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Win se encontraba sentado en su cama, tenía puesto un bonito suéter color celeste porque hacía frío

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Win se encontraba sentado en su cama, tenía puesto un bonito suéter color celeste porque hacía frío.

Estaba curioso porque había un chico con un extraño color de cabello merodeando por la casa, y sus padres le habían dado una charla muy larga sobre que Bright era un amigo.

Win jamás había tenido amigos, así que no sabía cómo hacer uno.

Recordaba que la única vez que había ido a la escuela, unos niños lo invitaron a jugar, pero Win no quería. Cuando tomaron su brazo, pudo sentir como su corazón latía tan fuerte que temió que esté se saliera de su pecho.

Se sintió muy mal y su estómago se revolvió como sí hubiera subido a una montaña rusa.

Y eso no le gustó. No y no.

Había pasado lo mismo cuando mami y papi lo abrazaban.

Win no quería contacto con nadie.

Le daba mucho miedo.

Y por eso ahora no quería bajar de su cama. Porque eso significaba que tendría que hablar con Bright.

El pequeño prefería colorear sus dibujos.

Sip, eso sonaba perfecto.

Win acercó su silla pequeña a la mesa de su habitación y acomodó unas hojas y lápices.

Dibujó un gatito.

Bright entró por la puerta dando saltitos.

—¿Qué haces, Winnnnn?

—Mamá dice que hago obras de arte, me gusta el color azul.

—Estoy aburrido— dijo Bright.

—Puedes irte.

—Okay.

Y Bright abandonó la habitación con un mohín en sus labios.

Y Bright abandonó la habitación con un mohín en sus labios

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Pasitos de Pingüino ; 𝗯𝗿𝗶𝗴𝗵𝘁𝘄𝗶𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora