Capítulo 6

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Helena dormía plácidamente como solía hacerlo. De repente, la alarma de su celular la despertó de golpe.

Eran las 7:30 de la mañana, una hora en la que la mayoría de las personas despiertan para iniciar su jornada. Rápidamente, Helena apagó la alarma y se dirigió al baño.

«Tengo que apurarme» pensaba ella con pesadez mientras tomaba su cepillo de dientes. Ese día en concreto un notario iría a la casa del señor y la señora Carter para leer el testamento y la última voluntad de Emily.

* * *

Teodora Carter miraba por la ventana hacía ninguna parte en realidad, simplemente se dedicaba a pensar las posibles razones por las que Emily se suicidó, pues, desde que se enteró no lo pudo creer.

Aún esa llamada de teléfono con Lucas retumbaba en su mente, era tan vivido ese recuerdo que casi lo escuchaba.

—¿Hola? —comenzó Teodora gentilmente—, ¿quién habla?

—¡Mamá!

—¡Lucas! —exclamó Teodora—, ¿qué sucede? te oyes preocupado.

—¡Deben venir rápido a la casa de Emily!

—¿Qué sucede con ella?

—No lo sé con certeza aún, pero, creo que murió.

—¡Vamos enseguida!

No pasó ni un segundo y la señora Carter ya había colgado y había llamado a todo pulmón el nombre de su esposo.

Tal vez Teodora sea una mujer de edad avanzada y puede que olvide ciertas cosas, pero esa llamada jamás la podría olvidar aunque quisiera.

Aún mirando hacia a la nada, Teodora sintió una lágrima rodar por su mejilla, rápidamente se la quitó con un pañuelo blanco que sacó de uno de los bolsillos de su vestido negro.

Cuando intentó poner el pañuelo de nuevo en el bolsillo donde lo sacó, por un descuido terminó cayendo sobre el suelo.

Teodora se agachó despacio para recoger el pañuelo y mientras su cuerpo se doblaba, una ráfaga de viento muy fuerte se coló por la ventana. Entonces el sonido de un cristal rompiéndose y el impacto de algo duro contra el suelo alarmaron a la dama.

Cuando recuperó su pañuelo y lo devolvió a su respectivo bolsillo, la señora Carter comenzó a inspeccionar la habitación para ver qué se había caído, siendo este el marco que almacenaba un proyecto de arte que hizo Emily en algún punto de su niñez.

Se trataba de una hoja blanca que tenía pegado pedazos de limpiapipas que formaban una figura de un insecto, específicamente una mariposa azul.

La dama Carter trató de recogerlo pero tuvo la mala suerte de que se cortara el pulgar de la mano derecha con un pedazo de cristal roto del marco.

Teodora corrió al baño de su habitación y se lavó la herida con agua del grifo. Se miro en el espejo por un instante para luego abrir el compartimiento que el espejo tenía por detrás.

Detrás del espejo había pastillas, colonias, cremas, una navaja, vendas, banditas y muchas más cosas. Teodroa tomó las banditas y se colocó una sobre el dedo afectado.

Teodora las banditas en su lugar y cerró el compartimiento volviendo a ser un espejo el cual reflejaba a alguien en el dormitorio, justo detrás de la señora Carter. Ella gritó pues no esperaba ver a su marido detrás de ella.

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