Cinquante-huit

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Una taza de café estaba a un lado de la laptop de Win.

El pelinegro se encontraba bastante interesado leyendo un e-mail que Gulf le había enviado hace poco. En el escrito, decía que Gulf había encontrado a un pequeño que quería conocerlo, y que debía ir urgentemente al lugar donde daba sus clases esa misma tarde.

Win se arregló un poco, y salió camino al lugar. Agradeció a todos los santos que se le hizo rápido el camino, al ser domingo, las calles estaban algo vacías.

La sala de Win era la única que tenía las luces encendidas, debido a que nadie trabajaba ese día. Se escuchaba música dentro, y el alto no tardó en entrar allí, viendo que Gulf se encontraba sentado algo lejos de un pequeño niño que mantenía su cabeza abajo y movía sus piecitos al ritmo de la canción.

Gulf se levantó para abrazar a Win con ánimo y su característica sonrisa coqueta. Pero Win no pudo evitar sentir curiosidad por el niño de la sala.

—Él es Time, tiene la misma fobia que tú hace unos años— Win le miró, sintiendo como su corazón se oprimía con tristeza —Lo encontré vagando por mi ciudad, estaba sólo. Lo llevé al centro de la policía pero en su expediente salía que vivía en un hogar de menores, y por lo que me dijo, estaba asustado y no quería volver. Le compré ropa y se quedó en mi casa para que pudiera calmarse y tratar de comer algo. Pero pensé que tu podías ayudarlo.

Win jamás le desearía, ni a su peor enemigo, todo lo que él pasó. Y ahora sólo quería ayudar a ese pequeño. Se acercó lentamente, sin hacer mucho alboroto. Gulf simplemente no pudo aguantarse las lágrimas cuando vio la expresión de Win, como si se viera él mismo reflejado.

—Hola, mi nombre es Win.

—H-hola.

—Mira, sé que tienes miedo, pero puedes confiar en nosotros. Yo te ayudaré, con pequeños pasitos… como pingüinos ¿Ok?

Pasitos de Pingüino ; 𝗯𝗿𝗶𝗴𝗵𝘁𝘄𝗶𝗻Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora