Prólogo

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Todo está bien, es una tarde soleada de octubre y Emily Carter está muy feliz, jamás había estado tan feliz en su vida, ¿por qué? porque es el día de su boda. Emily había conocido al hombre de sus sueños: atento, educado e inteligente. Básicamente el hombre de sus sueños, Bruno Lambert.

Emily estaba en su habitación en la mansión a las afueras de la ciudad de Houston donde creció. La mujer se encontraba sentada luchando consigo misma para no morderse las uñas como hacía de niña cuando estaba nerviosa. ¿Cómo no estar nerviosa ante un día tan importante como ese? se dice que para una mujer el día más feliz de su vida es cuando se casa, por lo que Emily se aseguraría que todo estuviera perfecto y no quería lucir en su boda uñas mordidas.

Faltaba muy poco para que empezara la ceremonia, estaba tan nerviosa que juraría que moriría en cualquier momento. Se miró al espejo una vez más para comprobar que se veía bien, y en efecto así era. 

Con su 1.75 de altura, su piel blanca, su pelo castaño y ojos azules lucía un hermoso vestido de novia. Al ver que se veía espectacular a través del espejo, sonrió. 

De repente se escuchó que tocaban la puerta de la habitación, Emily sabía perfectamente quién estaba detrás de la puerta.

—Adelante —dijo Emily.

La puerta se abrió lentamente, revelando así quién era la persona que tocaba la puerta, como Emily, era su hermana gemela Helena Carter con su vestido azul claro de dama de honor. Helena era la viva imagen de su hermana a excepción de los ojos, mientras que los de Emily son azules, los de Helena son de color avellana.

—Hola —sonrió Helena entrando a la habitación y cerrando la puerta tras de sí con la misma delicadeza que uso para abrirla—, ¿cómo está la novia?

—Muy feliz.

—No puedo creer que mi hermana esté por casarse —declaró Helena tomando a su hermana de las manos.

—Algún día también te casarás, por cierto, ¿dónde está Debby? 

—Rompí con ella hace días, resultó que solo estaba "experimentando con mujeres".

En sus palabras se podía notar un ligero rastro de asco, dolor y tristeza. Emily miró compasiva a su hermana y la abrazó para subirle el animo. Helena siempre fue una mujer fuerte y una cosa no la detiene pero no puede evitar sentirse mal.

—Verás que algún día encontrarás a la mujer de tus sueños.

—Gracias hermana.

El tiempo pasaba y solo quedaba una hora para la boda y aún tenían que llegar a la iglesia, puesto que la distancia entre la mansión de Los Carter y la iglesia donde la ceremonia se llevaría a cabo es bastante larga.

—Deberíamos irnos —sugirió Helena—, no piensas perderte tu boda, ¿o sí?

—Claro que no.

Las hermanas salieron de la habitación riéndose. El tiempo nunca pasó entre ellas, su relación de hermanas era muy fuerte y cercana, desde que eran niñas eran muy unidas y ahora con sus veintisiete años siguen siendo igual de cercanas.

Al pie de las escaleras que subían al segundo piso, se encontraba esperando el apuesto Lucas Carter, el hermano menor de las gemelas. Este joven de veinticinco años, tenía el pelo castaño como sus hermanas, piel blanca, ojos avellana como Helena y mide 1.85 de alto.

Lucas vestía un par de zapatos blancos un pantalón de vestir blanco, una camisa azul claro, una corbata rosa claro y un saco igualmente blanco, todo de marca buena, después de todo, se lo puede permitir.

—Ya era hora —comenzó a decir Lucas al ver a sus hermanas parecer—, creí que no iban a llegar jamás. 

—Lo siento, hermanito —dijeron las gemelas al mismo tiempo mientras bajaban las escaleras.

—Muy graciosas, hermanas.

Lucas es dos años menor que Emily y Helena y siempre se lo restregaban en el rostro y cuando eran niñas siempre lo torturaban maquillándolo, arrastrándolo a fiestas del té imaginario y lo forzaban a ser modelos de pasarela y aún de adolescentes lo traían al pobre de chofer privado. Pero fuera de eso, siempre se llevaban bien.

Emily, Helena y Lucas salieron de la mansión donde sus padres esperaban a que llegara el chofer. El señor James Carter de cincuenta años tuvo un accidente que le afectó la vista terriblemente y por ello ya no tiene confianza en sí mismo para conducir. El señor Carter es de piel blanca, tiene un par de ojos azules, cabello negro cubierto por algunas canas plateadas, igual de alto que Lucas y vestía un esmoquin negro.

Por otro lado, la señora Teodora Isabella Carter era una mujer de cabello castaño, piel blanca, ojos avellana, de la altura de sus hijas y llevaba un vestido de corte imperio verde olivo.

—¿Están listas? —preguntó el señor Carter a sus hijas—, porque el chofer llegará en cualquier momento y no dudaré en dejarlas.

—¡Papá! —exclamaron las hermanas al unísono.

—No le hagan caso, solo está bromeando, como siempre —mencionó la señora Carter—. ¿Cómo te sientes, Emily?

—Nerviosa.

—No deberías, hija —replicó Teodora—.  Bruno será un buen marido.

Una camioneta negra último modelo se aparcaba enfrente de la mansión lista para partir a la iglesia.

—Lo siento, Lucas —soltó James—, pero no hay espacio para ti.

—Ya lo sé, por eso tengo mi Ferrari rojo.

El resto de la familia Carter subió a la camioneta y el chofer comenzó a conducir hacia la iglesia. Gracias al trafico terminaron tardando cuarenta y cinco minutos cuando se suponía que debían llegar en media hora.

En fin, Lucas fue el primero en entrar a la iglesia y por lo que vio, casi todos los invitados ya había llegado y Bruno Lambert ya estaba en el altar, cuando Bruno y Lucas intercambiaron una mirada, este último le hizo una seña con el dedo para decirle que todo estaba bien.

Bruno es un hombre de treinta años, piel blanca, pelo rubio, ojos oscuros, alto como los hombres Carter y usaba su traje oscuro de novio remplazando el moño negro por una corbata negra.

Lucas se sentó en su lugar a lado de su novia Cynthia, una chica de veinticuatro años, descendencia latina, lo que la hacía ser chaparrita y de piel morenita, su cabello era castaño oscuro rizado, sus ojos son verdes y vestía un vestido rosa largo.

Hola —susurró Lucas—, ¿llevas mucho tiempo?

Hola. Acabo de llegar, no te preocupes. Por cierto, ¿ya les dijiste?

No, aún no.

Más te vale que lo hagas pronto.

Lo haré, lo prometo.

Helena y su madre entraron a la iglesia y se sentaron en su respectivo lugar. Pasaron los minutos y la campana de la iglesia comenzó a sonar por anunciando el comienzo de la misa de las cuatro cuarenta y cinco de la tarde.

Cuando el último eco de las campanadas cesó, la encarga de tocar el órgano, comenzó a tocar la marcha nupcial. Todos se pararon de sus asientos y el viejo Padre Pérez apareció siendo seguido por Emily y el señor Carter quien sostenía a su hija entrelazando su brazo con el de ella.

James soltó a su hija cuando se encontraron frente al altar y se sentó en su asiento y Emily siguió adelante posicionándose frente a Bruno.

Hola, te ves muy hermosa, — confesó Bruno—, me dejas sin aliento

El sentimiento es mutuo, Bruno.

—Pueden sentarse —ordenó el Padre Pérez—. Queridos hermanos, estamos aquí para celebrar la unión de Bruno Lambert y Emily Carter en santo matrimonio.

En ese momento, Emily sintió una enorme alegría y sabía que nada podría arruinar ese momento que iniciaría su nueva y feliz vida casada.

La LlamadaWhere stories live. Discover now