Capítulo 21

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 Elsa removía el café con lentitud. Seguramente Philip había perdido la virginidad aquella noche. De Adam no estaba totalmente segura. De lo que sí estaba segura, es que vivirían un poco más apretados a partir de entonces. Les había escuchado hablar hasta altas horas de la madrugada, y después varias sesiones de gemidos y jadeos. No quería despertarles, pero tampoco pensaba irse de allí hasta saber cómo estaba ahora la situación. Pero si de algo estaba segura, es que no podía irse del apartamento. Dos hombres viviendo juntos y solos, despertarían sospechas enseguida, y eso Adam no se lo podía permitir. Todavía no.

Cuando los tuvo a ambos sentados junto a ella, lanzándose miradas y sonrisillas, tuvo que bajarlos de la nube.

-           ¿Y ahora qué?.-

-           Pues… he decidido que necesito un nutricionista en mi vida. Si tú cuidas mi cuerpo para que esté a pleno rendimiento, y corriges lo que está mal. Él se encargará de que esté bien alimentado. Mi cuerpo es mi mayor tesoro, el sustento de mi futuro. Cuidarme es mi prioridad, y así han de saberlo todos.-

-           Bien, de cara al exterior tienes tu pantalla. De puertas para dentro, podéis hacer lo que queráis, porque nadie os va a descubrir. Me ocuparé de ello.-

Todos sonrieron, aunque Adam con la seguridad del que sabe algo más que el resto. Tenía una deuda muy grande con esa pequeña mujer, y estaba empeñado en pagarla, a lo grande.

La noticia de que Adam había contratado los servicios de un nutricionista particular, que se encargaba de todas y cada una de sus comidas, de la compra y preparación de todos los alimentos que entraban en su casa, corrió como la pólvora. Habían tomado su excentricidad de igual manera, a como hicieron con la exigencia de la fisioterapeuta particular. Su rendimiento en el terreno de juego era excelente, y todos pudieron apreciar el entusiasmo con el que había vuelto al trabajo. Quizás su plan era el correcto para mantenerse en forma. Para el club, podría ser todo lo excéntrico que quisiera, si seguía manteniendo aquellas estadísticas tan buenas.

Dentro de casa, los armarios tenían una distribución extraña, pero todo era para mantener la apariencia de cara al exterior. La asistenta venía dos veces por semana, y no podían dejar demasiadas pistas que delataban la forma de dormir de aquellos tres. Había tres habitaciones en la casa, pero sólo se usaban dos camas. Menos mal que Philip era todo un amo de casa. Mantenía el orden y el control no solo en la cocina.

Elsa estaba feliz, sobre todo porque era testigo de primera mano de la luna de miel en la que vivían aquellos dos. Los planes de Adam de ser padre seguían adelante, y Philip se involucró de lleno. Ser padres, era algo que les hacía tanta ilusión como el dormir juntos.

Elsa sopesó sus opciones, cuando naciera el bebé, tendría que hablar con Adam. Su paternidad, podía ser la escusa perfecta para romper su ficticia relación. Una traición de esa magnitud podía ser la escusa perfecta. Esperaba que él también lo viera así. Además, ellos ya serían una familia completa, y ella sobraría en aquella casa. Si, sería la tía, o al menos lo intentaría. Pero lo haría viviendo en otro lugar. Tenía 27 años, tampoco quería demorar su momento, quería una familia, y el tiempo se le escapaba. Seguramente Adam la comprendería.

Una nueva cazadoraWhere stories live. Discover now