Capítulo 7

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Clarke pov:

Estoy exhausta. El deseo de renunciar me ha embargado varias veces, pero no puedo. No ahora. Solo me queda una tarea más. Solo una y habremos vencido. No deberemos de preocuparnos nunca más por la montaña. Las muertes de nuestro pueblo serán vengadas al fin. Debo hacerlo por mi, por Anya y por mi pueblo. Por sus futuras generaciones para que puedan crecer en paz y las viejas conozcan un mundo en el que no se le teme a una montaña y los habitantes que se esconden en ella.

Me arrastro por las ventilas hacia una nueva parte de la montaña, desconocida para mí. Y por la mayoría, considerando el cartel de prohibido el paso a personal no autorizado. Una habitación de tamaño considerable, repleta de pantallas. Tres hombres y una mujer. La reconozco a ella, la doctora nomon joka que desangra y asesina a mi pueblo. Dos de los hombres discuten en susurros y el otro teclea en las computadoras.

-Deja de alterarte, Cage.- Dice el anciano a un hombre más joven. Cage. La voz del anciano me suena conocida. Es el hombre que hablaba con la doctora unos días atrás. La mujer le dijo que él era su hijo. Discusión de familia. Interesante. El hombre es el presidente, si mal no recuerdo.- Los salvajes pueden haber entrado a nuestro perímetro, pero no podrán entrar a la montaña. Enviaremos a nuestros hombres, nos superan en número pero no a nuestras armas.

-Si no hubieras dejado de enviar expediciones, nos hubiéramos dado cuenta antes de lo que estaba sucediendo.- Le espeta su hijo.

-Si tu no hubieras enviado a tus monstruos a las aldeas y creado pánico, asegurando ataques a nuestras patrullas, no hubiera tenido que parar estas.- Replica la mujer, callada hasta el momento.

-Da igual ahora. Podremos con ellos. ¿Cómo vas Emerson?- Le pregunta el presidente al hombre que está tecleando.

-Están demasiado cerca como para usar los misiles. Aunque atacáramos las aldeas, no serviría de nada. De todas formas no pueden entrar.- Ja, yo lo he hecho.

-Demonios.- Masculla Cage.

Examino la habitación. Solo el tal Emerson lleva un arma. Si entro sigilosamente y amenazo la vida de alguno otro puedo hacer que se rinda. La radio en su cintura hace que descarte la idea. A menos que trabe la puerta. Sonrío y vuelvo por la ventila. Salgo y saco mi espada, oculta todo este tiempo. Me estiro un poco, los músculos adoloridos de haber estado tanto tiempo encogidos.

Tomo aire. Levanto la espada, dejándola caer con toda la fuerza posible en el panel al lado de la puerta. Espero que funcione. Gritos se escuchan dentro de la habitación. Intentan forzar la puerta, pero esta no cede. Vuelvo a entrar en la ventila, gateando hasta dentro de la habitación. Me encargo de trabarla bien para que a nadie se le ocurra entrar de esta manera. Observo cómo el pánico se desarrolla dentro de la habitación.

Destapo sigilosamente la rejilla. Demasiados concentrados en su drama, no se dan cuenta de mi presencia. Hasta que ya es demasiado tarde. Tomo al presidente, quien estaba más cerca de mí, colocando la espada en su cuello.- Quieto, o mueres.

Todos en la habitación se frenan, observándome con miedo. Emerson saca su arma apuntándome.- ¡Libéralo o te mato salvaje!

Ruedo los ojos.- Baja el arma o será tu presidente quien será asesinado hoy.

-Carl, bájala.- Dice el hombre tranquilamente.- ¿Cuál es tu nombre, jovencita?

No me creo ni una mierda su actitud amable. Hace dos segundos nos estaba llamando salvajes. Pero dos pueden jugar este juego.- Mi nombre es Clarke Griffin. Y he venido a vencer a la montaña.

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Anya pov:

Débil por ti - ClexaWhere stories live. Discover now