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Antes

En cuanto pongo un pie fuera de la sala, siento que el Sol penetra en la piel de mis hombros. He sido más inteligente esta vez y, además de tomar una píldora para el dolor de cabeza, me he puesto los anteojos oscuros antes de salir al patio trasero. Niall está sentado bajo la sombrilla, junto a la piscina, y lleva también sus anteojos. Está tecleando en su teléfono y no se da cuenta de mi presencia hasta que me siento a su lado.  

—Estás linda —dice como un saludo. A pesar de no ver sus ojos, tengo la sensación de que está mirándome la boca.  

—Gracias —mascullo con infinita timidez. Suspiro y apoyo la espalda en la pared—. Oye, lo siento tanto. 

Él medio sonríe, en un mal intento por reprimir una risita. Bloquea la pantalla de su celular y lo deja a un lado para poner toda su atención en mí. 

—En serio. No me había pasado jamás, no creas que me paso la vida bebiendo hasta vomitar y perder el conocimiento, yo... —Demonios, ni siquiera con la disculpa más grande podré borrar la vergüenza y rabia que tengo conmigo misma. ¿Cómo pude ser tan tonta y patética? —Hombre, fui tan patética. De verdad, lo siento mucho. 

—Vamos, Vins. Todo hemos pasado por eso alguna vez, no es tan importante. Vas a ver cómo en un par de horas, ya lo vas a haber olvidado todo —dice. Sé que sólo lo hace para hacerme sentir mejor, pero al menos hasta que este horrible dolor de cabeza y la sed de náufrago no se hayan esfumado, será muy difícil olvidar todo lo de anoche.  

—¿Te pasó también alguna vez? —pregunto, esperanzada por no ser ni la primera ni la última persona que alguna vez ha vomitado sobre las zapatillas de alguien más.  

—Bueno, no... —dice—. Pero qué importa eso. Además, ¿sabes qué? Me siento aliviado de haber estado ahí, porque no hubiese querido que nadie más te cargara, ni te ayudara a llegar hasta tu cama. Quería hacerlo yo. Cuidar de tí, arroparte en la cama y dejarte lo suficientemente abrigada para pasar la noche.  

La rapidez con que el calor se apodera de mis mejillas después de oír eso es impresionante. Creí que los anteojos podrían protegerme de cualquier episodio vergonzoso, sobre todo porque vine especialmente a disculparme con él y sabía que me exponía a alguna burla, pero no estaba esperando esta clase de respuesta de Niall.  

—Siempre me pillas desprevenida —murmuro, medio riéndome, medio escondiéndome detrás de mi cabello.  

—A menudo me sucede lo mismo contigo —dice él divertido y recoge una piedrita del suelo para lanzarla lejos. Tal vez esté un poco cohibido también. 

—Bueno, sólo olvidemos todo el asunto —digo al fin—. ¿No arruiné tus zapatillas? Por favor, dime que no.  

—Tuve que sacar algunos trocitos de la cena de anoche de los cordones, pero todo está bien.  

¿Qué?  

—¿Estás hablando en serio? —exclamo, inclinándome hacia adelante—. Joder, qué asco, no puedo creerlo Niall. Maldita sea, esto es tan vergonzoso... 

—Estoy bromeando, Vins.  

—¿Qué? —pregunto abrumada, sin siquiera analizar lo último, hasta que entiendo que sólo está fastidiándome—. ¡Te odio tanto! —exclamo y le golpeo un hombro mientras él se ríe.  

—Lo siento, necesitaba ver tu reacción. 

Amohinada, cruzo los brazos y vuelvo a apoyarme en la pared con brusquedad. Sé que mi enojo sólo va a causarle más diversión, por lo que no tardo en relajarme otra vez e intentar sólo olvidar el episodio y ya. 

Tienes una cita (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora