Capítulo 56 - Esperanza

138 38 36
                                    

A pesar del odio, aquel par de primos parecían estar conformes con el trato realizado. Ninguna de las dos partes falló en ningún momento y gracias a eso lograron demostrar a sus familiares y amigos que podían tolerarse... o al menos lo intentaban, aunque los insultos no faltaban en medio de la conversación.

Y el último domingo de otro mes llegó. Yibo podía escuchar ruido en el primer piso que poco a poco lo despertó. Giró levemente mirando aquel pequeño el reloj metálico a su lado.

— Que mierda... apenas serán las 6 de la mañana... —se quejó y nuevamente se cubrió con las sabanas.

— ¡Oye! —Entró Yitian tirando la puerta haciendo que golpeara contra la pared al abrir— Es domingo ¿dónde está el pedazo de basura que llamas bicicleta?

Yibo gruñó y bajó levemente las sabanas mirando a su primo con molestia— En el patio, animal.

— Gracias, idiota —Yitian se alejó dejando la puerta abierta.

— Este pendejo... —Enojado se levantó cerrando la puerta y tomando una camisilla para cubrir su pecho desnudo. Se acercó a la ventana y esperó a que su primo saliera. El chico se subió a la bicicleta y sin más partió hasta salir del rango de visión de Yibo— ¿A dónde irá? —murmuró— Que importa, mientras traiga mi bicicleta en una pieza no me importa a donde se largue.

Yibo traía mucha curiosidad. Había notado que su primo sin falta desaparecía los domingos a las 6 de la mañana y regresaba entre 2 a 3 horas después, sin embargo, un tema más traía su mente aún más distraída.

— Yibo, hijo. Necesitamos hablar contigo —dijo el señor Wang llevando al menor hacia la habitación principal donde su madre estaba sentada. Se notaba angustiada.

— ¿Ocurre algo? —preguntó Yibo con curiosidad.

La pareja se miró antes de hablar— Hijo ¿Has leído el periódico?

Yibo negó— No lo leo, me aburre ¿qué ocurrió?

— Hace una semana llegó una noticia terrible desde América. Los bancos en Nueva York están quebrando por lo que la economía de allá ha decaído demasiado. — respondió su madre.

Yibo no entendía por qué debía saber noticias acerca de otro país, pero igual colocó una cara de asombro— Wow que mal.

Su madre claramente captó su falso asombro— Yibo, esto es serio. En Londres están contemplando la noticia de cerrar fronteras para evitar que tal catástrofe económica llegue aquí.

Enseguida Yibo abrió grande los ojos— ¿Cerrarán todo? Entonces... ¿No van a viajar más?

Ambos adultos negaron. El señor se sentó en la cama al lado de su esposa— Hijo... Lo que tu madre quiere decir... es que debido a esta situación no podremos estar en gran contacto con nuestros amigos en China y sumando la cantidad de guerras civiles de allá dimos la orden de que todos se dispersaran para que buscaran un mejor vivir.

— ¿Q-Qué? Pero... Si no hay nadie en China eso significa que... —Yibo empezó a sentir una corriente fría bajar por su cuerpo.

— Lastimosamente... No podemos buscar más a Xiao Jiong —En el momento que el señor Wang mencionó aquello su esposa empezó a romper en un pequeño llanto.

Yibo negaba angustiado— P-Pero... no puede ser... debe haber otra solución ¿no?

El señor negó— Tratamos de hablar con Baker, pero nos dijo que era imposible y muy arriesgado siquiera pasar el canal. A no ser que sea algo de urgencia darán la orden de cerrar toda la isla.

Los ojos de Yibo no podían estar más abiertos. En su mente volvía a pasar aquellas palabras de esperanza y animo que solía repetirle a Xiao Zhan para que nunca se rindiera.

[1937 | Un Viejo Amor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora