Capítulo 3

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El cielo cubría la ciudad con un manto de nubes rosadas mientras que el sol caía en el horizonte ante los pies de la noche. El reloj marcaba que eran casi las siete de la noche y Helena estaba a unos cuantos pasos de llegar a su apartamento.

Era tantas sus ganas de llegar a su casa y descansar después de un productivo y exhaustivo día, que no notó como una extraña mariposa azul la comenzó a seguir desde que puso un pie fuera de las oficinas de la empresa Carter.

Esta mariposa azul la seguía detenidamente y en el momento en que la puerta del apartamento de Helena se abrió, aceleró su aleteo para entrar antes que la propia mujer. Parecía que la mariposa necesitaba estar dentro de la casa.

Cuando la puerta se cerró, Helena soltó un largo suspiro mientras se quitaba los zapatos y arrojaba su bolso y su saco hacía algún lugar de su casa.

Dispuesta a dirigirse al sanitario para preparase en la tina un baño caliente de burbujas, la mariposa descendió hacía el teléfono que se encontraba posicionado sobre una mesa de cristal en la sala de estar.

Una vez que la mariposa tocó el teléfono este emitió el sonido de que una llamada había entrado. Helena se acercó al teléfono con la intensión de contestar la llamada y la mariposa revoloteo lejos de la vista de la mujer.

De a ver visto la pantalla del teléfono se habría dado cuenta que está no tenía una serie números, ni la leyenda “no disponible” o aquella de “número privado” pero aún así timbraba. De a ver visto la pantalla así, Helena no habría contestado, pero afortunadamente no vio la pantalla y por ende, sí contestó

—Diga —contestó Helena—, Helena Carter al habla.

Silencio y nada más.

—¿Hola? —insistió la joven Carter—, ¿hola?

Al no escuchar una respuesta Helena apartó el teléfono de su oído y habría colgado de no ser porque una voz femenina exclamó su nombre.

—¡Helena!

Rápidamente la susodicha regresó el teléfono a su oído.

—¿Emily?, ¿eres tú?

El otro lado de la “línea” se escuchaba distorsionada y la voz de Emily era casi irreconocible y muy difícil de entender.

Hel...dame...trar...la verdad.

La interferencia impedía que el mensaje se transmitiera correctamente.

—No te entiendo —replicó Helena—, ¿podrías repetirlo?

La distorsión se intensificó cada vez más hasta llegar un punto en el que desapareció completamente.

Ayudame a encontrar la verdad.

Y la llamada finalizó dejando a Helena bastante confundida. Marcó el número de la residencia de su hermana pero no fue ella quien contestó sino fue uno de los guardias de seguridad.

—Residencia Lambert.

—Hola, soy Helena Carter, hermana de Emily Lambert. Quiero hablar con ella.

Por supuesto, yo le aviso que se desea comunicar con ella, aguarde un momento.

Pasaron varios segundos, un minuto y esa espera se sintió como la más larga de su vida. La voz horrorizada y alterada del mismo hombro volvió a escucharse y no traía buenas noticias.

—Seño-ñorita Helena.

El tono de la voz de ese hombre mostraba terror en sus palabras y ese terror fue sentido por Helena también.

—¿Qué sucede?

—¡Su hermana está muerta!

Esas cuatro palabras dejaron a Helena en un estado de desorientación y tristeza. Está vez colgó ella sin agregar nada más. Por sí acaso, Helena llamó al novecientos once, contestando una operadora

Novecientos once, ¿cuál es su emergencia?

—Creo mi hermana está muerta.

—Denos la ubicación.

***

Ambulancias, patrullas, periodistas, reporteros y algunos vecinos arribaron la mansión Lambert-Carter había una gran conmoción pues los reporteros y los periodistas hacían su típico alboroto.

«¿Alguna declaración?, ¿cuál es la situación?, ¿qué sucedió?, ¿cómo va el caso Carter?»

Lo único que impedía que los reporteros y periodistas pasaran eran los policías ya ni siquiera la cinta amarilla era suficiente.

De entre la multitud apareció Helena con su auto, bajó del vehículo y se acercó rápidamente a la entrada pero los policías le impidieron el paso.

—¡Por favor soy su hermana! —exclamaba ella—, ¡dejenme pasar!

Entonces el vehículo de Lucas Carter apareció y bajó de él el ya antes mencionado y se acercó a su hermana y la abrazó en un intento de tranquilizarla.

Pero, ¿cómo la iba a tranquilizar? si los periodistas y los reporteros comenzaron a hostigar a los hermanos con preguntas.

«¿Qué saben?, ¿cómo se sienten?, ¿dónde están sus padres?»

Lucas llegó a su límite y comenzó golpear a un par de reporteros y periodistas, pero, un par de policías lo detuvieron.

En eso llegaron James y Teodora Carter y se reunieron con sus hijos.

Pasaron unos minutos y se vio claramente como una camilla transportada por el personal forense salía de la mansión. Sobre la camilla se hallaba una gran bolsa negra tamaño humano y parecía que estaba llena.

—¡NOOOOOOOOOOO! —exclamó Helena— ¡EMILYYYYYYYYYYYY!


La LlamadaWhere stories live. Discover now