Capítulo 26

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Philip abrió la puerta, sabía quién estaba al otro lado. La sonrió, y reprimió el impulso de abrazarla. El hombre que la acompañaba tenía cara de no aguantar muchas tonterías. Los acompañó hasta el armario, y la ayudó a recoger sus cosas del baño. No pudo evitar hacerla un gesto apreciativo cuando Chris no miraba. El chico estaba de buen ver, y él tenía tan buen criterio como la propia Elsa. Adam también era un buen espécimen de macho.

Cuando terminaron de apilar sus cosas en la puerta de casa, Elsa miró el reloj y se sentó en el sofá.

-           ¿No nos vamos?.-

Ella negó con la cabeza. Aún tenía que hablar con el otro cabezota. El muy tonto quería que lo abandonara de la manera más drástica, pero ella no pensaba dejarle tirado. No pasó mucho tiempo, hasta que la puerta de entrada se abrió, y un sorprendido Adam apareciera desde el otro lado.

-           Elsa.-

Ella se levantó y se detuvo después de dar un par de pasos hacia él.

-           Quítate la ropa y túmbate en la camilla.-

-           Los fisioterapeutas del club se encargarán de mí, no tienes...-

-           Es mi trabajo, y tengo un contrato que cumplir. Así que prepárate para la sesión.-

Cruzó sus brazos sobre el pecho, y lo desafió con la mirada. Chris no supo que le sorprendió más, la determinación asesina de Elsa, o la actitud sumisa de Adam cuando agachó la cabeza, carraspeó y se fue a su cuarto para cumplir con sus órdenes. Mientras Adam se cambiaba, Elsa preparó la camilla junto al gran ventanal del salón. Ahora comprendió porqué llevaba el uniforme del trabajo puesto, no era porque no había tenido tiempo de cambiarse. La jornada laboral no había terminado para ella.

Ninguno de los dos, ni Philip ni Chris, estaban particularmente cómodos viendo el trabajo de Elsa, pero ni siquiera una bomba los habría sacado de aquella estancia. Las manos de Elsa se deslizaban por el cuerpo de Adam con metódica calma, reconociendo y examinando el estado de cada músculo y tejido de aquel gran cuerpo. Y él ya no estaba incómodo. Como tiempo atrás, las conocidas manos de Elsa calmaron sus miedos. Los gemidos de Adam se escapaban de su boca sin control, cada vez que un nudo se deshacía, cada vez que alguna parte dentro de él era vuelta a colocar en su lugar correcto. Su ritmo respiratorio se acompasó a las pasadas de aquellas suaves y fuertes manos. Pero en aquella sala, los tres hombres respiraban a la vez. Philip imaginando que aquellas manos eran las suyas, y Chris imaginando que aquel cuerpo en el que ella trabajaba era el suyo. Cuando ella terminó, tapó el cuerpo relajado de un adormilado Adam con una gran toalla, y se apartó de la camilla. Limpió sus manos y cogió el bolso para irse.

-           Volveré a revisarte dentro de una semana, a la misma hora.-

Fue Philip el que asintió. Ella tomó una de las maletas y miró a Chris. Él comprendió, tomó la otra y salieron del apartamento.

Cuando Chris estaba en el nuevo apartamento de Elsa, y ya no tuvo ninguna escusa que lo retuviese allí, metió las manos en los bolsillos y apretó los puños. Le costó un triunfo darse la vuelta y salir por la puerta, porque sentía que había rozado el premio con la yema de los dedos, pero se le había escapado. Habían dormido bajo el mismo techo, y ahora ella volvía a estar lejos de su alcance. Le había vuelto a ofrecer su ayuda para cualquier cosa que necesitase, pero dudaba que una mujer como ella la necesitara. Era fuerte, más de lo que pensaba, tenía más pelotas que alguno que conocía. Le había plantado cara a Adam y le había doblegado tan solo con la mirada. No tenía ni idea de cómo funcionarían las cosas entre ellos dentro de casa, pero fuera, Adam no se dejaba intimidar por nadie. ¿Cuál sería el secreto de Elsa?.

Una nueva cazadoraWhere stories live. Discover now