Capítulo 27

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-           Siento molestarte a estas horas y con tan poco tiempo, pero necesito que me hagas un favor.-

Aquellas palabras resonaban una y otra vez en la cabeza de Chris. Estaba en mitad de un pub, bebiendo con algunos colegas unas cervezas, cuando sintió vibrar su teléfono. Era Elsa. Le había pedido que la comprara un jabón con un nombre muy raro, y que sólo podía encontrar en una tienda en concreto. Le costó dar con ella, y estaban a punto de cerrar cuando llegó. Menos mal que sabían de qué estaba hablando cuando les pidió aquel extraño nombre. Cuando lo tuvo en la mano, llamó al teléfono de Elsa. Contestó una voz que no era la suya.

-           ¿Sí?.-

-           Ummm... necesito hablar con Elsa.-

-           Ahora está ocupada, ¿puede llamarla mañana?.-

-           No, esto... ella me pidió que la comprara algo urgente.-

-           ¡Ah!, espera... Elsa, cariño....-

Chris no pudo escuchar el resto de la conversación, pero sus músculos estaban ya tensos. ¿Quién coño era aquel tipo?, y ¿por qué la llamaba cariño?, ¿en qué estaba ocupada que ...?.

-           ¿Sí?.-

-           Elsa, soy Chris.-

-           Ah, gracias. ¿Lo encontraste?.-

-           Si, aquí lo tengo.-

-           Menos mal. Eres mi salvador.-

-           ¿Dónde estás?.-

-           Oh, espera, no tengo ni idea de que calle es esta, me fueron a recoger. ¡Charly!, ¿puedes decirle a mi amigo dónde estamos?.-

La voz del otro tipo volvió a la línea, y le dio las indicaciones para encontrarles. Era difícil  mantener la calma, cuando tu mente estaba creando por si sola todo tipo de situaciones comprometidas, y cada una de ellas le enfurecía más. Encontró el viejo edificio, llamó al timbre, y la puerta emitió un chirrido al abrirse la cerradura. Subió las escaleras de dos en dos hasta la segunda planta. La puerta del estudio estaba entreabierta, y entró con sigilo, como si quisiera sorprender a los inquilinos en mitad de aquello que estuviesen haciendo. Aunque no tenía ningún sentido, porque ya los había alertado al llamar el timbre del portal. 

Caminó hacia el lugar donde se escuchaba una suave música ambiental, y muchas voces, una de ellas por encima de las demás. Parecía que daba órdenes a alguien. Cuando estuvo lo bastante cerca, lo supo. Había estado en multitud de ellas para no reconocerlo, era una sesión de fotos. Cogió a uno de los asistentes del brazo, una maquilladora parecía, y le preguntó por Elsa. La chica le indicó el escenario principal, y miró hacia allí. En el centro de los focos, una sirena estaba tendida sobre unas falsas olas de raso. Cada paso que más le acercaba, podía apreciar los detalles del traje. ¡No, espera!, no había ningún traje. Salvo por un trozo de tela color coral, que reposaba sobre sus pies, el resto del diseño estaba dibujado sobre la piel de la modelo. Sus brazos y manos estaban pintados con una purpurina plateada, que parecía mezclarse con la piel, al tiempo que ascendía por los delicados brazos. Desde la parte baja de la espalda, unas delicadas y perfectas escamas azules y plateadas, se deslizaban sobre la cola de la sirena. Su cabello oscuro descansaba alborotado sobre su espalda, y en él, varios trozos de algas verdes se entrelazaban con algún otro tipo de joya. 

Cuando el rostro de la sirena se giró al frente, siguiendo las instrucciones del fotógrafo, el rostro de Elsa apareció a su vista. Llevaba un maquillaje plateado y azul, que armonizaba con sus escamas, haciéndola parecer un ser mágico, como un hada. Sus manos se posaron sobre una falsa roca, y su torso se elevó, mostrando las pálidas lunas de sus senos. Chris sintió que se ahogaba, y se forzó a respirar, porque no sabía que había estado conteniendo la respiración. A una orden del fotógrafo, los biombos envolvieron el escenario, y un par de asistentes cruzaron al otro lado. Después, cuando retiraron las protecciones, Elsa apareció en una nueva postura. Mostraba su desnuda espalda, con la melena recogida sobre su hombro izquierdo. Sus piernas dobladas a un costado, como la estatua de la sirenita de Copenhague. Solo que esta vez, estaba girada, y sonriendo a aquellos que le miraban a su espalda. Por el costado podía percibir el perfil de su seno, pero sin llegar a mostrarlo.

Una nueva cazadoraWhere stories live. Discover now