67

430 47 20
                                    

Antes.

Durante una hora intento redactar en mi mente un buen discurso que me dé el valor necesario para tocar la puerta de Niall y lograr que esté dispuesto a escucharme pedir disculpas y excusarme por lo que dije.

Pero no puedo, porque una parte de mí sí cree que Niall se está comportando cada día más extraño y que, por más que lo he intentado, no ha confiado en mí lo suficiente para decirme qué es lo que lo tiene tan estresado y paranoico. Ni siquiera Helen lo ha logrado.

Finalmente salgo en silencio del edificio y regreso a mi casa con una sensación de vacío que me acompaña todo el camino.

Al día siguiente, lo primero que hago es tomar mi medicamento junto con el desayuno y pedalear tan rápido como puedo hasta su casa. Haber pensado en este durante toda la noche me ha servido para aclarar mis ideas y permitir que las cosas de enfríen un poco más. Niall es más sensato que yo en casi todo, estoy segura de que también estará más abierto a escucharme ahora que han pasado horas desde nuestra discusión.

Tomo una gran bocanada de aire y, cuando toco el timbre, lo dejo salir poco a poco de mis pulmones. Acerco un poco la oreja a la puerta para sentir sus pasos, pero me alejo al oírlos cerca, porque sé que mirará por la abertura antes de abrir.

—Hola —musito con apenas un hilo de voz. Mi corazón comienza a acelerarse poco a poco—. ¿Puedo entrar?

Sin decir nada, se hace a un lado para dejarme espacio. Su rostro no luce tan severo como en otras ocasiones en que lo he hecho enojar, pero sí más cansado. Me pregunto si tiene ganas de arreglar las cosas o si compararlo con su padre ha sido tan estúpido de mi parte como para que quiera terminar conmigo.

—¿Vas a terminar conmigo? —le pregunto apenas surge la idea en mi cabeza, pero, de solo preguntarlo siento ganas de llorar y mis ojos de inundan en segundos.

—No, Vins, no —se apresura a responder con voz queda y enmarca mi rostro con sus manos tibias—. Claro que no voy a terminar contigo, qué dices.

Hundo la cara en su pecho, consciente de que voy a mojar suéter con mis lágrimas, pero él me recibe rodeándome con sus brazos y acariciando despacio mi pelo.

—¿Estoy enojado? Sí, claro que lo estoy —se responde a sí mismo—. ¿He dejado de quererte por eso? No.

—¿Podemos solucionarlo? —pregunto yo.

—Claro que podemos solucionarlo.

Me toma de una mano y me lleva con él hasta el sofá de la sala. Me siento a su lado, dejando un espacio prudente entre nosotros. Me enjugo las lágrimas, suspiro profundamente e intento calmarme para escuchar lo que él tiene que decir.

Respira hondo y se toma un momento para pensar.

—Vinka, no puedes tomar la información que una persona comparte contigo en un espacio de confianza para luego usarla en su contra. Lo que dijiste ayer no solo fue doloroso por tratarse de algo delicado para mí y para mi familia, sino porque confié en ti y tú aprovechaste eso para atacarme.

Asiento en silencio.

—Todo lo que tú sabes sobre mi padre es lo que yo mismo te he dicho. No sabes cómo era porque no lo conoces. Hiciste una acusación muy grave al compararme con él. ¿Realmente crees que estoy intentando aislarte del mundo?

—Intenté entender por qué no querías ir a la fiesta de Louis y se me pasó esa idea por la mente. No creo que quieras aislarme del mundo a propósito, pero cuando fuimos a cenar con tu familia, Greg me dijo que cuando su matrimonio se canceló, él se había dado cuenta de que estaba repitiendo algunas actitudes de tu padre y eso me dejó pensando.

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora