28. La rutina.

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POV KAY.

Ayer Ian me había dejado en casa después de todo lo que había pasado en la cabaña, después de que Blake se las hubiera arreglado para echarnos, así que solo pudimos aceptar que teníamos que volver, forzosamente, a la rutina.

Al fin y al cabo, no podíamos echarle nada en cara a mi aún "mi novio".

Aún.

Por la noche, al llegar, mi familia se había sorprendido de verme tan pronto cuando aún no había pasado una semana, apenas unos días, pero solo dije la misma excusa que Ian y su amigo, Néstor, habían dicho; necesitaban a Ian en la empresa mañana a primera hora por una urgencia laboral.

Luego de eso, fui a deshacer la maleta mientras hablaba con Abby por teléfono. A ella sí le pude contar la verdad y también le había dicho que mañana volvería al trabajo así que, en realidad, solo me había tomado unos pocos días libres.

Al día siguiente, hice la rutina de siempre; me levanté temprano, me preparé en el baño, desayuné y evadí cualquier pregunta que mi padre o mis hermanos siguieran haciendo sobre mi repentina vuelta a casa.

Sabía que Brian y Charlie sospechaban algo, sobre todo el primero, pero muy específicamente mi padre, quien no me lo decía de forma directa sino con gestos; el ceño fruncido, cejas arqueadas y mirada paterna de preocupación.

El día en el trabajo fue de lo más ordinario, quitando la parte en la que Abby estuvo a mi alrededor todo el tiempo y que fuimos a almorzar con Evan y Carl. Tuvimos varios momentos divertidos que, casi, me hacían olvidar lo que acababa de vivir días atrás.

A pocos minutos antes de la hora de la salida, recibí un mensaje de Ian en el que me decía de vernos. Aún estaba recogiendo mis cosas y cerrando el estudio, pero le respondí que podíamos quedar en unos minutos, ya que me quedaba poco para terminar.

Seguíamos sin poder arriesgarnos a quedar en algún sitio conocido o donde la gente pudiera vernos y reconocernos porque volvíamos a estar en zona conocida, así que le mandé la ubicación de mi heladería favorita a las afueras.

Era uno de esos lugares de mi clase social a los que quería llevarle porque sabía que le encantaría y aún no había tenido la oportunidad.

Estaba alejado del barrio y podríamos hablar con tranquilidad, sobre todo porque tenía en mente que hoy, sí o sí, íbamos a solucionar el tema de Blake.

Hoy íbamos a acordar cómo y cuándo decírselo de una vez por todas.

Por eso ahora, mientras estaba apoyada en el mostrador del estudio mandándole el último mensaje con la ubicación del punto medio dónde nos encontraríamos antes de ir a la heladería para ir a ésta juntos, Abby se asomó por encima de mi hombro.

Me di cuenta rápido y, mi acto reflejo, fue poner el teléfono móvil con la pantalla pegada a mi pecho, aún pensando que había alguna cámara mirando, que Blake estaba mirando.

—¡Ya sé con quién te escribes, tonta! ¿Por qué me lo ocultas? —Se rió con cierta burla.

—Oh, mierda, es verdad... —Murmuré y suspiré profundamente. —Es la costumbre de estos días, perdona. —Me encogí de hombros y me puse la mochila en uno de ellos.

¡Ugh! —Lanzó un pequeño grito de rabia. —No me lo recuerdes. Si tuviera a Blake delante le daría una patada en esas pelotas que tiene de adorno. —Murmuró con mucha rabia y, aunque me hizo algo de gracia, solo solté aire por la nariz en un resoplido.

—Cierto, porque tampoco es que sepa usarlas. —Me burlé y ambas nos reímos saliendo del estudio. Mi teléfono sonó con un mensaje de Ian.

—¿Estás haciendo sexting? —Fruncí el ceño ante la pregunta de mi mejor amiga.

El padre de mi novio. [Versión 2022] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora