Capítulo 5

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Finalmente el cadáver de Emily fue arreglado para ser sepultado en el cementerio de Houston.

Habían pasado un par de días desde que Emily presuntamente se había suicidado. Todos los Carter estaban muy tristes, pero los que definitivamente les pegó aún fuerte fueron los padres de la difunta, Helena y el pequeño Tommy.

No importaba que tan soleado fuera ese día de abril, para los Carter era como si la luz del sol se hubiera extinguido.

Velaron el cuerpo de Emily con ataúd abierto para que todos sus familiares y sus amigos la vieran por última vez.

El recinto funerario donde se llevaba a cabo ese acontecimiento era bastante lujoso y muy caro, además estaba dentro del cementerio. Los Carter no fueron tacaños con las flores, lirios, lavandas, rosas, tulipanes, estaban presentes en ese melancólico momento.

Todos vestían trajes formales de color negro, obviamente. Gobernaba un sepulcral silencio que era interrumpido por un ocasional sollozo por parte de Teodora o alguna amiga, tía o prima de Emily.

—Se ve tan pacifica, ¿no crees? —preguntó Lucas abrazando por detrás a la única hermana que le quedaba. —. Luce como si estuviera dormida.

—No lo entiendo, Lucas —declaró Helena—. ¿Qué habrá provocado a Emily hacer lo que hizo?

—Tal vez yo pueda contestar esa pregunta —dijo una voz que provenía de sus espaldas—. Emily y yo, no habíamos pasado por nuestro mejor momento. Constantemente peleábamos debido a que yo pasaba mucho tiempo en el trabajo y casi ya no pasábamos tiempo juntos.

«Eso tiene sentido» se decía Helena para sí misma, ella solía ser un rayo de sol, pero últimamente se le veía triste. «Es mi culpa» se decía, «debí haberla escuchado» se repetía.

—Es como si “la chispa” se hubiera ido —continuó Bruno—. Pero creo firmemente que hay algo más detrás de esto.

Repentinamente unos pasos apresurados interrumpieron la conversación, se trataba de Tommy quien era seguido por Cinthya.

—¡Tía! —exclamaba el niño a punto de romper en llanto—, ¡quiero a mi tía de vuelta!

Lucas tomó a su hijo en brazos y Cinthya se apresuró para cubrirle los ojos a su hijo para evitar que observara el cadáver. Los Carter-Lopez se retiraron para tranquilizar a Tommy.

Más tarde, una procesión caminaba por los terrenos santos del cementerio, la procesión era encabezada por el Padre Pérez seguido por el ataúd que era cargado por Bruno, James, Helena, Lucas, el tío Trevor y un amigo de Emily, detrás continuaba la procesión.

Hasta el final se hallaba Cinthya que tomaba de la mano a Tommy quien caminaba cabizbajo con unas cuantas lágrimas cayendo de su rostro.

Entonces, la mariposa azul apareció entre los árboles siguiendo desde las alturas a la procesión. Ágilmente descendió sobre el hombro derecho de Tommy sin que este se diera y por alguna extraña razón, el pequeño niño se sintió reconfortado, como si un cálido abrazo de tranquilidad y alegría lo hubiera atrapado.

De vez en cuando la procesión oraba alguna que otra oración, pero cuando llegaron a donde Emily descansaría eternamente, todos pararon en seco pero sus rezos no lo hicieron.

Frente a la tumba habían sillas de plástico negro plegables listas para ser usadas. Los afligidos conocidos de Emily comenzaron a sentarse.

Aquellos que cargaban el ataúd donde Emily descansaba fue colocado delicadamente donde debía de ir, mientras que el Padre Pérez se posicionaba a lado derecho de la tumba de Emily.

“Recordamos con amor a
Emily Lambert-Carter

Amada esposa, hija y hermana”

La tumba estaba hecha de mármol blanco y la inscripción fue elegida por la misma Helena. La tumba estaba rodeada de flores con dulces aromas de todos los colores.

La mariposa azul que aún se encontraba en el hombro de Tommy, retomó su vuelo hasta llegar a la rama más alta del árbol más cercano al funeral.

—Demos comienzo a la santa misa —anunció el Padre—. De pie, por favor.

Todos obedecieron dando comienzo a los cantos, las oraciones y las lecturas correspondientes.

Al termino del rito cristiano, el Padre preguntó si alguien quería decir algunas palabras. Al principio nadie se atrevía a hacerlo, pero Helena finalmente se levantó de su asiento.

—Adelante —aclaró el Padre.

—Emily era una mujer con un gran corazón y es una gran pena para todos nosotros.

Helena tomó una pequeña pausa pues tenía que retener las ganas de llorar, una vez que lo consiguió, retomó el habla.

—Quien la conoció sabrá muy bien que ella era una bendición, siempre traía luz en nuestros días más oscuros, siempre ofrecía una mano a quien se encontrara en aprietos. Sé que parece que esa luz que ella tenía murió con ella, pero no, porque ella no morirá si la mantenemos en nuestros corazones, si su luz no la olvidamos y la hacemos resplandecer siendo más como Emily, ella nunca se irá. Si hay algo que nos enseñó ella es que debemos ser mejores y que siempre debemos enfrentarlo todo con la cabeza en alto. Sé que es difícil, pero, ella no querría que estuviéramos tristes, así que, no hay que estarlo. Por Emily.

Helena regresó a su asiento pero no para sentarse, solo para recoger una flor de lavanda morada que había dejado ahí. Con la lavanda en mano se acercó al ataúd y dejó la flor favorita de Emily sobre esa caja donde yacía el cadáver.

El gesto fue imitado por todos y cada uno de los presentes, desde conocidos y amigos, hasta los familiares lejanos y su familia cercana, entre ellos Tommy.

El ataúd empezó a descender hasta tocar, literalmente, fondo

Posteriormente, Bruno tomó entre sus manos un poco de tierra de un montón de esta que se hallaba cerca. Dejó caer su montoncito de tierra y la dejó caer sobre el ataúd.

Seguido de los señores Carter, Helena y Lucas, poco a poco todos tomaron un poco de tierra entre sus manos para dejarla caer sobre el atúd.

Mientras tanto, la mariposa azul se quedo ahí, en la rama más alta del árbol más cercano desde que el Padre Pérez comenzó a brindar la santa misa hasta que el último gramo de tierra cubrió el ataúd donde Emily Lambert-Carter descansaba en paz.

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