Capítulo 4

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Regresamos al apartamento tres horas más tarde, completamente felices y arregladas como para un desfile de modas.

Entramos riéndonos al apartamento. Daniel y Alexander se encontraban sentados en el sofá de la sala de estar, cada uno con una botella de cerveza en la mano mientras veían un partido de baloncesto.

— ¿Se divirtieron mucho? —preguntó Daniel mientras dejábamos de reír.

—Sí, nos divertimos. —respondí mientras me sentaba a su lado y le daba un beso en los labios.

Nos habíamos tomado una copa de champagne en el SPA, así que estaba un poco, no llegaba a estar achispada, pero si esta desinhibida.

— ¿Tienen hambre? —preguntó Alexander.

—Estamos hambrientas. —contestó Jessy mientras se sentaba en el sofá junto a Alexander.

—Pues almorcemos, ven, ayúdame a poner la mesa. —Alexander tomó a Jessy de la mano y se la llevó rumbo a la cocina.

— ¿Estaba bueno el champagne con fresas? —me susurró Daniel en el oído.

— ¿Cómo lo has sabido?

Deslizó la nariz por mi cuello y aspiró.

—Porque hueles a champagne y a fresas. —me dijo mientras se separaba de mi sonriéndome.

— ¿Qué has hecho mientras no estaba?

—Ver la televisión con Alex.

—No sabía que te gustara el baloncesto. —le digo señalando la Tv.

—No, no me gusta el baloncesto, solamente estaba sentado aquí pasando el tiempo.

— ¿Y qué deportes te gustan? —inquiero con curiosidad.

— ¿No lo sabes? —responde muy bajito.

— ¿Debería saberlo? —pregunté frunciendo el ceño.

No recuerdo que me lo haya contado en ningún momento.

—Supuse que lo podrías deducir por mi profesión. —me dice jugando con un mechón de cabello que caía en mi rostro.

Y lo pensé por un momento. Su profesión implicaba tener una buena forma física. Por no decir el subidón de adrenalina que debe producir todo eso de las persecuciones y las armas ¿Qué deportes provocaban un buen subidón de adrenalina? Ya lo tengo.

— ¿Los deportes extremos? —le pregunté mientras le sonreía.

—Exactamente. En mi profesión tener una buena forma física y mental es muy importante. Y parte del proceso de entrenamiento implica hacer paracaidismo. Y llega un momento en que no puedes vivir sin hacerlo.

—Entonces lo que te gusta es practicar paracaidismo.

—Y salto base.

— ¿Salto base? —he escuchado hablar al respecto, pero no tengo idea de en qué consiste.

—Sí. No te gustan los deportes extremos, ¿cierto? —me pregunta intrigado con una sonrisa en el rostro.

—Lo más extremo que he hecho en mi vida ha sido montar patines cuando niña. —respondo mientras él se ríe a carcajadas.

—Algún día te voy a llevar. —contesta solemnemente.

—Primero tendrás que convencerme para que me suba al avión.

—Puedo convencerte, y lo sabes. —me dice con sus labios pegados a los míos.

—Eso lo veremos. —le sonreí mientras lo besaba lentamente.

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