Capítulo 8

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«No estamos hablando de un suicidio, estamos hablando de asesinato» pensó Helena aliviada. Toda esa semana estuvo viviendo con la culpa del suicidio de su hermana, pero ahora que Emily no se suicidó, Helena se sintió mejor, por decirlo de un modo.

Pero ahora, la cuestión era encontrar a ese tal Charlie Evans, y así tal vez se sepa la verdad.

Es bastante extraño como los humanos son tan avaros, egoístas y malvados, por dinero fue que Emily falleció.

De repente el lejano sonido de un ringtone hizo reaccionar a Helena, desafortunadamente se estaba dando una ducha caliente, por lo que demoró bastante en tomar su celular.

1 llamada perdida
Lucas

Helena regresó la llamada y su hermano menor contestó casi al instante.

Helena, oye te quería decir algo.

—Espero que sea algo bueno, interrumpiste mi baño.

—No puedo creer que tomaras una ducha.

—Creo que tú deberías hacerlo mismo, te huelo desde acá y no es un olor muy atractivo que digamos.

Se llama Bad Guy de Charlote Aguilera. El caso es que Bruno nos llamó y nos quiere invitar a desayunar.

—Nunca le digo que no a un desayuno, ¿dónde es?

—Donde fue el ensayo para la boda de Emily, ¿recuerdas?

—Sí, ya voy para allá.

Te veo ahí.

* * *

—¿Entonces irá Helena? —inquirió Cinthya.

—Sí, ¿están listos?

—Tom tiene problemas con los cordones de nuevo.

—Yo me encargo de eso esta vez —dijo Lucas—, pero te recuerdo que es tu hijo también.

—Cierra la boca —sonrió ella.

Lucas salió de su habitación para entrar a la de su hijo quien se encontraba sentado en el suelo mirando los cordones de sus zapatos con una expresión de desesperación.

—Hola, campeón, ¿te ayudo?

—Sí, por favor.

Lucas se acercó a su hijo y se agachó para resolver el problema de los cordones mientras repetía la canción infantil del conejo que cruza por el arco haciendo alusión al proceso de amarrarse las agujetas.

—Y listo.

—Gracias, papi, perdón —mustió Tommy haciendo pucheros—, se supone que ya debería haber aprendido.

—Está bien, no es sencillo, a mí me cuesta hacerlo a veces.

—Lo dices para hacerme sentir mejor.

—Tal vez. Pero dime, ¿ya leíste la carta que te dejó tu tía Em?

—No, aún no estoy listo.

—Yo tampoco lo estaría —confesó el mayor—. Mejor vámonos ya.

Lucas, Cinthya y Tommy llegaron al lugar acordado y un mesero los llevó hasta la mesa donde Bruno y Helena los estaban esperando.

—Lucas, Cinthya ¡y el pequeño Tom! — saludó Bruno —, me alegra que vinieran. Como le decía a Helena, aún con todo lo que pasó ustedes siguen siendo mi familia.

Después de que todos se saludaron comenzó una conversación entre los adultos recordando anécdotas e intercambiando algunos comentarios sobre temas la herencia de Emily y de temas triviales, mientras que Tom se distraía con el celular de Cinthya.

Un rico desayuno ingirieron la familia Carter-Lambert-Lopez, y no era de esperarse puesto que ese restaurante era famoso, y por ende costoso, por su excelente comida.
Tras el desayuno, Cinthya llevó a Tom a la zona de juegos dejando a Helena, Lucas y Bruno solos.

—Ahora que Tommy no está, quiero decirles que me comuniqué con la policía —inció Bruno—, y el robo de las joyas de Emily equivalió a millones de dólares, temo que ese Evans sabía lo que hacía.

—¿De dónde viene él? —inquirió Helena —, tengo entendido que era un guardia de seguridad de la casa.

—Así era, con los datos que me ofrecieron la policía, sus compañeros y la compañía de seguridad privada que lo tenía contratado él siempre ha vivido en los "barrios bajos", teniendo que vivir al día, creció junto a su madre en un barrio peligroso.

—Supongo que aprendió a cuidarse ahí —supusó Lucas—, por las malas.

—Cuando la policía fue a buscarlo a su domicilio, no había nadie, buscaron por toda la propiedad y nada ni Charlie, ni su madre, ni las joyas.

* * *

A las afueras de Texas una mujer cuya edad pasaba de los sesenta, de pelo negro, largo y ondulado, ojos marrones y piel algo morena estaba paseando preocupadamente de un lado a otro por una misma estancia de una casa alejada de la civilización en alguna parte del desierto.

—Señora Evans —llamó un hombre de raza negra con un celular en la mano—, es para usted.

—Gracias —agradeció la mujer tomando el celular—, ¿hola?

—Hola, mamá, es bueno escucharte.

—A mí también me da gusto escucharte, hijo. ¿Cuándo podré verte?

Pronto, en cuanto termine de completar estos asuntos tendré mi paga y tendrás la vida que te mereces, serás como una reina.

—Hijo, con tan solo tenerte soy la mujer más afortunada del mundo. Estoy tan orgullosa de ti, tan trabajador, mi hijo.

Te amo, mamá.

—Yo también, pero dime una cosa, Charlie, y quiero que sea honesto conmigo. ¿Lo que haces es legal?

Por supuesto, mamá —mintió Charlie—. Usted no se preocupe que en una semana como mucho ya estamos juntos de nuevo, usted y yo nada más y nuestros problemas se resolverán.

—Ya quiero verte.

Y yo a usted... ¿podría decirle a Coyote que ya le envíe la transferencia?

—Sí, yo le digo.

Ya me tengo que ir, mamá.

—Muy bien, hijo. Te amo.

Yo la amo más. Besitos.

La LlamadaWhere stories live. Discover now