Capítulo 6

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Caminar por los pasillos del estadio de los Leicester Tigers, me trajo recuerdos del pasado. Estaba tan absorta en mis pensamientos, que casi me paso la entrada de jugadores. Allí estaba uno de los utileros, como me dijo Adam. Cuando me franquearon la entrada al gimnasio, sentí docenas de miradas posarse sobre mí. Seguramente pocas mujeres se adentraban en aquellos dominios. Y la mirada tosca del utilero me lo confirmó con total seguridad, no le gustaba mi presencia allí. Pero hizo lo que le habían pedido, y me llevó hasta las camillas de masaje. Adam estaba allí, en una camilla medio incorporada. Vestía una camiseta de deporte y pantalones cortos. Su piel brillaba por el sudor, y la humedad empapaba parcialmente su ropa. Cuando me vio, me sonrió. Mientras me acercaba a él, no pude evitar analizarlo. Su cuerpo era enorme, cerca del 1.95 centímetros. Y sus músculos estaban muy definidos, fruto de sesiones agotadoras de entrenamiento. Estaba claro que se lo tomaba muy en serio, como el jugador profesional que era. A su lado, un hombre en ropa de deporte esperaba con los brazos cruzados sobre el pecho, y el recelo en su cara. A él tampoco le gustaba mi presencia allí.

-           Hola Elsa.-

-           Hola Adam. ¿Cómo te encuentras?.-

-           Un poco cansado.-

-           Tiene que ponerse a tono lo antes posible, si no quiere perderse lo que queda de temporada. El trabajo es necesario.-

-           Estoy totalmente de acuerdo. Hagamos que esos músculos descansen y que el dolor se mitigue, ¿Qué te parece?.-

-           Adelante.-

Notaba que el otro hombre se acercó a nosotros un poco más, y que intentaba decir algo, pero no lo hizo. Me quité la chaqueta, quedando con una camiseta blanca de manga corta. Saqué el aceite de árnica de la bolsa que había traído conmigo, y comencé a calentarlo con las palmas. A medida que empecé a trabajar en la inflamada articulación, notaba como los líquidos se drenaban. Poco a poco, el músculo perdía la rigidez, y el dolor remitía. Una vez me permití mirar hacia el rostro de Adam, encontrando lo que mi oído había percibido hacía tiempo. Tenía la cabeza totalmente recostada en la camilla. Los ojos cerrados, y una expresión de placer y relax en su rostro.  Volví a trabajar con mis ojos centrados en la rodilla, pero pendientes de lo que había a mi alrededor. Notaba como había captado la atención de varios chicos. El sonido de las pesas y los aparatos de ejercicio había cesado. Y no era extraño, normalmente ese tipo de masajes se realizaba en una estancia más privada. Estaba convencida, de que el escucharle soltar aquellos gemiditos, había sido el mejor de los reclamos.

Después de media hora, tenía la frente perlada de sudor, pero estaba satisfecha con mi trabajo. Comencé a limpiarme las manos con unas toallitas de papel.

-           ¿Cómo te encuentras?.-

-           En la gloria.-

-           ¿Podrías ponerte en pié?.-

-           Creo que si.-

Adam no necesitó ayuda para incorporarse, y su sonrisa, cuando comprobó la reacción de la rodilla al ponerse en pie, fue mi mejor recompensa.

-           No duele, ni siquiera molesta.-

Se dispuso a cargar todo su peso en la articulación, pero lo detuve a tiempo.

-           Eh, paso a paso, colega. Todavía es demasiado pronto para eso.-

-           Si, sentirme tan bien casi me hace olvidar la lesión. –

-           No debes sobrecargar la pierna, Adam. Si seguimos con la rehabilitación, tal vez lo hagas la semana que viene.-

Aquel hombre tuvo que intervenir, marcando su territorio. Pero a mí no me amedrentaban unos golpes en el pecho de aquel macho todo poderoso.

-           Oh, si seguimos trabajando en ello. Lo hará mañana.-

-           ¿Mañana?.-

-           Pues claro. Y en unos cinco días estarás corriendo como un guepardo detrás del balón.-

-           Eso pasa de optimista, jovencita. Conozco mi trabajo, y este tipo de lesiones no se curan con tanta facilidad.-

-           Yo también conozco mi trabajo, y he sido muy realista cuando he estimado el periodo de recuperación.-

-           Llevo más de 10 años ejerciendo como fisioterapeuta en este club, y tengo un título universitario que me respalda. Eso que has hecho se parecía a un masaje, pero se acercaba más a los que te dan en el barrio chino, los que te prometen un final feliz.-

Tuve que guardarme la palabrota en el fondo de la garganta, y me tomé mis 10 segundos en formular una contestación en mi mente, antes de ponerle en su sitio.

-           Seré joven, señor. Pero seguramente estemos en posesión del mismo título académico. El cual me he molestado en completar, con un Master en fisioterapia deportiva. Además, he cursado la especialidad de Shiatsu Namikoshi en Japón, por lo que sé que estoy más que cualificada. He comprobado el estado de la lesión que arrastra mi paciente, y estoy más que segura de mi diagnostico. Es él el que debe decidir con que tratamiento se siente más satisfecho, y estoy dispuesta a asumir mi fracaso, si no consigo alcanzar los resultados mencionados en el tiempo que he estimado. ¿Está usted dispuesto a asumir su equivocación si lo logro?.-

Pude estudiar su rostro a medida que escuchaba mis palabras. Había pasado por encima de su cualificación, le había dejado claro que le había lanzado un reto. Sólo tenía dos opciones, o sacarme de allí a rastras, marcando su territorio con una buena meada, pero sintiendo la duda del resto de miembros del personal allí presente. O bien podía dejarme hacer lo que decía. Si me estrellaba, él ganaba, si triunfaba, el jugador volvería al antes al campo, mejor para el equipo.

-           De acuerdo, pero quiero estar presente cuando lo trabajes. No pienso permitir que lo trates con sustancias ilegales para conseguir eso.-

-           Es un trato.-

Le tendí la mano, y él la aceptó a regañadientes.

Cuando salí del vestuario, la voz de Adam me hizo volverme.

-           ¡Espera!.-

Caminaba con sus muletas, pero lo hacía con más soltura.

-           ¿De verdad podrás hacer lo que has dicho allí dentro?.-

-           Por supuesto.-

-           Entonces quiero que trabajes para mí. Necesitaré estar en pleno rendimiento. Me juego mi futuro esta temporada. Se acaba mi contrato y me gustaría estar en las mejores condiciones para negociar con el club.-

-           ¿Crees que me contratarían?.-

-           ¡A la mierda ellos!, te contrato yo. Y si los resultados son los que espero, seguramente algún compañero también querrá que lo trates.-

-           Ummm, un agente libre. Suena bien.-

-           Entonces, ¿tenemos un acuerdo?.-

-           Has contratado mis servicios.-

Nos apretamos las manos con fuerza y las dimos una enérgica sacudida. Aquel era un trato de negocios. Sería bueno para los dos. Él conseguiría superar ese bache en su carrera, y yo, adquiriría referencias dentro del mundo deportivo de alto nivel.

Una nueva cazadoraWhere stories live. Discover now