.

Sin importar nada, Dean y Diana comenzaron a abrirse camino hacia la torre. Pero un grito los detuvo:

—¡Ahí está Dean! —escucharon que varios hombres de Rash gritaban y se acercaban hacia él.

—¡Cuidado, Dean, vamos! —le gritó Diana preocupada.

—Yo me encargo —le contestó él— vos llegá a la torre.

—¿Qué? ¡No voy a dejarte solo!

—Sé lo que hago, no te preocupes. Tengo un par de asuntos que arreglar con Rash –Y diciendo esto, corrió hacia donde provenían los del ejército de Rash, sabía donde encontrarlo: a salvo, detrás de toda la pelea, seguro allí se encontraría él.

Diana suspiró, resignada, Dean nunca iba a obedecerle. Rogó porque no le pasara nada y se abrió paso hacia la torre.

Dean, por su parte, luchó contra todos los soldados que venían directamente hacia él. Por suerte pasaban cerca guerreros de su bando o seyrens que tenían poderes, porque ningún soldado de Rash tenía, el muy maldito sabía cómo funcionaban sus clones.

Finalmente logró salir de la pelea y corrió hacia donde debía encontrarse Rash, sobre alguna lomada o elevación para poder vigilarlo todo. Y efectivamente, allí lo encontró, en una colina.

—Bravo —le dijo—, asesinaste a varios de mis mejores soldados, pero ya basta de juegos, el cuartel te espera, Dean, volvamos a casa.

—¡El cuartel no es mi casa! —le gritó él— ¡Me engañaste, mi padre sí estaba vivo! No me rescataste, ¡me robaste!

—Wow, ¿cuántas mentiras más te dijo el viejo Len? Vamos Dean, yo te entrené, yo te enseñé todo lo que sabes, por ejemplo ahora, no puedes usar tus clones asesinos ¿no? No sé cuál es tu truco, o si por fin entendiste que me pertenecías.

—Yo no te pertenezco. ¿Por qué me hiciste eso? ¿Por qué me obligaste a servirte? ¿Por qué me engañaste de esa manera?

—Que desagradecido, Dean, yo nunca te engañé, tus padres habían muerto, era verdad, no tenías a donde ir. Yo lo único que hice fue criarte como a un hijo. ¿Y así me lo agradeces?

—¡Mentira! Ya no mientas más. Arruinaste gran parte de mi vida, y eso no voy a perdonártelo –le lanzó sombríamente.

—Te gustaba matar, y por lo que veo, te sigue gustando. No entiendo por qué tan enojado conmigo. Por cierto, has crecido bastante, ¿el viejo Len te enseñó nuevos trucos? Ya estuviste afuera dos años, es suficiente, vinimos a buscarte. Y vas a venir con nosotros al cuartel.

Dean sonrió con malicia.

—Entonces viajaron sin sentido, porque se van a ir con las manos vacías. Te serví por siete años, vos deberías agradecerme a mí.

—Veo que dejaste de respetarme. Voy a tener que pasar al plan B. ¿Sabes dónde está tu amiguita? Si no vienes con nosotros ella va a pagar las consecuencias.

—Te reto a que la encuentres, y si la encontrás no creo que puedas atraparla —se burló Dean— ya estás bastante viejo. Es más, ni siquiera sé cómo vas a hacer para atraparme a mí.

—Esa parte es fácil —Y le apuntó con un arma.

—¿Dispararme? Qué inteligente —se burló Dean nuevamente—. Ahora que lo pienso, nunca te he visto pelear. ¿Por qué no me demostrás de lo que sos capáz y peleás conmigo? No tengo clones, solo nosotros, uno contra uno. Una pela justa.

Los ojos azules de Dean, detrás de sus lentes, mostraban una chispa de rabia, una chispa de venganza. Se desquitaría de la mejor manera, luchando.

Rash dejó su arma a un lado y se abalanzó sobre Dean, pero el muchacho esquivó su golpe y se lo devolvió en el estómago. Rash gimió de dolor, intentó golpearlo una vez más, golpe que Dean también esquivó y se acercó para golpearlo repetidamente. Rash bloqueaba como podía, pero lo cierto era que Dean tenía una ligera ventaja por ser más joven y estar mejor entrenado.

En cuanto Rash notó su clara desventaja, sacó un cuchillo de su cinturón y se lo clavó a Dean en el costado derecho. El chico abrió los ojos soportando esa puntada de dolor cortante. Rash lo tomó del mentón:

—Si he dicho que eres mío, es porque eres mío —le susurró.

Dean sintió que la rabia le anulaba el dolor de la puntada, lo empujó por la colina, Rash se tropezó y rodó colina abajo. Eso le dio tiempo a Dean de mirarse la herida, el muy cobarde había usado un cuchillo. Se acabó, ya no jugaría limpio.

Bajó rápidamente hasta donde se encontraba su adversario, y ya estaban muy cerca de la batalla original, por lo que Dean pudo sentir los poderes de los combatientes, y fue suficiente para que generara sus clones. Quince clones contra uno. Rash, desde el suelo, porque todavía no había logrado ponerse de pie, los miró asombrado.

—Wow —le dijo— has progresado —antes de que todos los clones programados para la batalla se vinieran en su contra.

—Y mi rango para copiar los poderes también aumentó —fanfarroneó Dean, y no tardó en asesinarlo.

Esa fue la muerte que más disfrutó al provocarla, porque fue venganza, una muy merecida, y no como todas las demás, que eran simples desconocidos. Rash ya no iba a molestarlo a él ni a nadie más. Sintió un profundo alivio.

Se quedó observando el cadáver de su antiguo jefe por un pequeño momento. En parte algo lo había ayudado, si no fuera por Rash, él no sería lo que era ahora. Le echó una mirada victoriosa antes de retirarse.

Fue entonces que miró la torre. Se extrañó por que no hubiera explotado todavía. Quizás Diana no había llegado. Decidió abrirse paso hacia allí luchando y asesinando con sus clones. Pero ya no tenía la agilidad de siempre, esa puñalada en el costado le dolía mucho, y estaba desangrándolo.

DeanМесто, где живут истории. Откройте их для себя