15. Las deudas.

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Me subí a la moto y me puse el casco cuando arranqué. Ian estaba en su coche, ya a mi lado, y esperando para seguirme, aunque él se sabía el camino a casa por haber venido conmigo después de haber estado en la plaza la otra noche.

—Ten cuidado, preciosa. —Con una voz suave, me habló antes de bajarme el cristal del casco.

Sonreí aunque no pudiera verme porque me encantaba que se preocupara por mí, aunque ya hacía tiempo que manejaba motos y nunca había tenido ningún percance, accidente ni ningún susto, por suerte.

De todos modos, nunca venía mal que alguien me dijera que tuviera cuidado. Sobre todo si ese alguien era por quien crecían unos incontrolables y fuertes sentimientos que tenía a flor de piel.

Aceleré quitando la pata que sostenía la moto en equilibrio y la mantuve yo mientras me incorporaba a la carretera para poner rumbo a casa de una buena vez. Quería llegar cuando mi padre estuviera ahí, así Ian no tenía que esperar mucho por él.

Por el camino solo escuchaba el ruido ambiente de una noche normal, los sonidos que el casco me permitía oír y los propios latidos de mi corazón resonando en mis oídos por culpa de lo acelerado que iba.

No podía dejar de pensar en la situación que estaba viviendo y en todo lo que me estaba pasando, aunque me obligué a dejar todo eso de lado confiando en lo último que habíamos hablado, lo que Ian me había dicho; el sábado, el día después de la cena, se lo contaríamos a Blake cara a cara.

Estábamos a lunes, así que ya tendría tiempo de ponerme nerviosa mientras se iba acercando el momento pero, ¿y esta semana? ¿Qué pasaría? ¿Seguiríamos viéndonos o cada uno iría por su lado como si nada hubiera pasado en estos días?

Negué con la cabeza porque sabía perfectamente que Ian no iba a dejar que eso sucediera así, que íbamos a vernos cada maldito día hasta la cena, porque yo tampoco iba a dejar que eso pasara si quería tanto como él, así no debiera de hacerlo.

Miré por el retrovisor momentáneamente y luego hacia adelante para ver un semáforo en rojo. En todo el camino fue así, cada vez que me detenía, miraba hacia la derecha porque Ian siempre paraba el coche a mi lado.

No dejaba de mirarme y sonreír, incluso me guiñaba el ojo o me miraba de arriba abajo como si estuviéramos coqueteando por primera vez, como la primera cena en su casa.

Lo único que podía hacer era seguirle el juego subiendo el cristal de casco; lo miraba apoyando las manos en la moto e inclinándome un poco hacia adelante con una sonrisa pícara mientras pensaba un "qué diablos me has hecho" al estar sintiendo toda la intensidad que recorría mi ser cuando pensaba en sus manos, sus labios, su cuerpo o en él.

—¡Hey! —Un motorista, que se había detenido en el mismo semáforo que nosotros y estaba detrás de mí, habló.

—¡Hey! —Le saludé aunque no le conocía de nada, pero no era de extrañar que alguien me saludara simplemente por tener el mismo vehículo.

—Deberías darle tu número. —Señaló a Ian con la cabeza.

—¿Perdón? —No podía creer lo que me estaba diciendo y quise reír.

—El del BMW. —Lo volvió a señalar. —No deja de mirarte como si fueras el mayor de los tesoros. —Comenzó a reírse.

—¿Es que no lo es? —Habló Ian sacando un brazo por la ventana bajada del coche.

—¡Por supuesto! —Respondió el motorista con cierta broma.

—¿Quieres comprobarlo? —Le guiñé un ojo a Ian.

—Si te soy sincero, sí, me encantaría. —Él me siguió el juego mientras aguantaba la risa.

—¡Oh! Creo que no debería estar escuchando esta conversación. —Se rió el chico.

El padre de mi novio. [Versión 2022] ✅Where stories live. Discover now