Capítulo 19

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Después de meditarlo durante un día entero, Dean había tomado una difícil decisión. Llamó a Killcide a la sala de reuniones del Concejo para hablar con él civilizadamente y comunicarle su renuncia. Pero el hombre no se lo tomó muy bien.

—¡Esa tipa puede ser tu madre biológica, pero yo, Dean, soy tu jefe! –le gritaba—. ¡Me debes dinero si te vas ahora!

—Lo sé, siento terminar así el contrato, te devolveré el dinero con intereses.

—¡No! –Killcide tiró varios papeles y carpetas que reposaban sobre las superficies de la sala de reuniones—. ¡No te vayas! ¡Maya es una villana! ¡Te está usando! Es todo lo que saben hacer esos concejales buenos para nada.

—No hables así de ella –lo enfrentó Dean.

—¡Ella te abandonó cuando eras un bebé! ¿Crees que le importas?

—Las personas cometemos errores –le respondió Dean, cerrando el puño, recordando los suyos propios.

—Y tú estás cometiendo un grave error ahora mismo. ¿No ves que estamos a punto de crear un cambio? —con cada pregunta que pronunciaba, Killcide iba elevando más y más su tono de voz—. ¿De que la revolución funcione? ¿De que esos ricachones dejen de gobernar al pueblo villano? ¿De que dejen de conquistar a otros territorios como si fueran cosas que pueden poseerse?

A Dean no podían importarle menos esos asuntos políticos. Había vivido sin rumbo ni objetivo durante estos últimos años, sin Diana no había nada que le diera un sentido a sus acciones. Recordó entonces la razón de por qué se había unido a Killcide.

—Decime, ¿sabés de dónde vienen tus poderes? ¿Conocés a alguien que tenga poderes similares a los tuyos?

—Las personas que conocía ya están muertas. Estaban locas.

Quizás era inútil. Aunque Killcide tuviera el poder de camuflaje de Diana, no conocía a más familiares que pudieran estar relacionados con ella, y de todas formas, nadie sería Diana. Nunca más. Solo Diana era y había sido su reina. Su novia oficial.

—Fue un honor luchar a tu lado –Dean le tendió la mano a Killcide, era verdad, lo consideraba un honor. El hecho de poder usar los poderes de Diana todo ese tiempo había sido, sin duda, disfrutable.

—Espero que sepas que estás tomando una decisión equivocada –le respondió Killcide, devolviéndole el gesto pero de mala gana.

Dean observó las pupilas oscuras de ese hombre. Lo entendía en el fondo. Sabía lo que era sentirse solo, incomprendido, y admiraba que él sí tuviera la valentía de tener sueños y de llevarlos a cabo, aunque eso fuera desatar el caos en una ciudad.

—Espero que encuentres lo que buscás –le respondió Dean.

—Ya lo tengo –le respondió Killcide—, yo sí soy libre de tomar mis propias decisiones.

DeanWhere stories live. Discover now