3. Los suegros.

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Acabé de ducharme y mi estómago estaba tan revuelto por los nervios que quise vomitar todo lo comido.

Tenía un remolino de sensaciones y no sabía si eran buenas, así que decidí calmarme y dirigirme a mi habitación con una toalla alrededor del cuerpo para acabar de vestirme ahí.

No me estaba haciendo bien quedarme de pie mirando mi reflejo en el espejo mientras analizaba todas las acciones y pensamientos que cruzaron mi mente en el día de hoy y la noche de ayer.

Miré el armario y puse una mano en el pomo para abrir con un suspiro pesado. No podía permitirme comprarme ropa nueva debido a las deudas en las que estábamos metidos, así que tuve que rebuscar en el fondo hasta que encontré algo decente.

Era un vestido ligeramente corto para mi gusto ya que me lo había comprado hacía unos años, tal vez más de lo que pensaba, y mi cuerpo había crecido desde entonces. En aquel momento me quedaba casi por las rodillas y ahora me quedaba a medio muslo.

Era de un color rojo muy oscuro, de palabra de honor aunque las mangas cortas seguían el corte recto hasta mis brazos, donde tenían una especie de borde de encaje. Para más detalles, en el pecho tenía unas tiras cruzadas parecidas a un corsé.

Cerré la puerta del armario y me miré en el espejo que estaba en él poniéndome el vestido por encima del cuerpo mientras pensaba en que, probablemente, era de lo más elegante que tenía para no dar mala imagen esta noche.

Lo dejé sobre la cama y me quité la toalla. Después de ponerme la ropa interior de cintura hacia abajo, le solté las tiras del pecho al vestido, me lo puse como una camiseta y lo acomodé hasta que se pegó a mi cuerpo más de lo que tenía en mente.

Me volví a mirar en el espejo mientras volvía a colocar las cintas "del corsé" para cerrarlas y apretarlas un poco, pero no cerraban del todo debido al tamaño de mi busto, que era más grande de lo usual.

Una inseguridad más.

Después de unos minutos de pelea con esas tiras, me las arreglé para poder hacer una especie de lazo frente a mis pechos, ya que tenía que hacerlo funcionar porque no tenía otra cosa medianamente digna que ponerme para la cena.

Además, no creía tener algo mucho mejor ni más elegante que esto, así que tenía que arreglármelas con lo poco que tenía.

De zapatos opté por la opción más segura y simple: tacones negros, un poco altos, pero así llegaría a estar a la altura de Blake, aunque él no era mucho más alto que yo; tenía una altura promedio de 1,70 y poco.

Me pasé el peine por mi pelo azul para que se viera algo decente. Por lo general, estaba encrespado y cortado en capas, por lo que me costaba que se mantuviera en su lugar y casi siempre lo llevaba recogido porque me costaba peinarlo.

Lo dejé suelto por mi espalda y pensé que era muy sencillo, así que lo agarré casi al completo y lo pasé hacia el lado derecho de mi cabeza, dejando el lado izquierdo casi despejado. Quería que se viera un poco más trabajado, a pesar de no estarlo en absoluto.

En cuestiones de maquillaje sí que quería que se viera más simple que mi peinado, así que solo intenté resaltar mis ojos grises y un color rojo, no demasiado intenso, para mis labios.

Necesitaba verme bien porque no quería dar una peor imagen que la de ayer ya que conocer al padre de Blake, a mi suegro, era algo vergonzoso de por sí, pero con la situación en la que nos encontró en ambas ocasiones había sido peor.

El momento estaba repitiéndose en mi cabeza una y otra y otra vez desde que me levanté esta mañana, incluso desde ayer por la noche. Podía jurar que hasta había soñado con eso.

El padre de mi novio. [Versión 2022] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora